PABLO HIRIART PAUSA.MX

Hay dos noticias para Xóchitl Gálvez: la buena es que puede ganar, y la mala es que necesita protección para llegar sana y salva a la elección presidencial.

Es una candidatura triunfadora, y el Presidente no va a entregar el cargo.

Quienes nos gobiernan han dado pruebas de sobra de que no son demócratas. La van a intentar bajar a la buena o a la mala.

A la buena parece imposible, porque la corcholata del Presidente no tiene nada de atractivo para los electores.

No se esperaba en Palacio Nacional la irrupción de una candidata opositora que opacó, en menos de una semana, a todas las corcholatas del Presidente.

Falta un año para los comicios y ya es víctima de insultos y agresiones verbales que salen, en primerísimo lugar, desde el propio Presidente de la República.

“Respéteme”, le contestó Xóchitl Gálvez al Presidente, luego de la primera andanada de golpes verbales e impresos que difundió en Palacio Nacional. Pues no, no la van a respetar.

AMLO usó los recursos del Estado para proyectar una caricatura difamatoria contra Xóchitl, se burló de ella y alentó la ira.

Esperaba a un candidato del establishment en la oposición, a Santiago Creel, y ahí era posible hacer popular a la exjefa de Gobierno, con insidias clasistas contra el diputado del PAN.

Se le apareció Xóchitl. No la vio venir y enfureció.

Xóchitl contra Sheinbaum.

Perdió credibilidad el discurso de clase que enarbola el Presidente y sus propagandistas (él incluido) tienen que caer más abajo todavía: es una empleada de la oligarquía.

Resulta que también mienten.

Xóchitl no es “una botarga” como escribió Jorge Zepeda en Milenio, sino una mujer articulada, liberal, que no duda en defender el modelo económico adoptado por México desde el gobierno de Miguel de la Madrid.

Los tropiezos, ha señalado, son producto de errores y de la corrupción.

Ella viene de ese México machista y opresor que se fue transformando, y abrió la posibilidad a personas que con su esfuerzo puedan hacer una carrera y salir de su condición de “niños yunteros”.

Representa todo lo contrario de Claudia Sheinbaum, que renegó de su vocación académica para callar ante la persecución judicial contra científicos, acatar el escapulario y el billete de un dólar contra el covid en lugar de vacunas (las debió conseguir el secretario de Relaciones Exteriores), festejar el regreso al caballo del trapiche como motor de la industria popular…

Los números no están contra Xóchitl: en las elecciones intermedias la oposición tuvo 23 millones de votos contra 21 millones de la coalición oficialista.

Falta un año y que corra mucha agua bajo el puente. La campaña contra la ingeniera hidalguense se anticipa –ya lo es– despiadada.

Hay que esperar a ver qué hace Movimiento Ciudadano. Cuáles van a ser los efectos de una encuesta fraudulenta en Morena. Y si Xóchitl puede resistir, emocionalmente, el ataque cotidiano del gobierno y su aparato de propaganda.

Si quiere llegar a la elección, Xóchitl debe saber que el gobierno le va a desquiciar la existencia. Todos los días.

Y quienes la respaldan están obligados a ponerle seguridad.

Ella no se enfrenta a demócratas. En el espectro del grupo gobernante hay ligas con el crimen organizado.

Probado está que un cártel criminal, el más poderoso del mundo –nada menos–, ha fungido como operador electoral de Morena.

Y no lo ha hecho con banderines, sino a través del secuestro de opositores al partido gobernante. La impunidad ha sido absoluta.

Es la hora que el gobierno no dice quién quiso matar a Ciro Gómez Leyva.

Secuestran periodistas por lo que escriben.

El Presidente ataca al obispo que está junto a las víctimas de los grupos criminales en Apatzingán.

Hay una confusión –y en amplias regiones franca fusión– entre gobernante de Morena y narcos, secuestradores y bandas de extorsión.

Estamos perdiendo el país. Lo vemos todos los días mientras el Presidente lo niega, como negaba la letalidad del covid y negaba los efectos que tendría la pandemia en la economía.

Y Xóchitl anda en bicicleta.

Hasta su inscripción como aspirante del Frente Amplio está bien, pero no más.

Viene un año de agresiones, trampas y ataques, por lo que no es una actitud responsable dejarla sola.

Hay que cuidarla.

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