POR CARLOS JARAMILLO VELA
Hidalgo y Morelos fuera de la escenografía del grito en Chihuahua.
Rendición de Alejandro Moreno ante AMLO: signo de los tiempos que se viven.
Un error de sensibilidad, sin duda, el cometido por los asesores del Gobierno del
Estado de Chihuahua encargados de la ornamentación y la logística de los
festejos patrios de este año 2022. Las icónicas imágenes de los rostros de los
curas Miguel Hidalgo y José María Morelos, dos de los más importantes
protagonistas de la Independencia de México, fueron relegadas al ser colocadas
en la cara oeste del edificio Héroes de la Revolución.
Es el edificio del Palacio de Gobierno, a los costados del balcón y la campana de
la ceremonia del Grito, en su fachada que da hacia el Zócalo del Ángel, el sitio que
les debe corresponder a los rostros de estos emblemáticos e ilustres personajes,
cuyas bien logradas réplicas destacan por hallarse iluminadas con luces de
colores; sin embargo, con total falta de tino el Gobierno del estado los dejó fuera
de la escenografía principal del más importante evento cívico de nuestra patria,
como si no fuera necesario recordar gráficamente sus semblantes. Como diría mi
querido padre: ¡los mandaron a gallopa!
La adhesión del presidente nacional del PRI ante las pretensiones del Presidente
Andrés Manuel López Obrador, para prolongar hasta el año 2028 la permanencia
el ejército en las calles, ha sido interpretada como un pacto para negociar el cese
de la persecución política así como de un eventual proceso penal contra el
dirigente tricolor, a cambio de ceder a los intereses del presidente. Nadie puede
negar que la única forma de inhibir relativamente las acciones de la delincuencia
organizada es mediante la continuidad del patrullaje militar en las ciudades del
país, pues este literalmente se halla en llamas; sin embargo, tampoco es
desconocida para nadie la estrategia dirigida por el Gobierno Federal contra el
líder priista, a través de la gobernadora morenista de Campeche, Layda Sansores,
quien ha difundido un serie de audios que involucran a Moreno en actos de posible
corrupción.
También es del dominio público el uso indiscriminado que el presidente López
Obrador ha hecho todo el aparato y la fuerza del Estado así como de la Fiscalía
General de la República, para perseguir e intimidar a sus enemigos, y lograr con
ello ventajas políticas y/o electorales. Por tales razones, la reciente postura
asumida por Moreno es vista en términos políticos como una claudicación
personal a los compromisos institucionalmente establecidos por el PRI con el PAN
y el PRD en la Alianza “Va por México”. Es decir, haciendo uso de su investidura
como presidente nacional del PRI, pero persiguiendo un interés personal para
obtener impunidad, Alejandro Moreno sucumbió ante la coacción del presidente
Andrés Manuel López Obrador y sus operadores, e incumplió los acuerdos
políticos del PRI con sus aliados. Esto es, evidentemente, una señal más de las
formas, usos y costumbres que se han vuelto práctica cotidiana en el auto llamado
gobierno de la 4T.