*Datos y números atrás de las elecciones y el 2024*
La política ofrece otra oportunidad a la oposición.
La condición es aprender de su humillante derrota en 2018, su egoísmo de 2021, su ausencia en la consulta de revocación y las elecciones de ayer.
En secuencia:
Divididos en 2018, priistas, panistas, perredistas y emecistas carecieron de reflexión y humildad para advertir el futuro político del país y su propia circunstancia.
El año pasado hicieron tibios ejercicios de alianza y, al no ir juntos, perdieron la oportunidad de hacerse del control del Poder Legislativo, Gobiernos estatales, Congresos locales y la capital.
En abril dejaron vía abierta al Gobierno para, por conducto de su aparato electoral y asistencialista, manipular la evaluación del Presidente de la República.
López Obrador estuvo en la boleta y, aun sin oposición, apenas consiguió la mitad de los votos logrados en julio de 2018.
¿Esto la motivó para ir unida y pelear las seis gubernaturas votadas ayer?
No.
*EVITAR EL MAXIMATO*
Aun así, dio algo de pelea.
Los primeros datos a puerta de urna otorgaban cuatro estados al partido del Gobierno y dos a la oposición, Aguascalientes con Tere Jiménez y Durango con Esteban Villegas.
Si se confirman los datos, en lugar del otrora carro completo del PRI redivivo en Morena, la enseñanza está a la vista: se necesitan candidatos competitivos y coaliciones.
Hidalgo es un caso aparte: aunque hubo unidad, Carolina Viggiano, esposa del coordinador parlamentario Rubén Moreira, fue impuesta desde el centro contra la voluntad del gobernador Omar Fayad.
Derrota cantada, advertimos aquí desde diciembre.
Caben aquí otros datos.
Por ejemplo, el dirigente azul Marko Cortés impulsó la alianza en esos tres estados y Tamaulipas pese a la inflexible oposición de varios integrantes de su dirección nacional.
Su lema de lucha fue asimilado por Alejandro Moreno, Alito, y Jesús Zambrano: si este año y en 2024 las fuerzas opositoras no se unen, no habrá alternativa al continuismo lopezobradorista.
Un Maximato vía un incondicional.
*EL COQUETEO VERDE*
Quintana Roo fue singular.
Dante Delgado rechaza cualquier sociedad y por ello abanderó militantes suyos o cosechados en pepena, como fue el caso de José Luis Pech y antes el fracasado Roberto Palazuelos.
Pero ahí fue mano Jorge Emilio González Martínez, dueño de PVEM, eterno legislador, empresario con un pie en México y otro en Estados Unidos y quien logró la postulación de Mara Lezama por el Gobierno.
Su negociación incluyó acuerdos con otros partidos para no debilitar a Mara, incluida su negativa a registrar morenistas como el propio Pech y la senadora Marybel Villegas.
González Martínez se acercó a varios dirigentes y la cúpula priista -ahí mandan Alejandro Moreno, Rubén Moreira- le dio garantías de no ir unidos contra Lezama con PAN y PRD.
El arreglo incluye otra negociación a futuro: hablar para ver si el PVEM revive su alianza con el PRI en las presidenciales de 2024, como se unió en 2006, 2012 y 2018.
El también llamado El Niño Verde reacciona a un problema:
En Palacio Nacional y en general en el Gobierno prefieren negociar con el senador Manuel Velasco Coello porque es amigo personal de López Obrador, es más serio y no da bandazos en sus posiciones.
trance de volverse un partido testimonial.
Pero aquella complicidad tuvo también altos costos para el país, pues facilitó la creación artificial de una mayoría abrumadora, puesta en manos de un presidente de por sí abrumador.
que un político tan experimentado como Alito haya dicho tantas barbaridades sin pensar que lo estaban grabando. Craso error. Ya le costó muy caro.
Pero, además que el gobierno le está cobrando la factura, también es parte de la estrategia política de AMLO rumbo al 2024. El Presidente está obsesionado con romper la alianza del PRI con el PAN. Los audios de Alito presionan a los panistas a reconsiderar la conveniencia de ir con los priistas y su dirigente nacional.
Reynosa al cártel del Noreste, desarticulado, luego de la detención, en marzo pasado, de su líder Gerardo Treviño, apodado El Huevo, sucesor en la entidad de los Zetas y que fue entregado inmediatamente a Estados Unidos.
Sinaloa ha tenido, consecuencia de contar con un enemigo común, los Zetas, acuerdos con el cártel del Golfo, una organización debilitada, pero muy presente. La cercanía de algunos de sus líderes con dirigentes de Morena locales ha sido evidente. Muchos de los negocios y de los acuerdos políticos del asesinado empresario Sergio Carmona iban en ese sentido. El último encargo político del seguro candidato ganador, Américo Villarreal, independientemente de una larga carrera política local, fue como delegado de Morena en Sinaloa, en las controvertidas elecciones del año pasado. La presencia de Sinaloa en el noreste del país es cada vez más marcada y todo indica que su avance hacia el control de esa estratégica frontera, con sus aliados locales, puede ser, a corto plazo, un hecho. Nada de eso será, por otra parte, gratuito, y sus rivales, como en su momento lo hicieron todos, no se resignarán simplemente a perder una de las joyas de la corona.
En Quintana Roo, llegará Mara Lezama, una buena y destacada política, que fue una eficiente y apreciada presidenta municipal en Benito Juárez, Cancún, tiene peso y apoyo. Pero debe cambiar la perspectiva del estado. Más allá de buenas intenciones o no, lo cierto es que en la administración de Carlos Joaquín, la seguridad en el principal centro turístico del país, se fue deteriorando en forma constante hasta poner en riesgo el destino.
Quintana Roo tuvo algún buen gobernador y otros muy malos, pero a ninguno se le había ido la seguridad de las manos. Eso ha sucedido en los últimos seis años. La construcción del Tren Maya y del aeropuerto de Tulum aumentaron los apetitos y diversificaron a los grupos criminales. Y nada puede arruinar un centro turístico internacional más que la inseguridad. Ése es el desafío de Mara: necesitará ayuda y de la buena, porque tiene voluntad de hacerlo, pero la sola voluntad para este tipo de desafíos no alcanza.
Oaxaca será otro estado que tendrá muchos problemas, sobre todo en el Istmo. Se han establecido en el estado organizaciones y grupos criminales que antes eran muy marginales. El asesinato de uno de los principales operadores electorales de Salomón Jara en Juchitán, el sábado, puede ser un signo de los nuevos tiempos. El transístmico es muy tentador y muchos operadores políticos se han terminado asociando a grupos criminales para trabajar la zona. Y hay y habrá enfrentamientos. Oaxaca, esperemos que no, puede terminar siendo un escenario de disputa territorial muy dura como hemos visto en otros estados de la República.