Hoy martes inicia en Vilna, Lituania, una cumbre de dos días de la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte) con una agenda ardiente.
En primer lugar, el tema largamente pospuesto y postergado, la inclusión de Ucrania a la OTAN, como miembro de pleno derecho y con todas las prerrogativas. Ese tal vez sea el origen de todos los males. Cuando el gobierno de Ucrania inició un inicial ‘coqueteo’ para integrarse al tratado, allá en 2012 y 2013, provocó la furiosa y beligerante reacción de Moscú al invadir Crimea y tomar control de la península en 2014.
En aquel entonces, la Unión Europea, Estados Unidos y la propia OTAN reaccionaron con cautela, con mesura, procesando el impacto de una invasión armada que concluyó en la anexión de territorio.
En retrospectiva, todos (Europa, Washington y OTAN) han reconocido que reaccionaron con torpeza: sanciones que lograron impacto reducido en Rusia y muchas declaraciones.
Cuando en 2021, siete años más tarde, Ucrania vuelve a sostener diálogo y acercamientos con la OTAN, la reacción rusa es la misma, pero de mucho mayor envergadura: invasión por tres flancos al territorio, bombardeos indiscriminados, destrucción sistemática de infraestructura, ataque criminal a zonas residenciales, detención y relocalización de ciudadanos ucranianos y muchas más tragedias.
El tema quedó flotanto, con la eterna y casi suplicante solicitud de Zelenski, presidente de Ucrania, de iniciar el proceso formal de ingreso al tratado atlántico.
A pesar de la consistente ayuda militar europea y norteamericana a Ucrania para defenderse –con éxito, debe decirse– del gigante ruso, Biden puso ayer ‘en el congelador’ el asunto: “Ucrania no está lista para ingresar a la OTAN; en automático, por estatutos y reglas, estaríamos todos en guerra con Rusia”. Esas fueron las palabras de Biden, en estrevista exclusiva con la CNN, antes de viajar al Reino Unido y después a Lituania para la cumbre.
Círculos en Washington señalan que la declaración del presidente Biden tuvo lugar después de una larga conversación telefónica con el presidente Zelenski.
Según Biden, primero debe concluir el conflicto e iniciar un proceso de transición a la paz, para después reabrir conversaciones entre la OTAN y Ucrania.
Por lo pronto, a pesar de las señales de debilidad en el mando ruso después de la efímera rebelión (36 horas) del grupo Wagner y Prigozhin en contra de los jerarcas militares, Putin pareciera poder descansar la amenaza de la OTAN en su frontera.
Pero el segundo tema candente para la cumbre es el ingreso de Suecia a la alianza atlántica.
Después de meses (Suecia fue formalmente admitida en el mes de enero) de la negativa de Turquía al ingreso, finalmente el presidente Erdogan ha cedido: hoy martes se anunciará el ingreso de Suecia a la OTAN, con lo que sigue Finlandia, que presentó su solicitud en paralelo con Suecia y que hace frontera con Rusia, al igual que Ucrania.
Erdogan exigió la modificación de leyes al interior de Suecia, que otorgaron cobijo y asilo a miles de kurdos refugiados, quienes huían del enérgico régimen de Erdogan en Turquía.
El presidente turco había colocado en suspenso su voto, a cambio de que las conversaciones entre Turquía y la Unión Europea avanzaran para su ingreso inmediato.
Tanto Biden como Stoltenberg, secretario general de la OTAN, convencieron a Erdogan y este proceso se ha convertido en un inicial éxito.
Ucrania tendrá que esperar al igual que Finlandia, pero la OTAN recibirá hoy a su miembro número 32.
Putin, debilitado, con sondeos de opinión a la baja, con un aparente acuerdo con el líder rebelde Prigozhin –cuya residencia fue cateada hace unos días y quien fue recibido en el Kremlin, según fuentes locales–, ha desplegado una nueva y brutal ofensiva contra Ucrania.
Se habla de decenas de miles de efectivos frescos –tal vez algunos de los jóvenes recién reclutados–, más bombardeos intensos y ataques incesantes.
No hay señales de una disminución de actividades bélicas, mientras que Ucrania ha sido destruida en buena parte de su infraestructura y capacidad industrial.
El Pentágono anuncia la entrega de bombas de racimo, un armamento muy delicado porque contiene múltiples explosivos en un solo proyectil, que dispersa múltiples bombas en un territorio más amplio, provocando destrucción casi total.
En este contexto, en Vilna, ahí muy cerca de Moscú (una hora de vuelo), se reúne la OTAN y todas sus cabezas, enviando un mensaje inequívoco al invasor: ni un centímetro europeo más le concederán a Rusia.