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Stilo libre
El municipio de Cuauhtémoc amaneció bajo un espectáculo que ya es lamentablemente común en Chihuahua: narco mantas adornando la ciudad, esta vez con un mensaje claro y directo de Gente Nueva de El Tigre. Según los textos, no hay guerra interna en sus filas, sino un conflicto abierto contra el cártel de La Línea y cualquiera que ose respaldarlos. El despliegue de estas mantas provocó operativos policiacos intensos, aunque, como de costumbre, parece que la acción llega más para limpiar las calles que para detener a los responsables.
Lo más preocupante no es el contenido de los mensajes, sino el nivel de impunidad con el que operan estas organizaciones criminales, capaces de colocar unas 20 mantas sin mayores inconvenientes. Las corporaciones de seguridad se mantienen “alertas”, pero este tipo de episodios evidencia que el control del territorio sigue disputándose a plena luz del día, mientras la ciudadanía queda atrapada entre operativos mediáticos y el avance de la violencia.
Cuando National Geographic pone sus ojos en Chihuahua, uno pensaría que se trata de paisajes majestuosos o historias de su gente. Sin embargo, la realidad que documentan esta vez es mucho más cruda: los estragos de la urbanización desmedida en un municipio que parece decidido a devorar su propio territorio. Desde la expansión urbana hasta la destrucción de ecosistemas, el reportaje expone cómo el progreso, mal entendido, está arrasando con el patrimonio natural de Chihuahua, un problema que las autoridades parecen mirar de reojo.
Lo irónico es que este tipo de exposiciones terminan siendo más efectivas que cualquier discurso oficial. Mientras los políticos locales presumen obras y desarrollos, National Geographic deja al desnudo la incapacidad para equilibrar crecimiento y sustentabilidad. No es solo una llamada de atención; es un recordatorio de que la tierra que se pierde hoy, no se recupera mañana.
La llamada corporación dorada suma otro episodio lamentable. Alejandro Ernesto F. M., un elemento de la Policía Estatal asignado al grupo de Detectives, fue detenido por la Policía Municipal tras protagonizar un altercado mientras estaba fuera de servicio. Acompañado de una mujer, no solo agredió verbalmente a los agentes municipales que atendían un reporte, sino que al ser revisado, le encontraron una porción de lo que parecía ser cocaína. El espectáculo, que incluyó cachetadas de su acompañante a los policías, deja claro que los problemas no están solo entre los rangos bajos, sino también en quienes se supone son los mejor preparados.
Este caso refleja una triste realidad: el brillo del policía dorado no garantiza profesionalismo ni ética, y menos en una corporación que debería dar ejemplo. En lugar de reforzar la confianza ciudadana, estos incidentes exponen un sistema en crisis, incapaz de cumplir con las expectativas que la administración de Bonilla tanto presume. Si así se comportan los «capacitados», en el municipio de Marco Bonilla, centro de la violencia que lleva 393 asesinatos en el 2024, probablemente sea este un tema interesante pues si los policías estatales se la pasan de mariguanos, diría mi abuela (bueno no todos), no colaboran en mantener la seguridad de la Capital.
La novela de la Plaza de Toros terminó de manera fatídica, prepotente e irresponsable, porque mientras unos cuantos festejaron que no se hiciera la corrida de despedida, otros reconocieron que hubo un exceso abuso de la autoridad federal mientras que el Municipio y el Estado, se hicieron a un lado, miraron para la izquierda y derecho y el único afectado, fue el empresario.
¡Vaya dilema que se metió esta controversia! Aunque parezca que los grupos protectores de animales fueron los grandes salvadores m, la realidad es que solamente sirvieron como peones de poderío político, que dejó en claro que aunque haya autonomía en los municipios y las entidades, Morena es quien gobierna le guste a quien le guste.
A pesar de que Kike Valles tuvo sus años de gloria cuando finalmente era el administrador absolutos de la plaza, desde hace más de cinco años que este lugar no ha dado los ingresos deseados ni siquiera como en los últimos años de las épocas doradas de su familia, por lo que el último intento de dar la despedía antes de que el histórico inmueble sea demolido, era ciertamente válido, pero no contaba con que los errores políticos le cobrarían factura.
El hecho que la jueza federal que suspendiera de manera provisional, haya ordenado a la Guardia Nacional el resguardar el lugar para que nadie entrara y se prohibiera el evento, fue una total evidencia de abuso de autoridad, exceso de facultades legales y complicidad de los efectivos m, que nada tenían que hacer, ya que no existía ningún riesgo de la población al realizarse esto, por lo que no es justificable su presencia.
El único acierto fue el suspender la corrida, porque si estarían en peligro los asistentes al estar frente a los gendarmes, que quien sabe qué atropellos hubieran hecho a los aficionados.
Ah pero…¿Y la Policía Municipal? Y ¿La Estatal? Esas corporaciones brillaron con total ausencia u desinterés como si permitiera que se hicieran garras entre los ciudadanos y la Guardia Nacional, solo por caprichos de una “juezucha”, que le pudo ma así orgullo y una parte del ejército que se prestó para una jugarreta barata.
El error de Kike fue el que cuando anduvo de candidato a alcalde por Movimiento Ciudadano, fue muy agresivo en sus ataques en contra de Marco Bonilla, que a pesar de que en las eleccione, s échale de todo, se nota que al alcalde del PAN, no le gustó para nada y fue el momento de cobrársela.
Eso si, optó por el camino más fácil y pasivo, el hacer caso omiso, no proteger al ciudadano y dejar que se vulnerarán los derechos humanos, porque eso fue lo que ocurrió y ni una sola patrulla co logotipo y de la DSPM. De la Fiscalía o Secretaría de Seguridad Eatatal ni hablar, que pareció que el fin de semana estaba en todos lados menos en la capital.
No porque se las dé de muy milenial o ambientalista, deje de proteger al ciudadano. La pregunta para el alcalde es ¿Y si hubiera pasado una tragedia? Ahí nomas se lo dejamos de tarea.