Rusia se ha fortalecido durante mucho tiempo del petróleo y de la adicción de Europa al mismo. Ahora, Moscú se enfrenta a un desafío sin precedentes: si el continente prohíbe las importaciones de millones de barriles de crudo, ¿puede encontrar nuevos clientes?
La Unión Europea, antes vacilante, ahora está tomando medidas para detener el flujo de petróleo ruso y productos refinados a la mayoría de los estados miembros este año a medida que se prolonga la guerra de Rusia en Ucrania. Si el bloque acepta un embargo, golpearía el corazón de la economía rusa, que ha seguido obteniendo ganancias de su gran sector energético.
Estados Unidos, Canadá, el Reino Unido y Australia ya prohibieron las importaciones, y Japón dijo que haría lo mismo «en principio» después de una reunión del G7 durante el fin de semana. Junto con un embargo de la UE, eso pondría a cerca de la mitad de la economía mundial fuera del alcance del petróleo ruso.
Moscú no quedaría paralizado de la noche a la mañana. Países como la India continúan comprando cientos de miles de barriles de crudo por día, aprovechando importantes descuentos. Y los ingresos fiscales del Kremlin se han incrementado por el aumento general de los precios de referencia globales provocado por su invasión de Ucrania.
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Pero con el tiempo, perder Europa el destino de más de la mitad de las exportaciones de petróleo de Rusia — supondría un golpe para el Kremlin, al reducir los ingresos del Gobierno a medida que otras duras sanciones cobran un precio cada vez mayor. Tendrá dificultades para encontrar suficientes clientes nuevos para llenar el vacío. La Agencia Internacional de Energía y otros analistas predicen que, como resultado, la producción de petróleo de Rusia caerá drásticamente.
Moscú depende en gran medida de los ingresos de su poderoso sector del petróleo y el gas, que en enero representó el 45% del presupuesto del gobierno federal.
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