Por: Juan Antonio Cruz Bautista

 

En los últimos cuatro años han sido asesinados 7 sacerdotes a manos del crimen organizado; 77 en los últimos 5 sexenios, entre ellos, 1 cardenal, 52 sacerdotes, un diácono, 9 laicos y una periodista católica. La más recientes masacre ocurrió la tarde del lunes en la sierra Tarahumara, en Chihuahua, donde el líder criminal José Noel Portillo, alias “El Chueco”, perseguía pistola en mano a un rival para asesinarlo y dentro del templo dos misioneros en la comunidad de Cerocahui, municipio de Urique, Chihuahua, intentaron disuadirlo, pero los acribilló a todos, y luego mandó a limpiar la escena del crimen.

 

Tras el homicidio de los sacerdotes jesuitas Javier Campos y Joaquín Mora, el Centro Católico Multimedial confirmó que son siete los religiosos asesinados éste sexenio.

 

Según el recuento, en agosto de 2019 asesinaron el párroco José Martín Guzmán Vega, en la comunidad de Cristo Rey de la Paz, de la diócesis de Matamoros. Fue herido en varias ocasiones con arma blanca; vecinos escucharon gritos de auxilio al interior de la parroquia de Cristo Rey, “al acercarse vieron al padre herido de gravedad, por lo que fue trasladado de emergencia al Hospital General de la localidad para ser atendido. Minutos después se declaró su fallecimiento”.

 

En 2021 mataron al padre José Guadalupe Popoca Soto, párroco de San Nicolás de Bari en Galeana, Zacatepec, Morelos; el crimen ocurrió la noche del 30 de agosto.

 

En Guanajuato, el padre Gumersindo Cortés González, de la diócesis de Celaya, fue encontrado sin vida el 28 de marzo de ese año; su cuerpo estaba tirado a un lado de la camioneta en la que se desplazaba por un camino de terracería alterno a la comunidad Cerrito de Guadalupe.

 

También ese año, en Durango, Fray Juan Antonio Orozco Alvarado, murió víctima del fuego cruzado, en un enfrentamiento registrado el 12 de junio de 2021 en la carretera en los límites de Durango y Zacatecas.

 

Este año, 2022, son tres los ataques del crimen organizado en contra de sacerdotes. El primero ocurrió el 15 de mayo al padre José Guadalupe Rivas, quien fue encontrado sin vida en un rancho cercano a Hacienda Santa Verónica en Tecate, Baja California; su cuero quedó frente de la Casa del Migrante de Nuestra Señora de Guadalupe, en el paraje denominado Cañadas del Sol, muy cerca de la frontera con Estados Unidos.

 

A ellos se suman los casos de los padres Javier Campos, y Joaquín Mora, asesinados durante el ataque armado en la iglesia de Urique, Chihuahua, la tarde este lunes. Según las primeras investigaciones, los sacerdotes intentaron disuadir a un criminal conocido de matar a un rival dentro del templo, lejos de ello, lo enfurecieron y disparó también en su contra; luego ordenó a su gente que “limpiaran” la escena del crimen.

 

Se trata del “El Chueco”, quien es buscado por múltiples delitos cometidos en la región turística de Creel hasta Sinaloa. En el 2018 mató al profesor norteamericano, Patrick Braxton, un crimen que sigue impune, por lo que aún es buscado por los gobiernos de Estados Unidos y México.

 

 

 

Muy religiosos, pero el crimen organizado no respeta a nadie

 

Los religiosos en México no usan chalecos antibalas, sólo la palabra para defenderse de las malas intenciones del crimen organizado que entra a los templos a lo largo y ancho del país, pero no es suficiente, la falta de seguridad y el creciente aumento de la violencia en las comunidades en los últimos 28 años ha cobrado la vida de 1 cardenal, 52 sacerdotes, un diácono, 9 laicos y una periodista católica.

 

La Iglesia Católica ha registrado en los últimos 5 sexenios 70 atentados en contra de sacerdotes y religiosos, que han perdido la vida, lo que convierte a México en el lugar más peligroso de América Latina para ésta vocación.

 

En el documental Tragedia y crisol del sacerdocio en México, elaborado por el Centro Católico Multimedial advirtieron que en los últimos 28 años han enfrentado amenazas, extorsiones, asesinatos y desapariciones de sacerdotes, religiosos, seminaristas y agentes de evangelización, más intensamente en la última década, resultado de la imparable ola de inseguridad en México.

 

En una hora de video exponen entidades completas del país, como Guerrero, en las que los ministros de culto católico transitan “entre narcotraficantes” y las agresiones perpetradas por el crimen organizado en comunidades como Ciudad Altamirano, lo que ha impactado negativamente la captación de vocaciones, debido a que la violencia en contra de religiosos aleja a los jóvenes del seminario.

 

Precisan que en los últimos 28 años han sido asesinados 1 cardenal, 52 sacerdotes, un diácono, 9 laicos y una periodista católica. Suman, 70 crímenes de los cuales 68 fueron “arteros” y dos más son desapariciones de religiosos aún no aclaradas.

 

En este contexto, realizan un conteo de todos los crímenes cometidos en cada sexenio, y ponen como ejemplo el asesinado en Guadalajara, Jalisco, del cardenal Juan Jesús Posadas Ocampo, que a la fecha no hay nadie en prisión por este crimen, registrado en el sexenio del ex presidente Carlos Salinas de Gortari, el 24 de mayo de 1993.

 

Además del purpurado, en distintos momentos del sexenio también ejecutaron a 3 sacerdotes en la Ciudad de México, Chihuahua y Michoacán.

 

Con Ernesto Zedillo, la iglesia católica reportó la perdida de 3 sacerdotes en Michoacán, Oaxaca y Coahuila, en tanto que con Vicente Fox Quesada asesinaron a 4 sacerdotes y un diácono en Jalisco, Baja California, Chihuahua y Ciudad de México.

 

El sexenio de Felipe Calderón Hinojosa se registró uno de periodos más agresivos para la iglesia católica, con 25 homicidios: 17 sacerdotes, 3 religiosos, 4 laicos y una periodista católica, en Hidalgo, Ciudad de México, Aguascalientes, Puebla, Veracruz, Chihuahua, Tamaulipas, Estado de México, Durango, Sinaloa y Guerrero.

 

Igual, el sexenio de Enrique Peña Nieto “alcanzó nuevos e históricos eventos de violencia” con la muerte de 24 sacerdotes, 6 laicos, 2 secuestros frustrados y 2 sacerdotes desaparecidos, además de los atentados cometidos contra la sede de la Conferencia del Episcopado Mexicano (CEM) y el primer hecho de sangre registrado en la catedral metropolitana, cuando mataron a un sacerdote al término de la misa. Los asesinatos ocurrieron en Veracruz, Colima, Baja California, Chihuahua, Guanajuato, Jalisco, Nayarit, Morelos, Guerrero y Estado de México.

 

De 2018 a la fecha, los ataques el crimen organizado contra los clérigos se han registrado en Veracruz, Michoacán, Ciudad de México, Guerrero, Chihuahua, Sinaloa, Tamaulipas, Puebla, Estado de México, Morelos y Oaxaca, que la Iglesia considera que “están en línea de fuego como zonas de alta incidencia delictiva”. @jcbreportero

 

 

 

 

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