Capo sin guerra

«Oficialmente ya no hay guerra. Nosotros queremos la paz».

Andrés Manuel López Obrador.

CUERNAVACA, Mor. – Es quizá el triunfo más grande de la ya no existente «guerra contra las drogas» en estos tiempos de «abrazos y no balazos»… si no contamos, por supuesto, la detención de Ovidio Guzmán el 17 de octubre de 2019, antes de su liberación.

Rafael Caro Quintero fue sin duda en su momento uno de los capos más poderosos del narcotráfico.

En la década de 1980 participaba, junto con Miguel Ángel Félix Gallardo y Ernesto Fonseca Carrillo, en el cártel de Guadalajara, el cual sí era un verdadero cártel, un monopolio que controlaba el tráfico de drogas en México en alianza con las mafias colombianas de la cocaína.

Se le atribuye haber sido el dueño de El Búfalo, un rancho de marihuana en Chihuahua de mil hectáreas intervenido por cientos de efectivos del Ejército en noviembre de 1984.

La captura de El Búfalo fue la razón del secuestro en febrero de 1985, por policías de Guadalajara a las órdenes del cártel, del agente Enrique Camarena de la Drug Enforcement Agency (DEA) y del piloto mexicano Alfredo Zavala Avelar.

Ambos fueron brutalmente torturados y asesinados.

Estas ejecuciones provocaron la furia de la DEA, que empezó un operativo para buscar a los responsables.

Caro Quintero huyó a Costa Rica, donde fue detenido el 18 de septiembre de 1985.

Permaneció en la cárcel hasta que un tribunal colegiado lo liberó sorpresivamente en 2013, tras decidir que debió haber sido juzgado por el homicidio de Camarena en el fuero común y no el federal.

La liberación tomó por sorpresa a las autoridades mexicanas, que cuando buscaron una acusación para encarcelarlo nuevamente ya no lo encontraron.

Nueve años después ha sido aprehendido una vez más.

La captura de Caro Quintero, quien permanecía en las listas de los criminales más buscados de Estados Unidos, donde la DEA preserva el recuerdo de Camarena como uno de sus mártires más queridos y llorados, es un triunfo para la Marina.

El que lo haya hecho sin disparar un tiro es una justificación de la filosofía de abrazos y no balazos del presidente López Obrador.

La participación de un sabueso husmeador le da a la captura, además, ese toque de color que les encanta a los medios de comunicación.

Queda en el aire, sin embargo, la pregunta de por qué, en un operativo sin disparos, se desplomó un helicóptero dejando un saldo de 14 marinos muertos.

Otra duda más de fondo es si realmente este hombre de 69 años, que estuvo 28 años en la cárcel y nueve huyendo a salto de mata, era o es todavía una amenaza para la seguridad nacional y un objetivo importante en la guerra contra las drogas.

El hecho de que haya sido encontrado solo, en unos matorrales, sin ánimo o disposición de defenderse, en un operativo que quizá no lo tenía a él como objetivo, es relevante.
No es lo que podríamos esperar de uno de los grandes capos del narcotráfico.

Las autoridades sostienen que Caro Quintero es cabeza de un cártel de Caborca que se disputa territorio con los Chapitos, hijos de Joaquín El Chapo Guzmán.

Sin embargo, el propio Caro Quintero afirmó en una entrevista con la periodista Anabel Hernández que estaba alejado desde hace mucho del narcotráfico.

De hecho, pidió perdón y paz a quienes había afectado con sus acciones.

Estuviera o no involucrado todavía en el narco, la nueva captura de Caro Quintero es un triunfo para las Fuerzas Armadas mexicanas que buscan reivindicar su cuestionado papel de policías.

Dudo, sin embargo, que la acción represente un golpe importante en esa guerra contra las drogas que se ha suspendido oficialmente, pero que claramente se mantiene.

SUPERPESO

Casi todas las divisas se han depreciado frente al dólar en las últimas semanas, pero el peso está razonablemente estable. Una prudente política de gasto público y un Banco de México agresivo en sus políticas monetarias son la razón.

 

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