enrique quintana pausa.mx

Debieran ser muchas las lecciones obtenidas en el episodio del domingo pasado, cuando el presidente reportó haberse contagiado por covid.

Las lecciones son para el gobierno, pero también para la sociedad.

Permítame resumirlas.

1.- El tema de la credibilidad.

En enero de 2021, cuando estábamos en una crisis de contagios de covid en el país, López Obrador reportó su primer contagio. En ese entonces no se dudó que estuviera afectado por esta enfermedad debido a que su frecuente contacto con la gente en viajes y giras, así como la reticencia a usar el cubrebocas lo hacían proclive a adquirirla.

En enero de 2022 hubo un segundo contagio. En ese entonces, el presidente no solamente emitió un comunicado, sino que incluso grabó un video en el que se toma la temperatura. Tampoco hubo dudas.

Es en esta tercera ocasión que surgieron las reservas, por diversas razones.

Las versiones de que habría sufrido un desvanecimiento; el estilo de redacción poco usual en el Twitter en el que notificó su contagio; y, el hecho de que, a diferencia de la ocasión anterior, no hubo ningún mensaje grabado.

Tal vez ni al presidente ni a sus colaboradores interese ya la credibilidad, convencidos de que sus adversarios no van a creer nada y de que sus partidarios no van a necesitar ninguna prueba para estar convencidos de lo dicho. Mala cosa.

2.- El tema de la polarización.

Las expresiones que se captaron en redes sociales y en conversaciones en el mundo digital a propósito de la salud presidencial muestran la enorme polarización que tenemos.

Algunos se mostraron seriamente compungidos (sobre todo partidarios del presidente); otros, despreocupados pues no dudaron de que en realidad sea solo un padecimiento leve que lo obligue a confinarse unos días para evitar contagio, como han hecho millones.

Otros, sobre todo críticos, mandaron buenos deseos de recuperación, de manera secamente cortés y fingida. Algunos más, de los muy activos en Twitter, sobre todo, no dijeron nada. Y otros incluso se alegraron de que haya enfermado, esperando (a veces incluso diciéndolo) que el padecimiento fuera grave. Mal ambiente público cuando hay esa polarización.

3.- Las especulaciones y los riesgos.

En ausencia de información detallada y precisa, el vacío informativo se llena con especulaciones. Es un ABC.

En esta ocasión, no hubo mayor trascendencia en la situación financiera del país. Pero, en otro momento, una circunstancia parecida puede echar por tierra meses de trabajo en la búsqueda de construir estabilidad.

Si la credibilidad es algo que ya no preocupa al gobierno, por lo menos sí debiera preocuparle el riesgo de una reacción desmedida en los mercados.

El que no haya ocurrido en esta ocasión, no asegura que estemos blindados contra ese riesgo.

La estabilidad política, social y financiera del país requiere a un presidente de la República que esté razonablemente bien de salud.

Así que, ojalá que muy pronto mande un video que elimine especulaciones y en pocos días vuelva a estar a cargo de las conferencias mañaneras.

Signos positivos en la inflación

Con la reducción de la inflación en la primera quincena de abril, puede abrirse paso la percepción de que ya llegamos al techo de las tasas de interés y el Banco de México las podría dejar sin cambio en la próxima reunión de política monetaria.

Lo relevante no es solo la baja de la inflación, sino el hecho de que lo haya hecho también la inflación subyacente. La reportada en la primera quincena fue de 7.75 por ciento frente al 8.03 por ciento de una quincena atrás.

El nivel es todavía elevado pero la tendencia es positiva.

La siguiente reunión de la Junta de Gobierno para definir la trayectoria de las tasas será el 18 de mayo. Desde ahora y hasta entonces habrá dos observaciones más respecto a la inflación quincenal. Si la tendencia se mantiene, lo más probable es que ya no haya otro incremento de las tasas de interés. Ojalá.

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