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Las acusaciones de la diputada morenista América García contra el gobierno estatal después de que su hogar y vehículo fueran vandalizados en Casas Grandes parecen fuera de lugar, ya que existen mejores formas de buscar apoyo en las investigaciones. Ni siquiera su propia bancada respaldó sus declaraciones, solo la acompañaron en una conferencia de prensa reciente. Aunque es comprensible su preocupación y molestia, tratar de atribuir un conflicto personal, según el informe policial, a una etiqueta gubernamental parece un intento de forzar la atención que roza el abuso de poder.

El hecho de ser legisladora de Morena no la coloca por encima de la diligencia que merece cualquier ciudadano, y aún así, tanto la gobernadora estatal como el secretario de Seguridad Pública Estatal, Gilberto Loya, se han comprometido a llevar a cabo una investigación exhaustiva para que el acto de agresión no quede impune.

La Dirección de Mantenimiento Urbano del Municipio, encargada del alumbrado público, parece estar lidiando con problemas interminables. A pesar de su reciente esfuerzo por reemplazar miles de luminarias con lámparas LED en los últimos meses, las quejas y las fallas siguen siendo un tema recurrente.

Además, al igual que su predecesor, Fernando Coarasa, el actual director, Luis Báez Andraca, parece mantener un perfil bajo y se le ve poco en eventos públicos, incluyendo los del alcalde Marco Bonilla. Aunque se dice que trabaja arduamente, los problemas en su dirección son evidentes: calles oscuras, focos fundidos e incluso lámparas LED que han dejado de funcionar, convirtiendo la iluminación pública en un problema recurrente para la comunidad.

Los miembros de la Asociación de Comerciantes del Centro de Chihuahua, liderados por Claudia Portillo, no quedaron satisfechos, y con razón, por la situación durante las Fiestas Patrias. Afirmaron que el subdirector de Gobernación, Pedro Oliva, les prometió que solo se otorgarían 50 permisos para vendedores ambulantes, pero de repente la cantidad se disparó a 150 puestos instalados, sin que nadie les informara nada al respecto, a pesar de que obstaculizaban el acceso a los locales establecidos conocidos por todos los habitantes de la ciudad. Esto les afectó significativamente, ya que los puestos y carritos de ambulantes ocuparon las calles previas al centro, reduciendo sus ventas. Además, la remodelación en el centro, aunque beneficiosa a largo plazo, les privó de una oportunidad para sacar ventaja durante las festividades debido a la abrumadora presencia de vendedores informales. Lo que más les molesta es que ellos cumplen con el pago de alquileres, impuestos, salarios y permisos, mientras que los vendedores ambulantes, inevitablemente, afectan su negocio.