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En medio de un panorama legislativo donde la responsabilidad fiscal parece escasear en algunos sectores, el diputado Jorge Soto (PAN) de Chihuahua destaca por asumir con seriedad su rol en la Comisión de Hacienda, Presupuesto y Programación. Mientras otros legisladores se limitan a repartir recursos como si fueran dádivas clientelares, Soto ha encabezado con mano firme el análisis del paquete económico estatal, logrando un equilibrio presupuestal que prioriza la estabilidad financiera y la certeza jurídica para los municipios. Su experiencia y conocimiento profundo en temas de finanzas públicas lo convierten en una pieza clave para evitar el despilfarro y garantizar que los recursos se administren con criterio.
En un momento en que el próximo Congreso podría perder perfiles especializados en el manejo responsable de las finanzas estatales, la labor de Soto cobra aún mayor relevancia. Su liderazgo ha permitido que los presupuestos se manejen con disciplina, sin caer en el populismo que solo genera deuda y promesas incumplidas. Difícil será encontrar en la siguiente legislatura a otro diputado que domine con tanta precisión el tema de los «billetes» y que, al mismo tiempo, defienda la austeridad y la transparencia. Por ahora, gracias a su trabajo, las finanzas de Chihuahua se mantienen en manos responsables.
En el Congreso del Estado volvió a presentarse la escena que ya es casi tradición en estas fechas: los secretarios desfilan, los diputados preguntan, los números vuelan y, entre discursos inflamados y alguna que otra pose para la foto, se construye el presupuesto del año siguiente. Esta vez, el turno fue para el secretario de Salud, Gilberto Baeza, quien llegó a la comparecencia con un paquete financiero robusto y una narrativa clara de prioridades.
Contra lo que muchos esperaban, Baeza salió bien librado. No porque el ambiente estuviera terso —al contrario—, sino porque supo navegar entre cuestionamientos legítimos, señalamientos políticos y exigencias que, a veces, parecían más pensadas para la tribuna que para la discusión técnica.
El secretario llevó datos precisos: inversión en infraestructura, operación de programas como MediChihuahua, metas de abasto de medicamentos y estrategias preventivas. Respondió con calma incluso cuando algunos diputados quisieron empujarlo hacia el terreno del conflicto. Las críticas llegaron, por supuesto. La diputada Jael Argüelles insistió en el desabasto y en las condiciones de los hospitales, y otros legisladores buscaron resaltar inconsistencias o pedir explicaciones adicionales. Todo dentro del libreto.
Pero hay que decirlo: la oposición no logró descolocarlo. Hubo empuje retórico, hubo discursos enérgicos… pero poco más. Entre palabrería, reclamos variados y una retahíla de observaciones que parecían más un checklist que un análisis profundo, al final ninguno cerró la puerta al presupuesto.
Porque, aunque no lo digan abiertamente, todos lo saben: la salud no es terreno fácil para hacer bloqueos políticos. Y aunque algunos diputados amagan con votarlo en contra, la realidad es que el paquete presupuestal sí va a pasar. En otras palabras: blofearon. Mucho ruido, mucha postura, pero el resultado ya está cantado.
Al cierre de la sesión, la sensación general fue clara: Baeza cumplió. No arrasó, no dejó mudos a sus críticos, pero mantuvo firmeza, respondió, explicó y salió sin raspones mayores. En tiempos en que la política se hace más para las cámaras que para el fondo, eso ya es ganancia.
Y mientras tanto, el presupuesto avanza. Con discursos incendiarios o sin ellos, con oposición ruidosa pero no obstructiva, y con un secretario de Salud que, contra pronóstico, logró plantar cara y salir —una vez más— con saldo a favor.
