Estimado lector, en esta ocasión le relatare como los mismísimos Estados Unidos han ido cayendo en una espiral de decadencia desde aquel día once de septiembre del 2001, en el cual como usted bien recordara el símbolo de las finanzas americanas fue destruido. Y es que posteriormente a esa fatídica fecha el congreso norteamericano aprobó la invasión de Afganistán, un país en el centro de Asia el cual desde hace siglos tiene el sobrenombre de asesino de imperios. Porque sin duda alguna es una región demasiado montañosa, intrincada y de difícil acceso. Esto se realizó con la consigna de buscar al responsable de aquellos terribles atentados.

A partir de este momento dieron comienzo las guerras interminables de EE. UU. cuyos costos materiales y de vidas humanas tienen un valor monetario de alrededor de 2 billones de dólares y cuyos intereses podrían ascender hasta los 6,5 billones, esto considerando que la deuda se terminara de pagar hasta 2050. A todas estas guerras a lo largo de los años que la nación ha venido sumada, podemos añadirle la pérdida de capacidad industrial, cuyas consecuencias son catastróficas. Aun y a pesar de que se mantiene el 24% de esta a nivel global. Convirtiendo a estados como Wisconsin, Illinois, Indiana, Michigan, Ohio y Pensilvania en verdaderos paramos de la desolación, si ponemos como ejemplo a Detroit. Una ciudad que tuvo dos millones de habitantes en su máximo apogeo durante los años cincuenta y que hoy apenas rebasa los seiscientos mil. No por nada a estas locaciones estatales dentro del país se les hace llamar comúnmente como el cinturón del oxido, teniendo a la vista de todas fábricas, escuelas, casas, tiendas, gasolineras y muchos edificios más en franco abandono. A todo esto, podríamos sumarle la vieja infraestructura del país. Con puentes, carreteras, vías férreas, alcantarillado y todo tipo de estructuras cayéndose a pedazos cuando requieren de reparaciones urgentes y costosas. Por esto su presidente Joe Biden promovió un plan de infraestructuras con una cantidad ingente de miles de millones de dólares para construir nueva infraestructura pero el problema en todo esto, es que no se cuenta ya con la fuerza laboral suficiente para llevar a cabo la titánica tarea, siendo uno de los principales entredichos la población que se opone rotundamente a recibir más inmigrantes que podrían dar alivio en dicha materia y es que además necesitamos mencionar como otro granito negro en el arroz a la crisis de los opioides, que ha dejado a miles en las calles y que hora provoca que muchos de los grandes lugares de encuentro en las ciudades estén llenas de carpas, cartones, telas y de más artículos que se utilizan para establecer un refugio temporal. Con bastantes malos olores durante las noches y los días.

En estos días es importante estar conscientes de que muchos de los problemas no se pueden postergar más, ni parchar, ni tratar de solucionar con fantasías huecas. Hay que afrontar la realidad y la verdad. Estableciendo como la verdad que los Estados Unidos como gobierno están quebrados, años y años de jugar a la maquinita de imprimir billetes gastando mucho más de los recursos que se recaudan están dejando como resultado un país más pobre y desigual, contrario al que entregaron las generaciones pasadas y que como vecino del sur podríamos ver los efectos adversos en los próximos años. Desde sediciones y conflictos armados, hasta guerras civiles. Por ello es importante traer las fábricas de nuevo a

Norteamérica como primer paso y como segundo paso establecer una comunidad económica que nos permita como región competir con las grandes potencias super pobladas de la India y China; o de no hacerlo sufrir las consecuencias de la perdida de grandes cuotas de mercado e inclusive la posible y probable dominancia de Asia en el concierto internacional.

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