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CHIHUAHUA, CHIH.— La realidad alcanzó —y rebasó— las metas optimistas de la Policía Municipal, que había proyectado cerrar abril con un máximo de 25 homicidios. Aún sin concluir el mes, y apenas a 24 de abril, la capital ya suma exactamente 25 asesinatos, siendo el más reciente el de una mujer, en un hecho que vuelve a encender las alertas sobre la efectividad de la estrategia de seguridad.
Mientras el comisario Julio Salas González presume una estrategia sólida de vigilancia e investigación, los hechos contradicen los discursos. Aunque durante la primera mitad del periodo vacacional de Semana Santa se registró una aparente calma, en la segunda parte el crimen volvió a tomar fuerza, sembrando el miedo entre los ciudadanos.
Diversas voces dentro y fuera de la corporación apuntan a que la corrupción interna está jugando un papel clave. Se denuncia que la información privilegiada sobre cambios en los operativos filtra directamente a grupos delictivos, que aprovechan los huecos para ejecutar asesinatos, particularmente contra narcomenudistas, sin que nadie actúe ni declare nada. “Nadie vio nada y nadie hace nada”, repiten con frustración.
La exigencia crece: o el comisario Julio Salas pone orden, o es momento de que se retire, pues ya está próximo a cumplir 25 años de servicio. Lo que no puede seguir ocurriendo, señalan ciudadanos y voces críticas, es que la delincuencia opere con tal impunidad, burlándose incluso del aparato de seguridad pública que debería proteger a la población.