Islandia, que junto a Noruega y Japón son los únicos países que autorizan la caza de ballenas, dio permiso este jueves a dos buques para continuar con esa cuestionada actividad durante cinco años.
Reikiavik autorizó la caza anual de 209 rorcuales comunes y 217 ballenas minke por temporada, que abarca de mediados de junio a septiembre, anunció el gobierno.
En 2023, Islandia suspendió la caza de ballenas durante dos meses a raíz de una investigación gubernamental, que concluyó que los métodos empleados incumplían las leyes de bienestar animal.
La agencia veterinaria pública demostró que los arpones explosivos que utilizaban los cazadores provocaban una agonía de varias horas en las presas.
Tras esta investigación, el gobierno autorizó la reanudación de la caza con determinadas restricciones a los métodos utilizados e imponiendo la presencia de inspectores oficiales a bordo de los balleneros, que deben filmar la caza de cada cetáceo.
«No se respetó la democracia y la concesión del permiso atenta contra los intereses del clima, de la naturaleza y del bienestar de los animales», protestaron en un comunicado conjunto la Asociación islandesa de medio ambiente y sus juventudes.
La decisión del gobierno islandés llegó tres días después de que un tribunal de Groenlandia, un territorio autónomo de Dinamarca, decidiera prolongar la detención provisional del activista ecologista Paul Watson, cuya extradición solicitó Japón a raíz de su lucha contra la caza de ballenas.
El activista ecologista de 73 años, que tiene nacionalidad estadounidense y canadiense y recientemente solicitó la ciudadanía francesa, fue arrestado el 21 de julio en Nuuk, la capital de Groenlandia.
Cuando fue detenido, Watson, fundador de la oenegé Sea Shepherd, iba a bordo de su barco «John Paul DeJoria» con el objetivo de interceptar un ballenero japonés.
Japón pide su extradición por un caso de 2010, también relacionado con la caza de ballenas.