WASHINGTON.- En febrero, cuando lanzó su guerra en Ucrania, el presidente ruso Vladimir Putin probablemente esperaba un combate rápido y una victoria fulminante. Por el contrario, ya estamos en el segundo mes de esta guerra brutal, y Rusia ni ha hecho grandes avances. Por supuesto que han muerto miles de civiles —aunque no hay un recuento exacto—, varias ciudades ucranianas quedaron destruidas, y 4 millones de ucranianos se desplazaron hacia Europa, causando la mayor crisis de refugiados en el continente luego de la Segunda Guerra Mundial. Pero Rusia también sufrió graves pérdidas, como los 40.000 soldados que murieron, fueron capturados o resultaron heridos, o los siete generales rusos caídos ante las fuerzas ucranianas, que retienen el control de la mayor parte de las ciudades del país. En lo que parecía un intento de salvar las apariencias, los oficiales militares rusos anunciaron recientemente un cambio de estrategia para concentrarse en la “liberación” de la región oriental del Donbass.
Hasta ahora, ni la diplomacia y ni las sanciones económicas de Occidente no han logrado modificar el accionar de Rusia. Pero las negociaciones diplomáticas directas entre Ucrania y Rusia parecen abrir la puerta a la esperanza, por difusa que sea. El martes, las partes se reunieron por sexta vez en Estambul. Luego Ucrania presentó un plan de 10 puntos que establecía un conjunto de concesiones, incluido el compromiso de que no buscará unirse a la OTAN, no desarrollará capacidades nucleares ni albergará bases militares extranjeras. El plan prevé que Rusia ofrezca a cambio garantías de seguridad para la protección del territorio ucraniano, incluido un acuerdo de defensa colectivo al estilo de la OTAN entre Ucrania y potenciales países garantes como Gran Bretaña, China, Rusia y Estados Unidos.
Te puede interesar: China niega que abriera comisarías ilegales de policía en Nueva York
Soldados ucranianos están parados junto a vehículos blindados rusos destruidos en las afueras de Kiev el 31 de marzo del 2022.
Las negociaciones son todavía muy incipientes y quedan muchas cosas por acordar, incluida la situación de Crimea y del Donbass, que según el ministro de Relaciones Exteriores ruso, Serguéi Lavrov, estaban “resueltas para siempre”, y no es así. Hay más razones para desconfiar que para alegrarse: más de una vez Rusia dijo una cosa y después hizo otra, así que las negociaciones bien podrían ser una cortina de humo para reagrupar sus fuerzas militares y lanzar una nueva ofensiva. De hecho, en los días posteriores a las negociaciones, el bombardeo ruso de las ciudades del norte de Ucrania siguió adelante, a pesar de la promesa de Moscú de replegarse, y los civiles de las áreas más afectadas seguían sin tener acceso a corredores humanitarios seguros. Si aparece una solución diplomática viable, Rusia tendrá que demostrar –y no sólo decir– que se toma en serio el cese de sus brutales ataques.
NOTICIAS CHIHUAHUA