Sí se mueven. No al ritmo necesario. Por eso hay que hacer algo.
Desde esta década, Estados Unidos produce más electricidad con energías renovables que con carbón; México ya tiene normas para castigar a las Afore si no invierten considerando el impacto al medio ambiente y es cierto que en Sonora preparan una enorme planta de generación de energía solar.
Aunque son avances, la velocidad a la que vamos con las soluciones equivaldría a ir rumbo a Acapulco a una velocidad a la que para cuando lleguemos, ya se habrá acabado la Semana Santa.
Sucede que no nos entra en la cabeza que lo que compramos, en buena medida es basura que sustituyó aquello que tiramos a la basura. Obviamente no cuando se trata de alimentos, pero sí con un montón de cosas innecesarias (enormes camionetas SUV incluidas).
“Cuando un chico hace algo estúpido una vez, bueno, eso es porque es un chico. Pero si hace la misma estupidez dos veces, normalmente es para impresionar a alguna chica”, dijo Theodor Seuss Geisel.
Por supuesto, eso aplica sin diferencia de sexos, pero el Dr. Seuss vivió en una época en la que la gente no incluía en la agenda pública el lenguaje de equidad de género. Hoy ya somos muchas chicas y chicos tratando de impresionar a otro.
Impresionante será que los gobiernos generen una verdadera presión sobre todos nosotros para detener nuestro choque de frente con la escasez. Es el destino de una economía que no considera el costo de hacer chicharrón la naturaleza para llenar el closet.
Lo intentan, por ejemplo, en una oficina que se siente lejana, pero que está pegadita a nuestro buró. Una agencia que vigila a empresas como Apple, Google o Ford, se llama Securities and Exchange Commission (SEC). En días de inicio de pandemia reunieron ideas para, de inicio, concientizar a la gente y alerte a inversionistas.
Ojo, no es una agencia ambiental, sino la autoridad que da coscorrones a empresas que cotizan en el mercado de valores de Estados Unidos.
En una propuesta de reglas incluyó la determinación de que además de ingresos y egresos, las grandes compañías incluyan en sus reportes financieros la contabilización de sus emisiones. De basura, vaya.
Lo dividió en tres alcances o “scopes”. En el scope 1, deberían reportar todo lo que contaminan sus edificios, sus tiendas. En el scope 2, las emisiones de electricidad que provocan sus proveedores de electricidad. Si Ford consume electricidad de la CFE en México, provoca indirectamente las emisiones por la quema de combustóleo.
Finalmente, esas normas consideran un alcance 3. Ese “scope” es el más polémico, porque les incluye a ustedes, a nosotros.
Es fácil verlo, por ejemplo, en el exterior de las tiendas de conveniencia. Revisen cuántos coches llegan a comprar y cuántos camiones a surtir. Revisen cómo hay basura regada en el exterior o desechos que van a dar al bote en la casa. La emisión de proveedores y clientes debe ser contabilizada.
Ahí es en donde brincó, entre otros, Mr. Larry Fink, el buen amigo del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien si bien defiende reglas ambientales, esa en particular la consideró excesiva. Por su opinión y la de otros de su calibre, la SEC, parece recular.
“El presidente de la (SEC), Gary Gensler, está considerando reducir una regla de divulgación de riesgo climático potencialmente innovadora que ha generado una intensa oposición de las empresas estadounidenses”, publicó el medio estadounidense Político. Puede ser la razón del retraso de esas normas que debían estar listas en diciembre.
Como ven, vamos lentos. Por eso nos toca hacer lo que ya sabemos, pero pocos hacemos. Va la lista, otra vez, para que sirva de polémica durante las vacaciones:
Reduzcan el consumo de energía; usen energía renovable; bajen el consumo de agua; disminuyan desechos reciclando, compostando y reutilizando; coman más plantas y menos animales que contribuyen a las emisiones y la deforestación. Usen transporte sostenible. Apoyan a empresas que vigilan sus emisiones. Ya saben.
Esta columna entra en reflexión por unos días. Gracias por el favor de su lectura.