CARLOS JARAMILLO
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POR CARLOS JARAMILLO VELA
 De tal palo tal astilla… la controversial contrarreforma lopezobradorista.
 Un presidente irremediablemente pendenciero.
La multicitada contrarreforma eléctrica que ha venido promoviendo el presidente
López Obrador despierta preocupación en los Estados Unidos, pues en cierto
modo la pretendida monopolización estatal del sector eléctrico que se persigue
con la iniciativa en cuestión contraviene las tendencias de apertura económica y
libertad de competencia en las que se funda el Tratado de Libre Comercio vigente
entre México y sus dos socios del norte (Estados Unidos y Canadá).
Los esfuerzos diplomáticos desplegados por el gobierno norteamericano han sido
evidentes, pues los constantes acercamientos y reuniones sostenidas por el
embajador Ken Salazar, y el enviado especial John Kerry, muestran el interés del
presidente Biden en el Tema. Han sido reiteradas las declaraciones vertidas por el
embajador Salazar para pedir que México adopte una reforma acorde con el
fomento a la inversión privada, el respeto al medio ambiente y el cumplimiento de
los principios contenidos en el tratado comercial. Tales expresiones dejan entrever
que el presidente mexicano no parece estar dispuesto a variar su postura. En el
meollo del asunto eléctrico se encuentran, de un lado, los argumentos económicos
y ambientalistas sostenidos por los detractores de la contrarreforma, y del otro, los
criterios fundamentalmente dogmático-ideológicos, esbozados por el presidente y
sus apologistas.
El proyecto del presidente constituye en cierto modo un límite a la iniciativa de la
libre empresa, y un riesgo al medio ambiente, pues otorga al estado un carácter
mayoritario en la generación de energía eléctrica, y privilegia el uso de sistemas
contaminantes para la producción de energía. Uno de los rasgos notorios en
López Obrador durante su mandato ha sido la obstinación con la que suele
conducirse para imponer a ultranza sus decisiones, independientemente del grado
de justificación de éstas. Así, controversial, ha sido la conducción del presidente al
frente del gobierno de México, como controversial es su llamada contrarreforma
eléctrica. De tal palo tal astilla.
Guardar el recato, actuar con decoro y acatando ciertos protocolos, es algo que
debería formar parte de la conducta de cualquier jefe de Estado. En el caso del
actual primer mandatario de México resulta difícil afirmar que tales cualidades
forman parte de su comportamiento habitual. Proclive, como ha sido siempre, a la
provocación y diatriba, incluso en un modo que generalmente se caracteriza por
su aspecto sedicioso, el presidente Andrés Manuel López Obrador lejos de tender
puentes de entendimiento parece distanciarse cada vez más de organismos,
gremios, fuerzas políticas y actores importantes de la sociedad mexicana.

El controversial mandato del presidente López Obrador ha transcurrido en medio
de tensiones generadas por el autoritarismo, la arbitrariedad y la falta de
prudencia. Pese a estar rodeado de algunos políticos con reconocido oficio -como
Marcelo Ebrard y Ricardo Monreal- el actual titular del Poder Ejecutivo no pide
consejos, o los desoye, y se aleja de la sensatez. Proverbiales han sido los
dislates cometidos por el presidente en varias ocasiones al criticar o denostar sin
fundamento a grupos, sectores o instituciones cuyo prestigio e importancia social,
económica, política e histórica no pasan desapercibidos para la comunidad. Así,
entre los destinatarios de la invectiva presidencial han figurado el gremio médico,
los organismos empresariales, los partidos políticos de oposición, el Poder Judicial
Federal, el Instituto Nacional Electoral, las clases medias, los grupos ecologistas y
hasta los periodistas. Los ataques presidenciales también han sido dirigidos fuera
de nuestras fronteras, a Estados Unidos y España. Nadie sale librado.
De unas semanas a la fecha, López Obrador particularmente se ha enfrascado en
una acre disputa con el conocido periodista Carlos Loret de Mola, a quien el
presidente no solo le ha cuestionando su patrimonio e ingresos personales, sino
que ha ido más allá de los límites legales al proponer que se haga pública la
información sobre los bienes del comunicador, lo cual es una clara transgresión a
la privacidad de Loret, y a la ley que protege los datos personales de cualquier
individuo. Hoy, los asuntos torales del país son postergados, pues la jefatura del
Estado mexicano se halla inmersa en pleitos estériles, debido al carácter
irremediablemente pendenciero de nuestro presidente.

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