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Desde los tiempos en que López Obrador dibujó una potencial candidatura presidencial –en el año 2000–, aquí dije que el tabasqueño sería un peligro para México, para su naciente democracia y para todos los mexicanos.

En esos tiempos muchos fanáticos lopistas me insultaron y hasta me llamaron loco.

 

Luego le puse nombre y apellido a los afanes dictatoriales de Obrador, cuando dije que intentaría llevar a México al modelo de dictadura venezolano y cuando advertí que “Andrés Manuel” –como le dicen sus feligreses–, intentaría convertirse en el Chávez o el Maduro mexicano.

Para entonces el enojo de los lacayos lopistas ya era una patología y, por eso, pretendieron callarme por todos los medios posibles.

Hoy, cuando López Obrador prácticamente ha destruido la democracia mexicana; cuando compró al INE y al Tribunal Electoral; cuando orquestó una elección de Estado, cuando violó la Constitución para darle a Morena una ilegal sobrerrepresentación en el Congreso, cuando intenta desaparecer instituciones autónomas como en INAI y cuando pretende el control total del Poder Judicial, abundan las voces que se llaman a sorpresa y que admiten, a regañadientes, que estamos a las puertas de una dictadura como la venezolana.

¿De verdad no sabían qué clase de alimaña era y sigue siendo el sátrapa López Obrador?

¿De verdad se creyeron mentiras como “primero los pobres” y engaños como el de “no robar, no mentir y no traicionar”?

¿Creyeron que el dictador que construyó un partido a su imagen y semejanza, sería un demócrata una vez que alcanzó el poder absoluto?

¿Creyeron que la gasolina costaría 10 pesos por litro?

¿Creyeron ese “sueño fantástico” de que con AMLO el crecimiento económico sería de entre 4 y 6 por ciento?

 

¿Creyeron que Obrador respetaría la división de poderes; que no violaría la Constitución y que no se robaría las elecciones?

¿Creyeron la mentira de que, con Obrador, no habría más muertes violentas, más feminicidios, más desaparecidos y, sobre todo, más periodistas asesinados?

¿Y creyeron que la “narco-política” que siempre llevó a cabo el señor López, no sería una brutal realidad con AMLO como presidente?

Si creyeron todo lo anterior y si no fueron capaces de cuestionar en su momento lo que a todas luces eran mentiras, hoy de nada sirven las quejas y los lamentos.

Y es que todos los que hoy se llaman a sorpresa por la tiranía de López Obrador, los que se asustan y se escandalizan por la destrucción de la República, no sólo despertaron muy tarde, sino que abrieron los ojos cuando poco o nada queda por hacer y cuando López Obrador está a punto de darle la puntilla a la democracia mexicana.

Lo cierto es que, si a lo largo de todo el sexenio millones de mexicanos se negaron a ver la realidad de lo que era el fallido gobierno de AMLO, hoy de poco o de nada servirán los gritos, los lamentos y los sombrerazos en las semanas que le restan a la “presidencia formal” de Obrador.

Y le llamamos “presidencia formal” a la de López, porque está a la vista de todos que en el sexenio por venir “La Señora Presidenta” no será más que una marioneta del dictador, quien seguirá siendo el verdadero “mandamás” detrás del trono.

Sí, López será el “mandón” transexenal, les guste o no a millones de mexicanos idiotas que se niegan a abrir los ojos.

Al tiempo.

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