“Contradicciones de la doctrina Estrada, parte I - Noticias Chihuahua Pausa.MX

 

 

El principio de no intervención de la orientación tradicional de la política exterior no siempre se siguió con rigidez en la época de posguerra. Varias administraciones mexicanas apoyaron activamente rebeliones y gobiernos de tendencia socialista para reiterar sus credenciales revolucionarias e izquierdistas ante audiencias domésticas. Ejemplos de este activismo fueron el apoyo material y diplomático brindado a la República Española durante la guerra civil española, el gobierno del presidente Allende en Chile, y diferentes grupos rebeldes durante las guerras civiles centroamericanas como el Frente Sandinista de Liberación Nacional (FSLN) en Nicaragua y el Frente Farabundo Martí de Liberación Nacional (FMLN) en El Salvador.

La aplicación selectiva de la doctrina Estrada en la diplomacia mexicana provocó varios conflictos con las expectativas de Estados Unidos cuando necesitaba el apoyo de México en asuntos hemisféricos. Un ejemplo de ello fue la actitud de confrontación del régimen de Castro hacia los Estados Unidos. El gobierno mexicano apoyó abiertamente a la revolución cubana ya que permitió abrazar una posición latinoamericanista frente al resentimiento antiimperialista presente en muchos sectores de la población. Este apoyo también permitió desplegar una estrategia de diversificación que dotó al país de mayor autonomía.

La difícil posición de tener que conciliar las necesidades internas de legitimidad y las expectativas de EE.UU. se asumió a través de la fórmula Ojeda. La fórmula de Ojeda fue una estrategia de política exterior en la que EE. UU. aceptó el derecho de México a estar en desacuerdo con Washington en temas fundamentales de interés mexicano a cambio de una cooperación activa y apoyo en temas globales esenciales relevantes para EE. UU. La aplicación de la fórmula de Ojeda fue diseñada para procurar una soberanía relativa frente a EE.UU. y proporcionó parámetros de previsibilidad en la relación bilateral. Con ello, México logró conservar un margen de maniobra considerable al explotar la estabilidad del país como elemento de negociación con Washington. Estados Unidos, a su vez, consideraba que la estabilidad en su vecino del sur era crucial en su cruzada contra el comunismo y, por lo tanto, toleraba los desacuerdos y la retórica nacionalista antiestadounidense en la política mexicana.

Un área de la diplomacia donde permeó la fórmula de Ojeda fue la de los asuntos multilaterales. México se abstuvo de participar activamente en organismos multilaterales como la Organización de las Naciones Unidas (ONU) para evitar un potencial conflicto con EE. UU. o ser puesto en la incómoda posición de apoyar las políticas estadounidenses, lo cual era impopular y contradecía la retórica antiestadounidense del régimen mexicano.

 

 

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