Puebla era uno de los estados en los que MORENA se presentaba como una aplanadora, capaz de pasar por encima de cualquiera opositor que saltará de adversario de Alejandro Armenta.
Los seis años de campaña anticipada del expriista, la promesa de López Obrador de hacerlo candidato al gobierno del estado y la inversión de un gran capital económico, convirtieron al senador en un aspirante sumamente consolidado.
Armenta aprovechó su paso por el Senado de la República, donde llegó a presidir esa parte del poder Legislativo, para hacer uso de los recursos económicos y físicos a su disposición y convirtió durante un año al Senado como sitio de visita cotidiana de los estudiantes poblanos, a los que convidaba para presenciar una sesión por él presidida y agasajarlos con una comida.
Muchos senadores se quejaron del uso indiscriminado e los dineros del Senado de la República, pero Armenta contaba con el aval del entonces y ahora también coordinador de la mayoría MORENA.
El estilo político de Armenta no es del gusto de sus propios compañeros de partido, ya que lo sitúan como un tipo jactancioso, prepotente, altivo sobrado de sí mismo, vanidoso y petulante, que olvida su origen priista y su relación con el llamado gobernador “precioso”, Mario Marín, de quien fue cercano colaborador, que exhibe la protección que le brinda Ricardo Monreal, a quien desconoció durante un tiempo, cuando dejó la coordinación de los senadores de MORENA.
Armenta tiene muchos frentes abiertos en Puebla y comienzan a bombardearlo desde todos lados, filtran fotos con Marín, lo descalifican por el equipo que opera con él, procedente la mayoría del grupo del exgobernador, hoy en la cárcel.
Acusan del regreso del marinismo en caso de ganar Armenta y desde las filas de su propio partido lo golpean en un intento de frenarlo.
Armenta que arrancó la campaña con amplia ventaja la ve ahora disminuida y es que dentro de la militancia morenista no cayó nada bien que un priista renunciante a su partido un par de semanas antes de ser postulado a la alcaldía de la capital, José Chedraui, compita por MORENA.
La molestia de la militancia se amplía a los municipios conurbados que forman la zona metropolitana de Puebla, donde se ubican San Andrés y San Pedro Cholula; Atlixco, Coronango, Cuautlancingo, Amozoc, San Martín Texmelucan. En total de 40 municipios de los 217 que componen el estado, se nutre el 70 por ciento del electorado estatal y en esos que son los urbanos, las cifras no favorecen a Armenta y son más propensas al candidato opositor Eduardo Rivera.
Lo que tiene a su favor Armenta es que cuenta con una sólida estructura estatal, comprendida por una serie de expriistas que operaron con él en la época de Mario Marín. Caso contrario con Eduardo Rivera que carece de ellos y confía en que la gente salga a votar a su favor, cansada de los errores de la 4T.
Armenta preocupa a la dirigencia morenista, aunque tiene a su favor que Rivera es un perfecto desconocido fuera de la zona urbana de la capital y le será difícil encontrar a los operadores que le ayuden a cubrir las casillas.
Armenta no tiene la causa perdida, pero alarma a su dirigencia por el declive que asoma su presencia entre el electorado. Su primo Nacho Mier supuestamente sumó su respaldo, aunque prefiere hacer su campaña al margen de Armenta.
Lo que le puede dar tranquilidad a Alejandro Armenta es que Claudia Sheinbaum sigue arriba en la preferencia en Puebla y puede dotarlo de una buena cantidad de votos.
Rocío Nahle se convirtió en una gran preocupación para la dirigencia de MORENA que ve descender en Veracruz los bonos de su candidata a gobernadora. Rocío va en declive y en nada le ayuda el gobierno de Cuitláhuac García que le suma más negativos que positivos.