El presidente de la FIFA, Gianni Infantino, hizo un llamado fuerte: considerar con mente abierta el calendar de los mundiales futuros. Ante el cambio climático, los calendarios apretados y los extremos de calor en ciertas zonas durante junio y julio, dijo que es importante que los torneos se adapten según las condiciones.
Infantino recordó que ya se dio un precedente: el Mundial de 2022 en Qatar se realizó en noviembre‑diciembre para evitar las altas temperaturas del verano en ese país. Ahora plantea que más allá de 2030 se podrían hacer ajustes similares. Por ejemplo, aunque el Mundial de 2026 seguirá en verano (se hará en EE. UU., México y Canadá), hay preocupación por el calor en sedes clave.
En la asamblea de clubes europeos en Roma, insistió en escuchar propuestas y flexibilizar reglas. No se trata solo de locación, sino del bienestar de jugadores, rendimiento deportivo y logística. Un calendario rígido podría tener consecuencias físicas y deportivas para los participantes.
También mencionó los retos en el Mundial 2030, que se jugará entre varios continentes, lo cual complica fechas, viajes y descansos. La FIFA debe encontrar un balance entre tradición y realidad.
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Este pronunciamiento abre debate entre federaciones, organizadores de torneos y aficionados: ¿hasta qué punto reacomodar fechas cambiaría la esencia de los mundiales? ¿Se podrían disputar en diferentes meses sin perder identidad? Sería un antes y después en la historia del futbol.
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