stilo libre

NOTICIAS CHIHUAHUA

Vaya qué hay implosión en MORENA y todo por palabrerías que se atrevió a decir el senador Juan Carlos Loera, quien ya no sintió lo duro sino lo tupido en críticas, porque nadie sabe en qué está pensando, que quiso irse fuerte contra la diputada local de su mismo partido, Brenda Ríos, al tratar de difamarla cuando estuvo en Semarnat, así como a su esposo, Alex LeBaron, en su paso por Conagua.

Pues bien, la contestación de Ríos Prieto no se tardó y se le fue a la yugular haciendo más evidente la falta de popularidad del juarense, que lo único que logró en su vida es ser candidato a gobernador, tan solo por hablarle bonito al entonces Presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, que no solo perdió ante la hoy, gobernadora, Maru Campos, sino fue humillado.

Ahora, el irse en contra de Brenda, le salió carito, porque le recordó que él fue el principal causante del descontento de los productores agrícolas por el problema del agua y amacharse a abrir compuertas de la Presa La Boquilla; fue recibido a huevados, le incendiaron su auto, fracaso en todo y hasta denuncias por agresión y abuso contra mujeres.
De todos los aspirantes a algún puesto de elección popular para el 2027 por MORENA, sin duda, el rival más débil es Loera de la Rosa, quien ni para la alcalde de Juárez, menos de Chihuahua y no hablar de volver a intentar para la Gubernatura.

Si bien, la ex militante del Partido Verde, solamente ha intentado difamar al alcalde de Chihuahua, Marco Bonilla, desde que tomó posesión de su curul, es la única que realmente le ha hecho ruido al Alcalde, así que Loera debe fijarse con quien se mete porque el único “amigo” que tiene en MORENA es Javier Corral y pues ya sabemos cómo trata a sus amigos, el traidor número uno. Será por eso que se llevan tan bien.

De cualquier forma, Loera nunca fue simpatizante de la hoy, Presidenta de México, Claudia Sheinbaum, y el apostarle sus canicas al grupo de Adán Augusto, quien todavía piensa que podrá poner a su niña, Andrea Chávez, en el Gobierno del Estado, es una falta de realidad política y de posibilidades reales. Cada vez se DesMORONO MORENA por culpa de tales personajes.


Algo raro se cocinó esta semana en el Centro Comunitario de San Jorge, donde adultos mayores fueron convocados con el argumento de ser incorporados al padrón de apoyos estatales. Hasta ahí todo parecía legítimo: credencial de elector en mano, foto y registro. Pero el evento tomó otro rumbo cuando, según testigos, aparecieron en escena Octavio Villegas y Robin Alfonso Meléndez, este último compadre y exesposo de la diputada Carla Rivas. Ambos, aspirantes a jueces civiles, aprovecharon la ocasión para pedir el voto, explicar el proceso y, sutilmente, vincular la continuidad de los apoyos con su eventual triunfo en las urnas.

Lo delicado del asunto es que uno de los mencionados, Villegas, funge actualmente como subsecretario en Desarrollo Humano, precisamente el área que maneja esos apoyos sociales. Y aunque se supone que los programas están blindados contra cualquier intención electoral, aquí parece que alguien se está pasando de listo. Urge que las autoridades investiguen si se está usando el hambre y la necesidad como moneda de cambio político. Porque una cosa es buscar votos, y otra muy distinta es condicionar el plato de comida a cambio de una boleta marcada.


En el Colegio de Bachilleres, el negocio de los uniformes escolares huele a repetición de vicios. Ahora el que está en la mira es Reyes Humberto de las Casas Muñoz, actual director general, por presuntas compras infladas de miles de uniformes que, lejos de ayudar a las familias que no pueden pagar escuelas privadas, solo terminan alimentando el bolsillo de unos cuantos vivales. El expediente se parece demasiado al que costó el cargo a Marco Licón, el exdirector juarense, cuya caída se aceleró más por sus torpes declaraciones que por el fondo de la trama, aunque los antecedentes del “negocio fácil” ya venían de mucho antes.

La que ya le quiere cortar las alas a este “patito” es la diputada morenista María Antonieta Pérez, quien no solo le puso la lupa a la operación, sino que exige nombres de los proveedores beneficiados, costos reales y, por supuesto, si hay sobreprecios disfrazados de comisiones. Y es que el problema no es que un proveedor gane, sino que para asegurar la venta tenga que inflar el precio y repartir “agradecimientos” a directivos y administrativos, en un esquema que parece tan estructurado como cualquier red de moches que opera con total descaro desde hace años.

Social Media Auto Publish Powered By : XYZScripts.com