El pasado 2 de diciembre, la Asamblea General de la ONU marcó un hito en la regulación de tecnologías armamentísticas al aprobar, con el respaldo de 166 países, una resolución que busca prohibir los robots asesinos con inteligencia artificial (IA).
Estas armas autónomas letales operan sin intervención humana directa, lo que representa una creciente amenaza para la seguridad global y los derechos humanos.
La resolución establece la necesidad de un tratado internacional para prohibir su uso, argumentando que estas máquinas podrían desencadenar una carrera armamentística y agravar crisis humanitarias.
Sin embargo, no todos los países estuvieron de acuerdo: Bielorrusia, Corea del Norte y Rusia votaron en contra, mientras que 15 se abstuvieron, según Human Rights Watch (HRW).
El Secretario General de la ONU, António Guterres, calificó el uso de robots asesinos como «políticamente inaceptable y moralmente repugnante».
Guterres advirtió que permitir que máquinas decidan sobre la vida o la muerte podría erosionar las normas del derecho internacional y provocar consecuencias devastadoras en conflictos armados.
A pesar del amplio respaldo, la resolución no es vinculante, lo que limita su alcance práctico. Estados Unidos y otros países han expresado su oposición, argumentando que estas armas podrían ofrecer ventajas estratégicas en el futuro.
La ONU organizará en 2024 una ronda de consultas en Nueva York para evaluar los riesgos de estas armas. Participarán representantes de Estados miembros, organizaciones internacionales, la Cruz Roja y expertos de la comunidad científica.
Mary Wareham, subdirectora de crisis de HRW, afirmó que el principal desafío será negociar un tratado que prohíba estas tecnologías. Actualmente, países como Rusia y China lideran en el desarrollo de armas autónomas, terrestres, marítimas y aéreas, dificultando la creación de un consenso internacional.
Un robot asesino, conocido técnicamente como sistema de arma autónoma letal (LAWS, por sus siglas en inglés), es un dispositivo militar que utiliza inteligencia artificial (IA) para seleccionar y atacar objetivos sin intervención humana directa. Estos sistemas están diseñados para tomar decisiones de vida o muerte de manera autónoma, basándose en algoritmos, sensores avanzados y análisis de datos en tiempo real.
A diferencia de las armas controladas remotamente, como los drones, los robots asesinos operan de forma independiente una vez programados, lo que significa que pueden actuar sin recibir instrucciones humanas durante su despliegue. Estas armas pueden utilizarse en diversos entornos, incluidos conflictos terrestres, marítimos y aéreos.
Características principales
- Autonomía total: Seleccionan y atacan objetivos sin supervisión humana.
- Uso de sensores: Incorporan tecnologías avanzadas, como cámaras térmicas, radares y sistemas de reconocimiento facial.
- Velocidad y precisión: Pueden procesar grandes cantidades de datos para ejecutar ataques con rapidez y exactitud.
Organizaciones como Human Rights Watch (HRW) y el Comité Internacional de la Cruz Roja advierten que estos sistemas representan un desafío ético. Al eliminar el control humano significativo, podrían infringir las normas del derecho internacional humanitario, como la distinción entre combatientes y civiles General de la ONU, António Guterres, los calificó como «moralmente repugnantes» y destacó el peligro de permitir que máquinas decidan sobre la vida y la muerte sin supervisión humana.
Actualmente,Estados Unidos, Rusia y China lideran el desarrollo de estas armas, generando un debate global sobre su regulación. A pesar de sus posibles aplicaciones militares, el consenso internacional aún no ha establecido un marco legal vinculante para su uso.