En cuestión de semanas, la guerra en Ucrania ha cambiado drásticamente una relación energética entre Europa y Rusia que se remonta a décadas atrás. Europa entiende que no puede romper los lazos con Rusia de la noche a la mañana, ya que sigue necesitando la energía rusa. Pero el papel de Rusia en el sistema energético europeo y mundial se ha tambaleado. Se trata de un cambio profundo que marcará el fin de Rusia como superpotencia energética.
Rusia es fundamental en el sistema energético mundial. Es el mayor exportador de petróleo del mundo, con un 8% del mercado mundial. Y suministra a Europa el 45% del gas natural, el 45% del carbón y el 25% del petróleo. Asimismo, los hidrocarburos son el sustento de la economía rusa. En 2019, antes de que el covid-19 hiciera caer los precios, los ingresos por petróleo y gas natural representaban el 40% del presupuesto federal del país. Y el petróleo y el gas representaron casi la mitad de las exportaciones totales de bienes de Rusia en 2021.
Desde la invasión, Europa se ha esforzado por idear una nueva estrategia de seguridad energética. La mayoría de los países europeos habían asumido que la dependencia de la energía rusa era un riesgo que podían gestionar, por incómodo que fuera a veces. Creían que Rusia era un actor racional que quería ganar dinero vendiendo su energía. Pero la mayor guerra terrestre en Europa en generaciones ha producido una rápida reevaluación de esas suposiciones. Europa estaba acostumbrada a tratar con un adversario; ahora debe tratar con un enemigo.
Sin duda, la respuesta europea ha sido rápida. Europa esbozó un ambicioso plan para reducir las importaciones de gas ruso en dos tercios en 2022, con el objetivo de eliminar progresivamente el petróleo y el gas rusos para 2027. Mientras tanto, los líderes europeos están debatiendo propuestas para prohibir inmediatamente las importaciones de petróleo ruso. El Reino Unido ya dijo que eliminaría las importaciones de petróleo ruso para finales de 2022. Alemania detuvo la aprobación del gasoducto Nord Stream 2 y dijo que invertiría en infraestructura para importar gas natural licuado (LNG, por sus siglas en inglés). Ahora se está construyendo una nueva instalación de importación de LNG en los Países Bajos. El distanciamiento de Rusia se está produciendo rápidamente.
Grandes empresas energéticas como Shell, ExxonMobil y Equinor están dando la espalda a inversiones que se remontan a décadas atrás. La opinión pública está limitando su disposición a comprar petróleo ruso en el mercado abierto, lo que está reduciendo la huella de Rusia en el escenario energético.