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La situación de los vendedores ambulantes en el centro de Chihuahua se está saliendo de control. A pesar de los esfuerzos de la subsecretaría de gobernación del municipio, el número de vendedores ambulantes sigue aumentando, lo que ha generado un caos en la zona. La calle Victoria, que antes era un oasis libre de vendedores ambulantes, ahora se encuentra invadida por estos comerciantes informales.

Es lamentable que la autoridad municipal no haya podido poner un alto a esta situación. Es urgente que la subsecretaría de gobernación tome medidas efectivas para recuperar el control de la zona y garantizar la seguridad y el orden público. La ciudadanía exige una respuesta clara y contundente a este problema que afecta la imagen y la calidad de vida en el centro de Chihuahua.

En su afán por hacer ruido donde no lo hay, los diputados de Morena en Chihuahua volvieron a demostrar que confunden fiscalización con ocurrencia política. Esta vez, el blanco fue el secretario de Salud del Estado, Gilberto Baeza, a quien intentaron subir al cadalso mediático sin darse cuenta de que los números, y sobre todo los hechos, no se dejan intimidar por discursos huecos.

Los nueve mil 492 millones 20 mil 864 pesos asignados al presupuesto de egresos no solo son viables, sino que han sido defendidos con resultados tangibles. Mientras el IMSS y el ISSSTE siguen atrapados en su propia inercia —sin penicilina, sin gotas, sin pastillas y, en muchos casos, sin atención digna para sus derechohabientes—, el sistema estatal ha logrado responder a la urgencia de la población como pocas veces se había visto.

Y ahí está MediChihuahua, concebido para quienes no cuentan con servicio médico, pero que en la práctica ha terminado atendiendo a todos, incluso a quienes deberían ser responsabilidad directa de las instancias federales. Una realidad incómoda que Morena preferiría no reconocer, porque desmonta su narrativa y exhibe sus propias omisiones.

Ni Jael Argüelles, ni Rosana Díaz, ni mucho menos Herminia Gómez lograron generar el ruido político que esperaban. Tal vez porque el golpe fue mal calculado. Tal vez porque atacar a uno de los funcionarios estatales mejor evaluados no es tan sencillo como repetir consignas desde la tribuna. O quizá porque, en el fondo, saben que para debilitar al gobierno estatal hay que ir contra los más fuertes… y eso exige algo más que voluntad partidista.

Aquí es donde entra el colmillo. Y la capacidad administrativa. Porque el desempeño de Gilberto Baeza deja claro que la Secretaría de Salud no necesita ser encabezada forzosamente por un médico para funcionar. Basta con recordar al fallecido Jesús Enrique Grajeda, quien, a pesar de ostentar el título, nunca dio resultados, acumuló errores y dejó un recuerdo marcado por la prepotencia y actitudes misóginas que poco tenían que ver con el servicio público.

Hoy el contraste es evidente. Frente a la soberbia de antes, hay trato amable. Frente a la improvisación, hay gestión. Y frente al discurso político vacío, hay atención real a la gente. Por eso el intento de embestida morenista no prendió: porque cuando los hechos hablan, la grilla se queda sin voz.

Tal parece que Cruz Pérez Cuéllar anda decidido a conquistar a los capitalinos, y no con discursos, ni con ideología, sino con la vieja y confiable: agenda social bien aceitada y espíritu navideño con premio incluido. Porque si algo une más que un proyecto político, es una rifa generosa y una posada bien montada.

El alcalde juarense no solo se dejó ver muy “fifí” codeándose con empresarios —copita en mano, sonrisa institucional y selfie estratégica—, sino que ahora va por otro sector clave: los medios de comunicación de la capital. Sí, esos mismos que sobreviven a base de café recalentado, boletines reciclados y la eterna esperanza de que algún día sí les toque algo en la rifa.

Y es que la posada promete. Grandes premios, dicen. De esos que se anuncian con entusiasmo y se recuerdan con nostalgia, porque muchos los esperan, pero pocos han sido los agraciados. Algo así como los apoyos, las becas o los beneficios que nunca alcanzan para todos, pero siempre caen en buenas manos.

El contexto ayuda. Este año la derecha ha estado muy austera… aunque solo con la gente. Porque con los suyos, la austeridad es más bien una sugerencia decorativa. Así que el escenario está servido para que el de Juárez llegue, sonría, abrace y reparta esperanza en boletos numerados.

No es ingenuidad, es cálculo político. Cruz sabe que ganarse al gremio capitalino no se logra con discursos solemnes ni con ruedas de prensa desangeladas. Se logra con cercanía, con gestos, y si se puede, con un electrodoméstico bajo el brazo del ganador. Porque en política, como en las posadas, nadie se acuerda del discurso… pero todos recuerdan quién puso los premios.

Al final, no se trata solo de celebrar la Navidad, sino de ir sembrando simpatías. Y si de paso se ganan titulares amables y alguna que otra bendición editorial, pues que viva el espíritu navideño. Total, en tiempos de grilla, hasta el ponche tiene cálculo.