POR CARLOS JARAMILLO VELA
La tragedia de San Antonio: tema en la agenda bilateral AMLO-BIDEN.
El crimen contra los jesuitas y la pasividad del gobierno frente a la inseguridad.
2024: aún incierto el refrendo de MORENA.
La tragedia ocurrida en San Antonio, Texas, cuyo saldo fue la muerte de 53
migrantes, la mitad de ellos de origen mexicano, ha vuelto a centrar la atención de
los gobiernos de México y Estados Unidos en el problema migratorio. A unos días
de realizarse la reunión entre los presidentes de ambas naciones, Andrés Manuel
López Obrador y Joe Biden, tal suceso cobra importancia fundamental en la
agenda a tratar en dicha cita por los mandatarios. Subdesarrollo, pobreza, crisis
económica, inseguridad y falta de oportunidades, figuran entre las razones que
explican el éxodo masivo y cada vez más incontenible de personas que emigran
de México y Centroamérica hacia Estados Unidos, en busca de oportunidades
para un trabajo y una vida dignos.
Desde el comienzo de su administración el presidente López Obrador ha sido
cuestionado por la expresión con la que él mismo definió la postura que habría de
mantener ante la criminalidad y la delincuencia que hoy tienen postrado a México.
En ese tiempo el jefe político de México externo públicamente que frente a los
grupos criminales su gobierno practicaría una política de “abrazos y no balazos”.
Hoy, luego de la conmoción internacional causada por el asesinato de los
sacerdotes jesuitas (Joaquín Mora y Javier Campos) de Cerocahui y el guía
turístico de dicho lugar (Pedro Eliodoro Palma) en la Sierra Tarahumara de
Chihuahua, tal postura presidencial parece ser cada vez más censurable y frágil.
La comunidad sacerdotal jesuita, así como otros grupos de la sociedad han alzado
la voz para manifestar que resultaron insuficientes los “abrazos” ante las
tormentas de balazos y los ríos de sangre que se han enseñoreado en varios
estados y regiones del país.
Concretamente, los religiosos así como los gremios periodístico y empresarial del
país, exigen a López Obrador un cambio de estrategia en el combate a la
inseguridad ante el evidente fracaso de su gobierno en la materia, sin embargo, el
mandatario se rehúsa a modificar su actitud frente al problema, e incluso ha
entrado en controversia con la jerarquía jesuita, calificando como hipocresía el
reclamo de esta orden religiosa.
Controversial y aún indefinido es el escenario previo a la sucesión presidencial
mexicana del año 2024. Salpicado de desencuentros con la prensa, los
empresarios, los partidos opositores, el Poder Judicial, los médicos, las clases
medias, las organizaciones civiles, la Iglesia católica, y hasta con países como
Estados Unidos y España, se encuentra el trayecto que desde el inicio de su
mandato ha recorrido el presidente Andrés Manuel López Obrador en su
pretensión por imponer ante todo y frente a todos su muy sui géneris forma de
gobernar, así como su afán por mantener a ultranza una intensa agenda de
proselitismo y actos anticipados de campaña a favor de MORENA y sus
precandidatos.
La nata habilidad mediática de López Obrador, aunada a los cuantiosos recursos
financieros, materiales y humanos a su alcance, ha permitido a éste avanzar en el
posicionamiento de sus virtuales precandidatos presidenciales Claudia
Sheinbaum, Marcelo Ebrard y Adán Augusto López, así como de MORENA. Los
medios que el presidente ha empleado para el logro de tales fines son contrarios a
la ley y la equidad, y constituyen una competencia desigual y deshonesta, sin
embargo, la determinación del mandatario es tan irrevocable como la obstinación
que lo caracteriza, por lo que desde el Palacio Nacional y a través del gabinete a
su cargo así como mediante las conferencias mañaneras, continuará desplegando
su estrategia.
No obstante la desleal e irregular competencia político-electoral fomentada
mediante el anticipado arranque electoral puesto en práctica por el presidente, el
escenario de la sucesión presidencial 2024 podría registrar cambios sustantivos y
sorpresas. El partido Movimiento Ciudadano y su aspirante presidencial Luis
Donaldo Colosio (hijo) se han posicionado de manera significativa en las
preferencias electorales, y aunque no están al nivel MORENA y los precandidatos
impulsados por el presidente López Obrador, tampoco se encuentran a gran
distancia de éstos. Una eventual incorporación de Movimiento Ciudadano a la
coalición PRI-PAN-PRD (Alianza “Va por México”), podría darle un sorprendente e
inédito desenlace a la próxima elección presidencial de nuestro país.