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En el laboratorio interno de MORENA, las lecciones del PRI parecen estar bien aprendidas. Desde ahora, los grupos al interior del partido ya han sacado a relucir nombres para la gubernatura de Chihuahua en 2027, aunque, claro, casi todos responden a las órdenes de Ariadna Montiel, la secretaria del Bienestar. Montiel, sin tener mayor vínculo con la cultura chihuahuense, busca allanar su camino como candidata, utilizando a figuras como Mayra Chávez, delegada del Bienestar; Cruz Pérez Cuéllar, alcalde de Ciudad Juárez; y Brenda Ríos, diputada local. Su jugada es simple: llenar la mesa de «aspirantes» para que la negociación final apunte inevitablemente hacia ella.
Mientras tanto, en el otro frente, los senadores Juan Carlos Loera y Andrea Chávez también se mueven, aunque Andrea no cumpla con el requisito de edad para contender. Pero en MORENA, ya sabemos que las leyes son más sugerencias que reglas. Por otro lado, Luis Alcalde Luján, dirigente nacional del partido, comienza a sonar como un caballo negro inesperado. Con tantos intereses en juego, queda claro que el manual político de MORENA tiene más de pasado tricolor que de futuro transformador.
Si hay algo que caracteriza al senador Mario Vázquez es su habilidad para colgarse de cualquier escándalo y convertirlo en un espectáculo personal. Esta vez, como era de esperarse, no decepcionó. Primero, hace unos días, salió a declarar que había sido víctima de amenazas y agresiones en el Senado, presentándose como un mártir de la democracia. Ahora, cita a los medios de comunicación desde las instalaciones del Bienestar en Chihuahua, con la clara intención de seguir exprimiendo la situación y politizar una demanda legítima.
Lo que resulta verdaderamente indignante es que mientras Chihuahua enfrenta problemas reales, como la inseguridad, la falta de infraestructura y un crecimiento urbano desordenado, el senador está más preocupado por su propia narrativa de víctima. No es la primera vez que Mario Vázquez hace esto: su carrera política está plagada de episodios donde, en lugar de proponer soluciones concretas, se limita a armar escándalos y buscar el reflector.
En este caso, el senador no solo se limita a hacer ruido, sino que, según fuentes cercanas, ha financiado el plantón que utiliza como escenario para sus declaraciones. Esto ya no es solo oportunismo, es un ejemplo descarado de cómo las demandas ciudadanas son utilizadas como herramientas políticas. En lugar de ponerse del lado de los afectados para buscar una solución real, Mario Vázquez prefiere convertir sus problemas en una pasarela mediática.
Lo más irónico es que este es el mismo político que ha criticado en múltiples ocasiones a otros por “hacer show” o “politizar las causas sociales”. Ahora, él se sube al tren de las mismas prácticas que tanto señala, demostrando que su verdadera especialidad no es legislar, sino armar telenovelas políticas.
Lo que realmente debería preocuparnos es el mensaje que envía este tipo de conductas: ¿es este el nivel de liderazgo que merecemos? Mientras los ciudadanos exigen soluciones reales, Mario Vázquez sigue demostrando que su prioridad es él mismo. Para los problemas de Chihuahua, propone drama; para las necesidades de la gente, ofrece discursos vacíos; y para la ciudadanía, solo queda la sensación de estar viendo un capítulo repetido de la misma tragicomedia política.
Chihuahua necesita políticos que trabajen, no figuras que busquen protagonismo a costa de los problemas de los demás. Mario Vázquez, por desgracia, parece decidido a convertirse en un símbolo de todo lo que está mal en nuestra clase política.