Vaya que las reuniones de seguridad que López Obrador presume encabezar a diario a las seis de la mañana son harto peculiares.
En primer lugar, todo indica que sirven para maldita la cosa.
Hay imágenes de algunas de ellas en donde se ve cabecear a AMLO, quien así no presta ninguna atención a lo que sus colaboradores estén perorando.
Otras en las que invitan a los “periodistas” afines a presenciar lo que debería ser manejado con altos niveles de discrecionalidad.
Pero el colmo ha sido la de este lunes en la que, en lugar de atender lo que sucede en Culiacán y en otros puntos “calientes” de la geografía nacional, los asistentes –generales y almirantes, entre ellos—llevaron un conjunto de mariachis para cantarle “Las Golondrinas”. Además, hubo tamaliza.
De puritito milagro no llevaron a la banda sinaloense –banda musical, aclaro–, para que le tocaran a AMLO un corrido tumbado.
¡Por eso la seguridad pública está como está!
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De milagro, mi tocayo Andy López Beltrán no tartamudea, pero sí hace pausas al hablar –tara hereditaria, probablemente–, como se escuchó el domingo cuando pronunció su primer discurso público al tomar posesión como el próximo factótum
Eso, en cuanto a la forma.
En el fondo, el objetivo de su breve alocución fue hablar de su papi.
¡Papi, papi, papi!
Como aquel boxeador que decía debérselo todo a su mánager, Andy dejó en claro que le debe todo a su papi.
Mal comienzo para quien es presumido como el “político” de los tres Niños Guinda.
¿Político? No. “Grillo”, más bien.
Volvió a “grillarse” a su papi.
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Con respecto a las proclamas de “¡dictador, dictador, dictador!” que le lanzaron a López Obrador en Veracruz habría que hacer una aclaración.
No es dictador.
De acuerdo con los teóricos de la Ciencia Política, la figura del dictador se creó para una finalidad muy específica: actuar en beneficio de la comunidad ante la amenaza de una guerra.
La palabra viene del Latín Dictatore cuyo significado es “el que ha dicho” Y tiene su origen en la Constitución de la antigua Roma, alrededor de los años 500 a.C.
El dictador era nombrado por uno de los cónsules, quien a su vez habría recibido una orden del Senado. Era investido de un poder ilimitado sobre la comunidad y sus ciudadanos. Una vez cumplida su misión, cuyo período no podía exceder de 6 meses, volvía a ser otro ciudadano más y rendiría cuentas sobre las medidas tomadas durante su mandato
Hoy en día, empero, no existen dictadores, existen dictadorzuelos.
AMLO es uno de ellos.