NOTICIAS CHIHUAHUA
En el tema del tiradero de basura en Mápula, que se ha convertido en un muladar político más que en una solución ambiental, ahora desde el Municipio ya encontraron a quién echarle la culpa: al juez. Sí, así como se lee. El director de Servicios Públicos Municipales, José Luis De Lamadrid, salió a decir que esperan que el nuevo juzgador “tenga ganas de resolver” el asunto. Como si el problema fuera solo de voluntad.
Te puede interesar: Alista el PAN spot de “ambición personal” de AMLO
Pero lo que no se dice —o se dice entre dientes— es que el desastre no nació en el juzgado, sino en una planeación fría, llena de artimañas legales, mañas administrativas y costumbres poco transparentes. Desde el principio, el proyecto del basurero de Mápula fue armado con alfileres, con documentos que apenas pasaban el mínimo de los requisitos y con una estructura jurídica que parecía diseñada para retrasar en lugar de resolver. Todo eso, claro, se hizo pensando que nadie iba a revisar muy de cerca.
Ahora que el caso se empantanó en tribunales, el Municipio se refugia en la celda 2 como solución temporal y asegura que hay espacio para dos años más. Pero el problema de fondo sigue: una gestión improvisada, más preocupada por los efectos políticos que por el bienestar ambiental o ciudadano. En lugar de asumir errores, prefieren señalar al Poder Judicial. Total, siempre es más fácil culpar a otro que revisar las mañas propias.
Dicen que el que no conoce su historia está condenado a repetirla, una frase muy ideal para la política y para evidenciar que la soberbia y creer que todo está bajo su control es el error más grande. Este, parece que se está repitiendo con los representantes del Partido Acción Nacional, ya que al considerar que no hay contrincantes de Morena para el 2027, pueden proyectar a cualquiera para ser candidatos.
El mayor ejemplo, son los espectaculares del secretario de Desarrollo Social y Bien Común, Rafa Loera, a quien han querido popularizar con imágenes y tratar de tenerlo en eventos para darle la importancia (algo así como «ponérselo a la gente a la fuerza»), situación que nunca funciona y creer que el pueblo de Chihuahua es ignorante, porque es más que evidente que lo quieren proponer como candidato a la Alcaldía.
El tratar de repetir la fórmula de un político joven como en su tiempo a Marco Bonilla, no siempre es la clave, ya que no ha logrado conectar realmente con la gente y carece del carisma necesario. Muy forzado porque de estar en la Secretaría del Ayuntamiento en un puesto meramente operativo para luego tenerlo en la Secretaría Estatal para que luzca no ha sido de lo mejor y mucho menos que quieran popularizarlo con su imagen.
Los ejemplos de imponer candidatos nomás por creer que tienen ganada una elección es una situación que se ha repetido en muchas ocasiones, tanto por el que parecía invencible PRI y el mismo PAN. La historia no miente, ya que eso ocurrió allá en el 2004 cuando reinaba el tricolor y por intentar ser progresista al abonar a una paridad de género e imponer a Martha Laguette como candidata a la Presidencia Municipal, fue un error que hasta la fecha, siguen pagando, ya que sufrió una humillante derrota, ya que nunca se le creyó que podía ser una política del pueblo. El PAN cometió ese error al intentar colocar a Carlos Borruel rumbo a la Gubernatura en 2010, cuando aún le faltaba tiempo para terminar su gestión como acalde de Chihuahua y perdió contra César Duarte con mucha diferencia. Pero eso no acaba, porque el mismo Duarte cometió el mismo error, cuando a la fuerza, puso a Enrique Serrano como alcalde de Juárez, que sí logró ganar, pero fue el candidato a gobernador menos carismático y de manera inesperada, el PRI perdió su hegemonía y gran parte de las alcaldías en el estado, sin mencionar la capital, situación que hasta la fecha no se ha recuperado y hasta tuvo que hacer alianza con su acérrimo enemigo, el PAN, para simplemente seguir en la jugada política.
En 2021, Marco Bonilla ganó no porque fuera el mejor candidato, sino porque Morena eligió muy mal y puso a un quemado ex priista, Marco Quezada; pero más aún, Bonilla pudo tener algunos meses de alcalde suplente en una jugada bien lograda por la ahora gobernadora, Maru Campos, de proyectarlo mientras ella volvía a ser elegida para nuevamente ser alcaldesa. A Marco le funcionó haber pedido licencia como regidor y ser director de Desarrollo Humano y Educación durante toda la primera administración de Maru, presidente municipal suplente y otra vez director, ósea, siempre estuvo en la jugada, razón por la que sigue siendo alcalde y el que tiene mayores posibilidades para ser candidato a gobernador por el PAN.
Morena no canta mal las rancheras, ya que hizo lo mismo que hace el PAN actualmente con Rafa Loera, que irónicamente fue con otro Loera, que fue Juan Carlos Loera, que quisieron proyectarlo a fuerzas con espectaculares en los que promovía un supuesto libro cuando era el delegado de Bienestar. En aquel tiempo, otro aspirante a la Gubernatura era Cruz Pérez Cuellar, quien era senador por Morena, pero al final, se fueron por el delegado y también sucumbió ante Maru.
El PAN tiene algunas opciones para la llamada joya de la corona, pero Rafael Loera no es una opción, ya que el mismo fiscal, César Jáuregui, pareciera que tiene más oportunidades y le sobra colmillo político para vencer a quien le pongan. ¿Qué le falta a Loera? trayectoria y puestos realmente estratégicos, así como mucha paciencia, algo que en la política es vital para esto.
Para que mejor se entienda. es como en aquella segunda temporada del programa televisivo popular «La Casa de Los Famosos», cuando el actor y comediante Arath de la Torre, le dijo abiertamente al poco conocido influencer, Ricardo Peralta, que él no era Wendy Guevara; que hizo la comparación con la influencer trans que arrasó en la primera temporada por su elocuencia y carisma. Pero le hizo ver que el intentar imitar a otra persona solo por ser parte de la comunidad LGBT no era suficiente para ganar y al final, fue de los primeros en salir y ser de los perdedores más humillados, sin mencionar que hasta la fecha no ha hecho nada importante que le de reflectores.
En este caso, es decirle a Rafa: «No eres Marco Bonilla», aunque ambos sean del PAN y pareciera que hay similitudes, la diferencia es enorme, ya que la juventud nunca es garantía de nada, algo que el mismo Bonilla sabe perfectamente, a pesar de que suele alabar a los jóvenes en sus discursos, pero reconoce que las circunstancia estuvieron a su favor y aprovechó la oportunidad. En otras palabras, «los planetas se alinearon». No fue a la fuerza.
NOTICIAS CHIHUAHUA