PAUSA.MX

Echar encima del Presidente de la República una cauda de funciones mastodónticas ha llevado a México a la parálisis, no al funcionamiento cabal del Ejecutivo Federal.

Andrés Manuel López Obrador, como sus antecesores priístas, sólo ha sido el legislador con derecho a iniciativas preferentes en el Congreso y sin que diputados y senadores no le quiten ni una coma a los que les manda…

… sino también el jefe del Gobierno, del Estado, de las Fuerzas Armadas de tierra, mar y aire, el primer militante de su Movimiento, el dueño del presupuesto y todo lo que usted se quiera imaginar.

Sin embargo, pese a todas esas funciones concentradas en un solo individuo, somos un país despedazado, hecho trizas por mercaderes dedicados a socavar nuestras fuentes de identidad.

A falta de gobierno o de un sistema político adecuado a los desafíos del presente, no podemos con los que ya arrastramos desde hace décadas y que se han agravado en el sexenio que, por fortuna, ya está por acabar.

Presenciamos impávidos el imperio de la delincuencia sin freno, y aparte de todo, como si fuera maldición, medios de comunicación que elevan al nivel del paroxismo mensajes ridículos que envenenan el pensamiento popular.

Hemos descendido al último peldaño en competitividad, desarrollo y productividad internacional…

…. tenemos una dependencia monoexportadora cuyos frutos no alcanzan ni para cubrir el déficit del gasto burocrático.

Estamos atados a generosas remesas ‎que envían los trabajadores expulsados al extranjero por un deficiente y miserable sistema económico sin dirección ni sentido.

Hemos claudicado en nuestra lucha democrática, en caso de que alguna vez la hayamos librado, sólo para recalcitrar el autoritarismo, que cada vez se ensaña más con los más vulnerables, pese al engañoso slogan “primero los pobres”.

No tenemos proyectos de gran visión y tampoco de sobrevivencia en el mundo actual.

La desintegración familiar, la pobreza y el desempleo, acompañadas por la crisis económica, política, de liderazgo, de partidos políticos y de seguridad, florecen en el desorden.

En la catatonia institucional

Sin diques legales y sin instituciones respetables, aquí priva la ley del más fuerte, la ley de la selva, del más corrupto o, peor, del más impune‎. Hemos caído en la mafiocracia, donde las reglas no las impone el Estado, sino las organizaciones criminales que a diario ocupan todos los vacíos de poder.

Quien quiera ver en las atribuciones presidenciales la encarnación de un Leviatán super poderoso, le decepcionará saber que este Estado se ha convertido en un‎ pobre sujeto cargado de pasivos patrimoniales y deudas con sus gobernados.

Los logros superiores de una organización política, consistentes en brindar bienestar económico, estabilidad política, seguridad en la convivencia y justicia individual y social, han derivado en solapar todo tipo de impunidades sin beneficio concreto a la Nación.

Impunidades que se asientan en relaciones familiares, intereses económicos, pertenencia a partidos políticos y desempeño de cargos públicos, divorcian la realidad legal con la realidad política y desintegran el cuerpo social.

Cada día estamos más lejos de los valores que deben conservarse para defender lo propio.

Lejos, muy lejos, de un gobierno eficaz que haga prevalecer los intereses superiores de la Nación y que, por lo contrario, exacerba los conflictos, perdiendo la brújula.

Las banderas de la transparencia y acceso a la información, la rendición de cuentas, la fiscalización del gasto público, que ha desplegado la clase dirigente, simbolizan deseos demagógicos y truncos.

Ninguno resiste la mínima prueba de una realidad dominada por poderes extralegales, influencias metaconstitucionales perniciosas y un desenfreno en la lucha por la instalación de dinastías, repartiéndose todo en unas cuantas familias.

No avizoramos en el horizonte, en el colmo de la impericia, ni un Estado de Derecho, ni corporativo, autoritario, ni populista.

Estamos inmersos en la catatonia institucional, con estructuras de mando desmanteladas.

Con dirigentes políticos que no saben nunca qué hacer.

Los diseños de proyectos populares, la cohesión nacional, la desintegración económica y política de las regiones, la pulverización de los renglones productivos que sustentaron en el pasado la viabilidad del país, hoy son sueños de opio

 

Ya no más iniciativas piojito

El país navega entre reyertas, escándalos mediáticos, acusaciones insustanciales, reparto voraz de botines lucrativos y despropósitos de gobiernos mediocres que tratan de disfrazar su ineficacia con distracciones de morbo político, mientras, a espaldas del pueblo, se negocian funestas decisiones.

La tarea impostergable es un sistema político mixto, donde la integración del Congreso refleje la decisión popular por limitar los linajes burocráticos, los excesos del patrimonialismo y la plutocracia en que se ha convertido el presidencialismo monocorde.

La primera y urgente tarea es rechazar el predominio de un partido oficial con mayoría en la Cámara de Diputados.

El objetivo es impedir a toda costa que entre Morena y los nefastos Verde y PT se cocinen las decisiones que a todos nos atañen.

Frenar que logren los 251 diputados que necesitan.

‎¡A quitarle el Congreso a la llamada Cuarta Transformación!

De continuar ellos con la mayoría calificada, seguirán chorreando al país con iniciativas de piojito como las 20 que propuso AMLO el 5 de febrero pasado –18 de ellas, constitucionales– que nadie ha podido explicar para qué carajos sirven, de no ser para secar la economía, hambrear a los mexicanos y detener todo esfuerzo de las mayorías informadas. ‎

Si salimos a votar –cuando un alto porcentaje de los encuestados los últimos días han expresado que no creen en el manejo ni en los resultados electorales–, debemos tomar en cuenta que nuestro objetivo es equilibrar mejor el sentido de la votación.

Pensar con seriedad y sensatez en que ya es por demás el famoso “voto de confianza” y el de “segunda oportunidad”.

Ni qué decir del “voto nulo” o de la abstención.

Todas estas zarandajas nos han llevado al borde del precipicio. Hagamos algo, ya.

Para que ellos no hagan ya más daño:

¡Quítale el Congreso a la 4T!

Indicios

Desde este espacio expreso mis más sinceras condolencias a la colega Carmen Aristegui por la irreparable pérdida de su señor padre. Un dolor compartido en estas fechas. ¡Descanse en paz! * * * Por hoy es todo. Mi invariable reconocimiento para usted por haber llegado hasta aquí en la lectura de estas líneas. Como siempre, además, le deseo ¡buenas gracias y muchos, muchos días!

Por AL PE

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