En un foro de seguridad celebrado en Beijing, el ministro de Defensa de China, Dong Jun, renovó amenazas de tomar control sobre Taiwán. Señaló que la isla —con 23 millones de habitantes— es parte esencial del orden post‑Segunda Guerra Mundial según su visión, y que cualquier intento de independencia o intervención militar extranjera será bloqueado.
Dong Jun criticó implícitamente a países que apoyan o podrían apoyar a Taiwán con armas o alianzas militares, señalando que esos movimientos fomentan inestabilidad internacional. Dijo que la unidad global y el respeto a la soberanía son fundamentales para evitar que el mundo se rija bajo lo que llamó la “ley de la selva”.
El ministro afirmó que China se considera una fuerza estabilizadora, con crecientes capacidades militares, y que defenderá lo que considera territorio propio. Habló también de la necesidad de rechazar la hegemonía, el intervencionismo militar y la coerción internacional.
Estas declaraciones coinciden con recientes manifestaciones de poder militar por parte de China, incluyendo desfiles que muestran misiles hipersónicos, tanques modernos, y ejercicios en zonas marítimas disputadas. Algunos analistas interpretan esto como una señal de que Pekín busca redefinir su posición global frente a occidente.
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Por su parte, Taiwán mantiene su postura de soberanía y resistencia, rechaza las pretensiones de China, y continúa buscando apoyo diplomático y militar de sus aliados. El gobierno taiwanés ha dicho que cualquier intento de aislamiento o presión será confrontado políticamente y, si es necesario, militarmente.
Este tipo de fricciones evidencia la rivalidad creciente entre China y otros actores internacionales, en particular Estados Unidos y sus aliados, aunque no siempre se menciona directamente. Se ve un ambiente más tenso en las relaciones diplomáticas y de defensa a nivel mundial.
El debate trasciende lo militar: también se trata de quién define normas internacionales de soberanía, defensa y alianzas. China insiste en un discurso de que hay derechos fundamentales de los estados a proteger sus fronteras sin injerencias externas.
En resumen, la postura de China en este momento no solo es militar, sino también política: busca reafirmar su visión sobre el orden mundial, sobre soberanía, alianzas, y lo que considera amenazas externas. El mundo observa con atención cómo evolucionan estas tensiones, ya que pueden tener consecuencias en diversos frentes: diplomático, económico y militar.
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