Por: Julio César Terrazas
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Los hechos acontecidos en los últimos días, han cimbrado a toda la sociedad chihuahuense. El asesinato de los sacerdotes jesuitas ha calado hondo y ha puesto a Chihuahua en el ojo internacional.
En lo dicho por el presidente López Obrador, la zona en la que ocurrieron los hechos, es decir, el triángulo dorado; las autoridades han tolerado de forma histórica la presencia de grupos del crimen organizado. Y efectivamente, su gobierno ha heredado el problema.
No obstante, al escuchar al presidente hablar sobre lo ocurrido, pareciera que acaba de tomar el poder y no que lleva ya cuatro años gobernando, pues su reacción es contar la historia del narco en la zona y repartir culpas a los expresidentes.
Nadie niega que las administraciones pasadas tengan responsabilidad, pero él es el presidente en este momento y su estrategia de seguridad ha sido completamente fallida. El repartir abrazos y dinero a grupos sociales que se consideran vulnerables, no ha contribuido a la disminución de la violencia y ni a que haya menos jóvenes siendo reclutados por el crimen organizado; al menos no se tienen estadísticas al respecto.
Las zonas serranas de Chihuahua, Sinaloa y Durango viven en el olvido por parte de las autoridades y son grupos del crimen organizado quienes gobiernan e imponen sus leyes. Él mismo lo experimentó al visitar Urique hace algunas semanas, cuando su equipo de comunicación fue interceptado por un retén perteneciente a algún cartel.
El presidente ha señalado que la violencia se genera cuando hay presencia de carteles contrarios que disputan alguna plaza, y es cierto, cuando hay un solo grupo criminal que controla algún poblado, la violencia tiende a disminuir, lo cual no hace que sea correcto o que prevalezca el estado de derecho.
Con el historial político de Andrés Manuel, se puede prever que no va a modificar ni un ápice su estrategia de seguridad, pues no lo ha hecho en la más de 4 años de gobierno, es evidente que en los dos que le restan seguirá por el mismo camino.
Esto le traerá como consecuencia el ser el sexenio con más homicidios dolosos, aún más que con Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto.
Ni la Guardia Nacional ni la SEDENA han podido tener un ligero control de las zonas calientes; además es evidente qué hay una descoordinación con las autoridades estatales, no solo en Chihuahua, sino en el país entero.
Por su parte, las autoridades estatales, en los 9 meses de administración no han podido controlar la zona serrana y parece que la estrategia de seguridad basada en la tecnología, no ha sido suficiente hasta el momento.
El replanteamiento del plan a seguir en la seguridad debe cambiar por el bien de los chihuahuenses y los mexicanos; la coordinación y cooperación entre niveles de gobierno debe de ser primordial.
P.D.: Como siempre ocurre en estos casos, los más afectados son los habitantes de las zonas donde ocurren violentos, pues en muchas ocasiones son obligados a trasladarse lejos de sus lugares de origen, generando con ello pueblos fantasma y complicaciones severas en vivir diario.
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