En medio del clima de tensión que suele respirarse en la zona serrana, donde cada desaparición hace temer lo peor, surgen ahora algunas señales que podrían cambiar el rumbo de la historia del encuestador del INEGI desaparecido desde hace más de dos semanas. De acuerdo con los reportes, fueron halladas algunas prendas pertenecientes al trabajador, y todo apunta a que no se trató de un secuestro o levantón, como muchos temían, sino de un accidente: al parecer, el hombre habría resbalado y caído en una barranca de difícil acceso. Hasta el momento, no se han encontrado indicios de violencia en la zona donde se hallaron las prendas, lo que refuerza la versión de un trágico accidente.
Lo alentador dentro de la tragedia es que una cuadrilla de buscadores del propio INEGI se ha sumado a las labores de rescate, mostrando solidaridad y compromiso con su compañero extraviado. Aunque el tiempo transcurrido juega en contra, la esperanza persiste entre los equipos de búsqueda y los habitantes de la región. En una zona marcada por la desconfianza y el miedo, la posibilidad de que esta desaparición no tenga relación con la violencia del crimen organizado representa un respiro momentáneo… y un recordatorio de que incluso en los terrenos más duros, la esperanza se niega a morir.
Tal parece que las “ovejas negras” de Morena en Chihuahua no descansan, y cada tanto vuelven a ser noticia. Ahora, el protagonista es Miguel Riggs, quien aparece oficialmente registrado como una de las personas sancionadas por ejercer violencia política contra las mujeres en razón de género.
Más allá de los nombres y las siglas, el caso vuelve a encender las alertas sobre la falta de sensibilidad política y humana en ciertos actores públicos. Si tan solo Riggs hubiera tenido la madurez de reconocer su error y ofrecer una disculpa directa a la síndica, se habría evitado otro capítulo bochornoso y una mancha más en el historial de un partido que sigue buscando conectar con los capitalinos.
Pero esta situación no surge de la nada. Morena en Chihuahua ha abierto sus puertas a varios “chapulines” provenientes de otros partidos, quienes, al no ser elegidos o populares en sus antiguas filas, encontraron en el guinda una nueva oportunidad… o al menos eso creyeron. Algunos se dejaron llevar por la idea de que ahora serían protagonistas bajo la mira del partido, pero la realidad es que muchos solo destacan por la ridiculez. Los políticos que más dan la nota —y no precisamente buena— suelen ser precisamente estos saltimbanquis de la política local.
Mientras tanto, la militancia real, aquella que construyó desde abajo el movimiento y creyó en un proyecto distinto, parece estar en estado de hibernación. Como un perezoso, dormida, dejando que los reflectores los ocupen quienes más ruido hacen, aunque poco aporten.
Morena, que llegó al poder con la bandera del cambio y la transformación, parece tropezar una y otra vez con los mismos perfiles que no entienden el nuevo tiempo político ni el significado real de la igualdad y el respeto. Cada episodio como éste no solo desgasta a sus protagonistas, sino que erosiona la confianza de la ciudadanía y deja la sensación de que el discurso de regeneración se queda en el aire.
Mientras tanto, el electorado chihuahuense observa con escepticismo. Porque más allá de colores y lealtades, lo que se espera de los representantes públicos es congruencia, humildad y respeto. Tres virtudes que, por lo visto, algunos siguen sin aprender, incluso después de ser sancionados.
El “mochismo” en la capital ya está alcanzando niveles de antología. Y no precisamente por virtud moral, sino por rozar lo absurdo. Se dice —sí, aunque usted no lo crea— que al interior del Municipio de Chihuahua hay algunas “actrices polacas” que quieren proponer prohibir el Halloween. Así, sin más. Como si el mal del mundo se escondiera detrás de una máscara de payaso o un disfraz de vampiro comprado en la tienda del centro.
Al parecer, la idea es ir contra las tiendas, los comerciantes y hasta los que se atreven a disfrazarse, todo en nombre de la “pureza cultural”. Según estas mentes brillantes, lo ideal sería “quitar la tradición gringa” para darle prioridad al Día de Muertos. O sea, critican a la Federación por ocurrencias como ir contra los videojuegos, pero en lo local, parece que no cantan tan mal las rancheras cuando de ridiculeces se trata.
La ironía es deliciosa: mientras el país necesita soluciones reales, aquí nos preocupamos por si un niño se disfraza de Spider-Man o de bruja. Qué terror. Será que en su juventud, estas fervientes defensoras de las buenas costumbres nunca fueron populares en las fiestas de disfraces… o quizá alguna vez las dejaron fuera del concurso de mejor atuendo y desde entonces juraron venganza.
Si el Halloween les parece una amenaza, esperen a descubrir el Carnaval de Veracruz o el Oktoberfest. No vaya siendo que pidan exorcismos colectivos. Por lo pronto, que alguien les regale una calabaza… pero de sentido común. Es un rumor chistoso, pero y ¿Si fuera cierto? Ah, lo peor, es que estas pláticas hay gente de todos los partidos, PAN,PRI,MORENA,MC,PEVM, ahora sí, «¡Qué miedo!»