Todo mundo está hablando de lo que sucedió la semana pasada en nuestro México. Primero fue el centro del país, y pensamos que de ahí no pasaría, pero ¡oh, sorpresa! que se da en nuestro estado, en el estado más grande de la República, y sobretodo en la segunda frontera más importante del país, después de Tijuana. Por lo tanto, fue una sorpresa que sucediera algo así con nosotros los chihuahuitas.
Pensabamos que eso no ocurriría en nuestro estado, pero llegó, lo cual me hace recordar que esto se ve continuamente en los Estados Unidos de Norteamérica, que por cierto pido una disculpa por ponerlo de ejemplo, En ese país, continuamente chamacos mequetrefes usan armas y atacan escuelas, pero algo similar sucedió en Torreón, también pensábamos que eso nunca llegaría a suceder en nuestro país, y sucedió, como no lo voy a recordar si fue el día de mi cumpleaños en el 2020, aquel 10 de enero.
Sin duda un gran problema tenemos como sociedad, y no es por echar culpas o definir quién la ha regado, porque son primero todos los gobiernos que no han sabido ejercer el poder, y pondré de ejemplo a un país que no tiene ni recursos ni dinero extra ni un gran ejercito. pero si leyes duras.
En Filipinas existe una guerra directa contra las drogas, no les llaman a los vendedores de drogas o malandros «seres humanos o generadores de violencia”. En ese país, jamás verán una acusación con la abuelita del delincuente, menos desearle un abrazo, en fin esto es cosa seria de lideres que cumplen la ley respecto a las drogas.
Según la legislación filipina, o para ser más exactos la «Completa Ley de Drogas Peligrosas del 2002», las penas por posesión de pequeñas cantidades de marihuana llevan implícitas una sentencia mínima obligatoria de 12 años, y el cultivo de ciertas plantas de cannabis, cadena perpetua. Su venta y distribución pueden acarrear incluso la pena de muerte; aunque se conmuta por cadena perpetua debido a la abolición de la pena de muerte tras la caída de la dictadura de Marcos en 1986.
El actual presidente filipino Rodrigo Duterte es quien ha buscado cumplir sus promesas de campaña, lo está haciendo con plomo, y eso ha ayudado a bajar la delincuencia en ese país, delincuencia de todo tipo, ahora no es tan fácil burlar la ley.
Según la información recopilada, en Filipinas la delincuencia bajó un 21.6 por ciento en dos años, aunque los asesinatos subieron, 1.5 según datos de fechas que coinciden, con ello la comercialización de droga bajó del indice que se tenia.
Duterte, ha sido uno de los hombres que se han enamorado del poder, que ha ejercido el mismo y que ha marcado su trabajo con cumplir las promesas, con su propia mano, por cierto con la ayuda de uno de sus fieles seguidores a cargo de la seguridad.
En los primeros años de su mandato hubo más de 23.500 homicidios aún sin resolver, de los que entre 12.000 y 15.000 serían asesinatos amparados en el clima de impunidad de la campaña, según defienden organizaciones defensoras de los derechos humanos. En Manila -donde la campaña ha sido más cruenta- la tasa de asesinatos se multiplicó más del doble, un 112 por ciento, durante este periodo con 3.444 muertes frente a las 1.621 de los dos años previos. Sin embargo, las estadísticas de la Policía apuntan a una disminución de los casos de homicidios, lesiones físicas y actos de violencia sexual.
Sin duda no hay peor ciego que el que no quiere ver, mientras en nuestro país tenemos a quien duró 14 años para terminar la escuela y soñó que con la palabrería los narcotraficantes sembrarían aguacates. Se reintegrarían a las labores cotidianas y que pagarían impuestos al SAT, y bueno como siempre nuestro presidente echando culpas, no se limita en aventar la pelota a otros. Por cierto, ya hasta el patrón de la SEDENA está siguiendo sus pasos, diciendo que lo que sucedió en Juárez fue para evitar que ellos fueran al motín del CERESO.
Nuestro país sufre de tanta falacia y mentiras de los hombres que dirigen la nación, es una vergüenza, como cada mañana mienten, sin temor a ser señalados. Seguimos sin rumbo y con lideres que no responden ante las necesidades de la población, lo preocupante es, qué país le dejaremos a nuestros hijos, con tanta soberbia e inutilidad política.