A pesar de los reiterados ejemplos, muchos ingenuos, ignorantes o idiotas, siguen creyendo que López Obrador dejará el poder, al momento que la impuesta Claudia Sheinbaum asuma el cargo de presidenta,

Y no sólo son muchos los que se niegan a ver las reiteradas señales que –a la vista de todos–, ofrece de manera cotidiana el tirano de Palacio, sino que existen casos extremos que suponen que “la señora presidenta” llegará al extremo de traicionar a su padre político.

 

Se niegan a ver ejemplos como el impensable asalto a la casa de Irma Eréndira Sandoval y John Ackerman, por un lado, y el feo descontón a Fernández Noroña, uno de los más serviles propagandistas de AMLO y de su gobierno y quien, de manera sorpresiva, fue echado a patadas del paraíso.

Y es que, si bien López Obrador no tiene amigos y menos lealtad alguna, también es cierto que tiene en sus manos una poderosa arma secreta capaz de someter hasta a los más radicales, como Fernández Noroña quien, al primer golpe en la mesa, bajó la cabeza y casi pide perdón.

Y por eso preguntamos: ¿Cuál es esa poderosa arma secreta en manos del presidente mexicano, capaz de someter hasta al más pintado?

El arma se llama corrupción. ¿Corrupción?

En efecto, durante sus gobiernos –en el DF y federal–, López no sólo estimuló la corrupción en todos los niveles de sus gestiones, sino que defendió de manera pública –en sus mañaneras–, a los corruptos, pillos y ladrones de su primero, segundo y tercer círculo.

Pero lo que pocos saben, sin embargo, es que al tiempo que desde Palacio se estimuló la corrupción en todos los niveles de la gestión federal y en los tres órdenes de gobierno, también se recopilaron montañas de pruebas de las raterías de todos, incluida la hoy “señora presidenta”.

Y aquí es donde se acomodan las piezas del asalto a la casa de la familia Sandoval-Ackerman y la expulsión de Noroña del paraíso.

En el primer caso, el “asalto” a la casa de la ex secretaria de la Función Pública no fue más que la orden oficial de recuperar documentos secretos que, de manera ilegal, sacó de su oficina la señora Eréndira Sandoval, cuando aún era secretaria de Estado.

 

Resulta que luego de la colisión con el huésped de Palacio, la señora Sandoval extrajo documentos incriminatorios de no pocos servidores públicos, a manera de seguro de vida ante futuras persecuciones.

Pero es aquí que en Palacio determinaron que el único dueño de los documentos probatorios de las raterías, corruptelas y robos de políticos y servidores públicos, se llama López Obrador.

Si, el supuesto robo a los Sandoval-Ackerman, en realidad fue una primera muestra ejemplar de que nadie, más allá del presidente, puede tener documentos que prueben las raterías cometidas durante el sexenio.

Esa es el arma secreta de López, quien de así tiene en un puño a todos los servidores públicos de la gestión federal y de los tres órdenes de gobierno.

Pero el arma secreta fue probada, también de manera ejemplar, con el más idiota de todos los políticos de la 4-T; Gerardo Fernández Noroña.

Resulta que una mañana Noroña despertó con ganas de cobrar la factura de sus servicios como palero en la presidencial al interior del Morena. Dijo que a él le correspondía la coordinación de los senadores del partido propiedad de AMLO y amenazó con una revuelta.

Pero muy pronto apareció el arma secreta de Palacio y no hizo falta más que deslizar algunos documentos ante los ojos de Noroña para hacerlo entender que el dueño del circo no aceptará rebelión alguna.

El siguiente es el mensaje que desde Palacio les mandaron a todos los pillos, ladrones, criminales y corruptos de la 4-T: “¡Ay de aquel que se atreva a saltar las trancas, porque será echado del paraíso y exhibido como ladrón!”

Y para quienes no lo saben y para los que no quieren ver, el mensaje va para todos, empezando por “la señora presidenta”.

Y es que Sheinbaum tiene una muy larga cola que le pisen, en casos como el saqueo descomunal a los Segundos Pisos del Periférico, en la gestión de AMLO; el robo a manos llenas en su paso por la delegación Tlalpan; la corrupción sin freno en el gobierno de la capital del país, en donde el presupuesto para servicios básicos, como el Metro, literalmente fue saqueado.

 

Y, claro, su responsabilidad en tragedias como el desplome de la L-12 del Metro y la caída del Colegio Rébsamen.

Lo cierto es que nadie se salva de la corrupción de escándalo, tanto en el gobierno federal de Morena, como en sus gobiernos estatales y municipales; tampoco se salvan diputados federales, ni locales y menos los senadores.

Y, sobre todo, no se salvan ninguno de los integrantes del gobierno por llegar, el de Claudia, que será sometido al antojo del dueño de los secretos de las corruptelas de todos.

Sí, el arma secreta de AMLO fue corromper a todos y tener en sus manos las pruebas de las raterías sin límite. ¿Lo dudan?

Al tiempo.

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