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Qué alivio saber que al final sí llegó la orden de cateo… lástima que llegó tarde. Tanto papeleo, tanta burocracia, tanta “prudencia legal”, y mientras tanto, Danna Muñoz estaba ahí, en una casa del fraccionamiento Romanzza, violentada, apuñalada en el corazón, arrebatada. La justicia mexicana en su máxima expresión: un sello en el papel más importante que la vida misma.
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Si no fuera porque las redes sociales se incendiaron, porque los colectivos feministas alzaron la voz, porque familiares y amigos no dejaron de exigir, este caso habría terminado como tantos otros: en el cajón del olvido, con la etiqueta de “sigue en investigación”. Fue la sociedad, no las instituciones, la que movió montañas. Ellos llegaron después, cuando ya era tarde.
Y entonces, como siempre, las autoridades salieron a dar declaraciones de que encontraron el cuerpo, que investigarán, que habrá justicia… justicia para quién, si Danna ya no está. La Fiscalía promete resultados, pero no explica por qué la tardanza, por qué no actuaron cuando todavía había esperanza, por qué un sello valió más que una vida.
Aunque en redes, una supuesta amiga dijo que ya estaba muerta y enterrada, no se sabrá si se pudo lograr algo. Por mientras, a esperar a ver si las detenidas para ser cuestionadas, logran hacer algo para dar con los responsables.
Lo más trágico es que esto no es un caso aislado. Es el reflejo de un sistema que funciona solo cuando lo obligan, que responde más a un trending topic que a su propia obligación. Si no se hace ruido, no pasa nada. Y cuando por fin pasa, pasa tarde, pasa mal… y pasa con Danna muerta. En Chihuahua, la justicia no llega tarde: llega cuando ya no sirve.
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Pues vaya cosa que está ocurriendo en los Alsuper, siempre a la vanguardia… pero en creatividad para incomodar a los más vulnerables. Ahora resulta que la “nueva política” consiste en tener a los adultos mayores empacadores parados, sin poder sentarse, sin bolsas a la mano y esperando que la todopoderosa cajera les dé permiso de trabajar… eso sí, solo si el cliente lo pide, y todo por una propina. Porque claro, la dignidad también se puede “optimizar” para reducir costos.
Y no lo decimos nosotros: son los propios clientes y los mismos adultos mayores quienes han denunciado esta injusticia. Testimonios sobran de quienes han presenciado cómo los hacen a un lado, cómo les quitan las bolsas y hasta cómo los orillan a sentirse estorbos. Pero tranquilos, que seguro en las reuniones de junta directiva presumen que son “socialmente responsables” y que “apoyan a los adultos mayores”. Vaya apoyo: los tienen de pie, invisibilizados y con la autoestima en remate.
Un saludo cordial a Don Polo Mares, fundador y actual presidente del CCE, porque seguramente ni enterado está de que, mientras defiende al empresariado chihuahuense, su propia cadena de supermercados inventa nuevas formas de desalentar a los más vulnerables. Si el plan era hacerlos renunciar sin darles las gracias, pues felicidades: estrategia impecable, resultados “de lujo”.
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