Noticias Chihuahua
Por: Antonio Rosales
El hallazgo y posterior rescate de la perrita Violeta, en la Colonia Sahuaros al norte de la ciudad, debe ser tomado como una señal de alarma en nuestra sociedad.
La perrita fue arrojada al interior de un tambo de chapopote, en un acto de crueldad evidente, en un acto que ameritó el inicio de una investigación por parte de la Fiscalía General del Estado, y que cuenta con el respaldo no solamente de las instituciones municipales, sino de la comunidad en general.
De ser encontrados, el o los responsables enfrentarían pena que amerita de 6 meses a un año de prisión.
Más allá del tema legal, los focos rojos se encienden en el tema de la descomposición social, porque ¿qué tan enfermo tiene que estar una persona para provocar ese nivel de sufrimiento a un ser vivo indefenso?
Las asociaciones y activistas que se ocupan de los temas de maltrato animal, seguramente no quitarán el dedo del renglón, lo que no solamente es necesario, sino urgente, pues las acciones tendientes a recomponer a la sociedad son verdaderamente imprescindibles, y éstas inician desde el castigo a quien sea responsable, pues la impunidad es uno de los grandes males en nuestro México.
En este punto, la actuación de las autoridades para dar con quien o quienes hayan sido capaces de semejante crueldad, será crucial para que se haga justicia.
Pero más allá de nuestros gobiernos o de las agrupaciones organizadas que se encargan de estos y de cualquier otro tema, es importante reflexionar en qué valores les estamos inculcando a las nuevas generaciones.
Una cosa es que los niños y jóvenes pierdan horas frente a un dispositivo electrónico, llámese el celular, videojuegos o el televisor, y otra muy diferente es ser capaz de provocar dolor y sufrimiento a otro ser vivo.
Muchos padres de familia se escudan en que las enseñanzas de la escuela deben ser suficientes para la vida. Muchos maestros se escudan en que los valores se enseñan en casa. Ambos bandos tienen la razón. Escuela y hogar son un binomio siempre funcional.
Sin embargo, esto nos lleva a otra cuestión de fondo. ¿Qué hacer cuando los padres de familia se desentienden de la educación de sus hijos y ni siquiera tienen contacto con sus maestros? ¿Y qué hacer cuando los maestros se despreocupan del contexto de valores con los que van creciendo sus alumnos?
Hay mucho trabajo de fondo por hacer para prevenir más casos como los de Violeta en el futuro.
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