Para una atea, como ha confesado ser Claudia Sheinbaum, seguramente no tendrá relevancia el hecho de que sea el 15 de agosto cuando reciba su constancia como presidente electa.
Ese día, en toda la Iglesia Católica se celebra la Asunción de la Santísima Virgen María.
El mismo día del ascenso de la candidata triunfante a otra categoría política.
Para los católicos la celebración “nos abre a la esperanza a un futuro lleno de alegría y nos enseña el camino para alcanzarlo”, de acuerdo con la homilía de Benedicto XV pronunciada hace 14 años.
¿Será igual con la llamada doctora?
Su próxima nueva categoría ¿también nos abre a la esperanza de un mejor futuro?
Hasta ahora no se ve que así vaya a ser, pues por lo menos durante las últimas dos décadas sólo la hemos escuchado repetir todo lo que dice su progenitor político, lo mismo que convalidar todo lo que (mal) hace, y quien tiene a México sumido en la catástrofe y en la desesperanza.
No sólo eso. Sheinbaum acaba de llevar a cabo un acto de fe al obradorato reiterando que no va a traicionar el legado de quien hizo todo, incluso violar la ley, para convertirla en su sucesora.
¿Más de lo mismo?
¡Apiádate de nosotros Santísima Virgen María!
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Quien presume saber todo, absolutamente todo lo que sucede en el país sigue en la inopia informativa.
Ya han transcurrido más de once días desde que “lo sorprendió la sorpresa” de la captura, en Nuevo México, de dos de los más connotados narcotraficantes por agentes estadounidenses, y las autoridades del vecino del norte no hacen caso a sus ruegos de que le brinden detalles, el cómo y el porqué “el señor Zambada”, como él le llama, y el “Chapito” Guzmán López están ya en cárceles de aquel país.
“Al parecer fue un acuerdo entre autoridades de Estados Unidos y estas personas”, dijo López Obrador en su conferencia mañanera de este martes 6 de agosto en Palacio Nacional.
“Al parecer” seguirá desinformado, toda vez que el sistema judicial gringo prohíbe expresamente brindar el tipo de datos que AMLO solicita cuando un proceso está abierto.
Y en ambos casos, lo están.
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La inutilidad de la Secretaría de Seguridad Ciudadana quedó otra vez de manifiesto cuando ayer, en la mañanera, su subsecretario Luis Rodríguez Bucio solamente informó que en lo que va de este año tres colegas periodistas han sido asesinados. Y ya. Eso fue todo. Solo dio la cifra. Nada más.
La SSPC sólo sirve para brindar estadísticas. ¿Proteger? ¿Eso con qué se come?
Mientras, en el reporte mensual de la consultora Miranda-Intelligence se dio cuenta de que Artículo 19 publicó un preocupante informe en donde concluye que el gobierno de López Obrador fracasó en garantizar seguridad al periodismo y permitir la libertad de expresión.
Según datos de la organización, en lo que va de la actual administración se registran 3 mil 408 agresiones contra comunicadores, lo que da un promedio de una agresión cada 14 horas, entre las que se destacan el crimen de 46 periodistas y la desaparición de cuatro más.
El informe Derechos Pendientes muestra también que entre las principales presiones en contra de la prensa se encuentran la intimidación y el hostigamiento, con 25.82%; amenaza con 20% y el uso ilegítimo del poder público que registró 12.68%.
Las tres categorías representan el 58.51% del total. Además de que se documentaron 224 discursos estigmatizantes y de desprestigio en contra de los periodistas desde la función pública por medio de canales oficiales.
La mayoría de esos discursos en contra de periodistas, le aseguro, fueron pronunciados por AMLO.