PABLO HIRIART PAUSA.MX

MIAMI, FL.- Fueron quizá los 31 minutos más largos de la vida política de Joe Biden, que incómodo ante las cámaras de televisión se tuvo que tragar el rollazo del presidente Andrés Manuel López Obrador que le dio clases de economía, comercio y migración.

Los periodistas que cubren la Casa Blanca no fueron ajenos a la tortura de esa media hora infinita.

Eli Stokols, reportero de Los Angeles Times, posteó, incrédulo e irónico: Extraordinario, AMLO ha estado hablando durante 25 minutos en la Oficina Oval, ofreciéndole a Biden un prolongado soliloquio sobre el New Deal, los precios de la gasolina, una mayor colaboración económica y sigue….

Scott Detrow, de la mayor cadena de radio de Estados Unidos, National Public Radio, puso:

En su larga carrera como senador de los EE. UU., Joe Biden se ha sentado durante una buena cantidad de largos discursos. Pero sentado en la Oficina Oval el martes, el presidente Biden parecía un poco fuera de práctica. Durante una reunión con el mexicano Andrés Manuel López Obrador, Biden a veces sonreía, hacía muecas, se movía nerviosamente y tomaba notas mientras el presidente mexicano lanzaba comentarios que se prolongaron durante más de media hora.

Hasta las seis de la tarde, viarias horas después de terminada la reunión, las páginas on line de The New York Times y The Washington Post (los periódicos que revisé) no habían registrado una sola línea de la visita del mandatario mexicano y su encuentro con Biden.

La atención de los medios estaba puesta en la audiencia en el Congreso sobre la participación del expresidente Donald Trump en el asalto al Capitolio el 6 de enero de 2021, en la que sí hubo noticias y no retórica.

En sus secciones internacionales, las páginas web de los diarios hablaban de un conflicto de ahorradores en China, la asistencia bélica iraní a Rusia y la posibilidad de que el petróleo se dispare a 140 dólares el barril si Europa corta el suministro que le llega de Rusia.

Mientras el mundo giraba con la angustia de los hechos y conocía pormenores del premeditado asalto a la ciudadela de la democracia de este país, el presidente de Estados Unidos sudaba arrinconado en la Oficina Oval con la cátedra de López Obrador.

Le exponía cómo se baja la inflación, a pesar de que la inflación subyacente en México (el indicador más confiable, porque incluye precios más volátiles, como energéticos y productos agropecuarios) es mayor a la de Estados Unidos.

En todo caso la cátedra de AMLO a Biden debió ser cómo tener inflación elevada sin haber gastado dinero en rescatar a empresas de la quiebra y a ciudadanos del hambre. Y subsidiando la gasolina con 300 mil millones de pesos al año.

Consciente de que tenía al presidente Biden arrinconado y sin poder salir, López Obrador lo volteó a ver sonriente y le dijo: ya casi voy a terminar.

Pero siguió en su exposición. Se aventó un glosario de cinco puntos para resolver el fenómeno migratorio. Se cuidó de no extender más su conferencia con la explicación de por qué México es, a partir de su gobierno, el principal exportador de migrantes ilegales a Estados Unidos.

Tampoco molestó a Biden con alusiones a la crisis de seguridad y violencia que se vive en México, causa principal de que los mexicanos se desplacen a buscar una vida menos sufrida en Estados Unidos.

La comedia de ayer en la Casa Blanca confirma gráficamente lo que ya sabíamos: Biden tiene que aguantar a López Obrador porque México juega un papel central en la contención de los flujos migratorios.

Demócratas tan influyentes como el senador Bob Menendez le han pedido al presidente que endurezca su política hacia México, porque es la única forma que AMLO se modere en sus atropellos a la democracia, ataques ilegales a sus adversarios, hostilidad hacia la prensa (conferencia del lunes).

Ayer mismo, mientras AMLO disertaba en la Oficina Oval, nueve senadores demócratas de peso completo condenaron la violencia contra periodistas en México e hicieron un llamado al gobierno mexicano a actuar de manera urgente para salvaguardar la libertad de prensa.

Biden se mantiene en la idea de que las políticas migratorias de México podrían sepultar toda posibilidad de que los demócratas retengan el control de la Cámara baja y del Senado en las elecciones de noviembre.

Tiene que soportar a López Obrador y no confrontarlo, como se lo piden.

En todo caso López Obrador pareció salirse con la mejor parte en esa reunión intrascendente. Propuso un plan migratorio tan atrevido como incumplible, mientras que Biden simplemente reconoció que existen problemas y que se necesita paciencia para resolverlos.

Aunque López Obrador regresará a México sin nada bajo el brazo, su visita cumplió dos cometidos:

Mandó el mensaje de que se puede hacer enojar a Estados Unidos (a Biden, mejor dicho), como él lo hizo al boicotear la Cumbre de las Américas, sin que haya ninguna consecuencia práctica.

Y al menos públicamente evita toda crítica de Biden, a pesar de los llamados en el Congreso para que el presidente de Estados Unidos confrontara a su colega mexicano por la erosión de las libertades democráticas en México.

López Obrador no perdió nada con esta visita.

Biden sí: 31 minutos de su vida.

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