PABLO HIRIART PAUSA.MX

Ayer en la mañana el país perdió a uno de sus grandes hijos, Carlos Rojas Gutiérrez, un hombre discreto, de probidad a toda prueba y un corazón enorme como su talento.

Es una lástima que haya dejado de latir, a los 69 años de edad, quien tenía mucho para dar en un país que a pasos agigantados pierde valores, sentido de comunidad, congruencia en sus liderazgos y vocaciones en la noble tarea de servir.

Fue el organizador y el prolijo artesano de Solidaridad, el programa social del presidente Carlos Salinas, en el que las comunidades se organizaban para decidir cuáles eran las obras prioritarias y el gobierno aportaba los recursos.

 

Para hacer Solidaridad y tejer sus 260 mil comités en todo el país, Carlos Rojas recorrió pueblo por pueblo, ranchería por ranchería y ciudad por ciudad.

Se destinaron, bajo su batuta, 50 mil millones de pesos (18 mil millones de dólares de ese entonces), para obras que no fueron de relumbrón ni pago a burócratas, sino a infraestructura educativa, en que maestros y padres de familia rehabilitaron 120 mil escuelas públicas, 900 mil becas a estudiantes de nivel técnico y superior, servicio eléctrico a 5 mil 230 colonias populares y a 14 mil comunidades rurales. Agua potable, alcantarillado, caminos rurales…

Pero lo más importante de Solidaridad fue haber organizado a las comunidades y haberles dado poder de decisión.

Si en lugar de desaparecer Solidaridad para repartir dinero a destajo, sin compromisos ni padrón, lo hubieran perfeccionado, las redes de relaciones humanas que se tejían en las comunidades no habrían dado lugar a la crueldad criminal que hoy vemos en Guerrero, Michoacán, Morelos…

Murió Solidaridad y ayer murió su amoroso hortelano.

Dos años duró la lucha de Carlos Rojas contra la muerte, en los que brincó de manera impresionante todos los obstáculos, me dijo su médico, salvo el final.

 

Dejo aquí su carta de despedida, y la que recibió por respuesta de su exjefe y amigo, el presidente Carlos Salinas.

“Amigos:

Llegamos hasta donde se pudo. Nos vamos sin dolores ni sufrimientos, más bien, marchamos con alegría, contentos de haber hecho siempre lo que nos tocaba, lo que nos gustaba.

Nos vamos agradecidos con la vida por la generosidad con la que nos trató y, más aún, por haber coincidido con ustedes.

Muchas gracias a todos a ustedes y a nuestro equipo médico por su profesionalismo y empatía (Wolpert, Huitzil, Rosas , Guajardo, Galindo, Chávez , Noguez, Demichelis, Amaya, Nahum y José Manuel Balboa, incluyendo a las enfermeras de quimio y radio por todas sus atenciones y al personal administrativo y de servicios del hospital ABC).

Les deseo lo mejor. Los voy a extrañar…”.

De su exjefe y amigo, Carlos Salinas:

“Querido tocayo tu mensaje me estrujó y lo único que alivió un poco el dolor de saber de tu partida es la serenidad con que lo escribes, pero sobre todo la huella profunda que dejas en nuestro México.

Tu trabajo en Solidaridad hizo posible que una idea fuera realidad, que hiciera una diferencia en la vida de uno, varios, cientos, miles, millones de mexicanas y mexicanos.

Con tu honestidad y compromiso con la justicia, incluyente y tolerante, permitiste que ellas y ellos vivieran con dignidad y orgullo su lucha diaria y tuvieran resultados de su esfuerzo colectivo. Fuiste un auténtico ‘compañero y camarada’ de cada uno de ellos.

Por mi parte rindo tributo de admiración y agradecimiento por tu trabajo solidario en el que tú y yo compartimos inmensas alegrías al convivir con la felicidad de esos millones de mexicanos de nuestro pueblo.

Gracias, muchas gracias por tu inmenso trabajo. Ya nos veremos nuevamente y volveremos a recordar juntos la hazaña social de la que fuimos parte.

Te vas cuando eres más necesario en la reconstrucción de nuestro México. Pero dejas la lección de tu ejemplo, muy difícil de emular, pero indispensable de intentarlo.

Te abrazo con enorme afecto y cariño queridísimo tocayo.

Para tu familia mi más sincero pésame y todo el cariño que te guardo a ti”.

Social Media Auto Publish Powered By : XYZScripts.com