jorge fernandes menendez

Hoy, en la Cámara de Diputados se aprobará la modificación del transitorio constitucional para que las labores de las Fuerzas Armadas en temas de seguridad pública se puedan mantener por lo menos hasta el año 2028. Pasará con los votos de Morena, el PRI, el Verde y PT. Quién sabe si transitará en la Cámara de Senadores. Pero no será por profundas diferencias con la participación militar en temas de seguridad pública que, en realidad, se remonta, por lo menos, desde el sexenio de Ernesto Zedillo, sino por las luchas entre partidos, al interior de ellos y la conformación de alianzas o no, y entre quienes, de cara a los comicios de 2023 y 2024.

Hemos dicho aquí y nada ha cambiado hasta hoy: ningún gobernador, ningún presidente municipal, de ningún partido, ha hecho declaración alguna pidiendo que las fuerzas militares se retiren de esas tareas. Ninguno, ni del oficialismo ni de la oposición, y tampoco los dirigentes partidarios han hecho una propuesta seria para el futuro de la seguridad y la creación de un sistema policial nacional, con o sin participación militar. Se está usando el tema de la seguridad para dirimir otras batallas, olvidando que en el camino se pierden muchas más por la inseguridad cotidiana.

Lo ocurrido ayer en Orizaba demuestra el grado de violencia y de miedo que existe entre la gente. También la capacidad de los grupos criminales para enfrentarse con la autoridad, sea federal o local. Demuestra también a un gobernador, Cuitláhuac García, durísimo con sus adversarios políticos y débil ante los grupos criminales, sin salir siquiera a dar una explicación transparente de lo ocurrido. Salieron antes los sicarios rindiéndose en un mensaje transmitido por ellos mismos en redes, que las autoridades estatales a explicar qué había sucedido durante esas horas de terror.

Pero, insistimos, lo que se está debatiendo no es la seguridad, es la política y el sistema de alianzas, son los espacios de poder y las coordenadas para las próximas elecciones, tanto en el oficialismo como en la oposición. Cuando mañana se aprueba la reforma de participación militar en la Cámara de Diputados se oficializará la ruptura de la alianza Va por México, por lo menos, bajo sus formas actuales.

La crónica del 5to Informe de Gobierno de Alfredo del Mazo ayer en Toluca lo escenifica muy bien. Para nadie es secreto que el gobernador y Alejandro Moreno, el presidente del PRI, están alejados políticamente y que en el estado el que impondrá condiciones es Del Mazo. Muchos leyeron su discurso y las invitaciones al mismo como una suerte de entrega anticipada del estado a Morena.

No lo leí así: creo que, guste o no la forma de gobernar de Del Mazo, simplemente fue congruente con lo que ha hecho desde que asumió López Obrador la Presidencia. Mantuvo el diálogo y la relación, trabajó muy intensamente en temas de infraestructura y de seguridad (quizás en el Estado de México el mayor debe de su administración) con Claudia Sheinbaum, y tiene buena relación con el secretario Adán Augusto López y con el senador Ricardo Monreal. Hubiera sido un enorme error que, en vísperas de designar la candidata que encabezará al priismo en 2023, hubiera jugado a la sucesión con sus adversarios de Morena.

No veo a Del Mazo, o al priismo mexiquense, sacrificando su candidatura por una alianza con el PAN o el PRD. Mucho menos apoyando a un aspirante de otro partido. En el informe estuvo el precandidato panista Enrique Vargas, como el senador de Morena, Higinio Martínez, pero esos son ejercicios políticos, no definiciones.

Una vez que se dé el voto de la reforma en el tema militar en la Cámara de Diputados, ésta pasará al Senado. Allí los senadores que se oponen a la actual dirigencia priista, encabezada por Alito, tendrán que tomar una decisión que se antoja muy difícil porque deja en su cancha el balón: apoyan o no esa reforma, disputan con su voto en contra la dirigencia a Alito y refrendan la alianza con el PAN o tratan de recuperar su partido sin romperlo y votando por una reforma que han dicho que no comparten. Una salida puede ser la que podríamos llamar la solución Monreal con la Guardia Nacional. Estando en contra de la reforma que la incorporó a la Sedena se abstuvo, que es una forma de votar en contra, digamos, elegante. Incluso para el sector enfrentado con Morena ello podría tener menores costos políticos que los que pudo tener Monreal.

Porque hay un hecho que no se puede negar. El ADN priista está muy ligado a los orígenes y el desarrollo de lo que hoy es el Ejército mexicano. Ese ejército surgió de su revolución, y siempre lo han interpretado así. En una reciente y poco productiva reunión de dirigentes del PRI, PAN, PRD, alguien sostuvo algo que es verdad: en los orígenes del PRI está tanto el Ejército como en los del PAN, la Iglesia católica.

Puede haber muchos movimientos diferentes, muchos acuerdos, se puede pensar de una u otra manera, pero no veo al priismo diciéndole que no a los militares en temas de seguridad como no veo, incluso entre los más agnósticos de ellos, a panistas diciéndole que no, en un tema de principios, el aborto, por ejemplo, a la Iglesia. Sin aceptar esas diferencias no habrá alianza posible, con sin Alito, con o sin Marko Cortés. Por lo pronto, no creo que la haya en 2023. En el 2024 puede haber otra historia con otros personajes.

No veo a Del Mazo o al priismo mexiquense sacrificando su candidatura por una alianza con el PAN o el PRD.

Social Media Auto Publish Powered By : XYZScripts.com