El cáncer de mama sigue siendo un tema preocupante en Estados Unidos, especialmente con el incremento de casos entre mujeres jóvenes y de origen asiático, según un reciente informe publicado por la Sociedad Americana del Cáncer.
A pesar de una notable reducción en la tasa de mortalidad, el número de nuevos diagnósticos ha aumentado un 1 por ciento anual entre 2012 y 2021.
Este tipo de cáncer es el segundo más diagnosticado entre las mujeres estadunidenses, solo por detrás del cáncer de piel, y representa la segunda causa de muerte por cáncer, después del cáncer de pulmón.
Se estima que una de cada ocho mujeres estadounidenses será diagnosticada con cáncer de mama invasivo a lo largo de su vida, y una de cada 43, aproximadamente el 2 por ciento, morirá a causa de esta enfermedad.
El informe destaca que las tasas de cáncer de mama han aumentado con mayor rapidez entre las mujeres menores de 50 años, con un crecimiento anual del 1.4 por ciento, en comparación con el 0.7 por ciento entre las mujeres mayores de 50.
Si bien las causas de este incremento en las mujeres jóvenes no son del todo claras, los expertos señalan que podría estar influenciado por diversos factores que aún están bajo estudio.
Por otro lado, las mujeres de origen asiático han experimentado el mayor aumento en la incidencia de este tipo de cáncer, seguidas por las mujeres hispanas.
Según el informe, este fenómeno podría estar relacionado con la afluencia de nuevas inmigrantes que tienen un mayor riesgo de desarrollar cáncer de mama.
Disminución en la mortalidad
A pesar del incremento en los diagnósticos, la mortalidad por cáncer de mama ha disminuido drásticamente. Entre 1989 y 2022, la tasa de mortalidad descendió un 44 por ciento, lo que significa que se evitaron aproximadamente 517 mil 900 muertes durante este período.
Sin embargo, los beneficios de estos avances no se han sentido de manera equitativa.
El informe subraya las disparidades raciales en las tasas de mortalidad. Las mujeres negras, por ejemplo, experimentan un 38% más de muertes en comparación con las mujeres blancas, a pesar de tener un 5 por ciento menos de casos de cáncer de mama. Asimismo, la tasa de mortalidad se ha mantenido constante desde 1990 entre las mujeres nativas americanas.
Los autores del estudio atribuyen estas desigualdades a factores sociales y al racismo sistémico, que han limitado el acceso de algunas comunidades a atención médica de calidad. Para abordar este problema, se recomienda aumentar la diversidad racial en los ensayos clínicos y mejorar el acceso a pruebas de detección de alta calidad para las mujeres más desfavorecidas.
En este contexto, un organismo médico estadounidense sugirió en abril que las mujeres comiencen a realizarse mamografías a partir de los 40 años, en lugar de a los 50, y que se las repitan cada dos años para mejorar la detección temprana.