A pesar de que Chiapas es una de las diez regiones del mundo con mayor reserva de agua y tiene el 45 por ciento de los hídricos del país, el 51 por ciento de la población chiapaneca, principalmente en las comunidades rurales y en las zonas perífericas de sus principales ciudades, padece la falta del vital líquido debido al alto costo de llevarlo a las zonas elevadas, principalmente la Sierra y los Altos, donde están las comunidades de mayor pobreza.
La riqueza del territorio chiapaneco en materia hídrica se debe a que cuenta con 47 ríos, entre los que destacan el Grijalva y el Usumacinta, dos de los más caudalosos de México; tiene 81 cuencas hidrográficas que aportan el 30 por ciento del agua dulce del país; además de una gigantesca reserva de agua subterránea, con dos mil 500 hectómetros cúbicos, pero no está convenientemente distribuida, falta infraestructura y se encuentra en gran parte contaminada.
Se han identificado 135 puntos de descarga de agua residuales que afectan al 79% de los ríos y arroyos de la entidad. Entre los más contaminados están: el río Sabinal en Tuxtla Gutiérrez; el río Grande en Comitán; río Amarillo y su afluente, el Fogótico, en San Cristóbal de las Casas, que también presentan altos niveles de contaminación debido a descargas de aguas residuales.
Más allá de los discursos y promesas que todos los años hacen las autoridades en el contexto del Día Mundial del Agua, celebrado el sábado 22 de marzo, la triste realidad es que se están muriendo los ríos de Chiapas.
El emblemático Cañón del Sumidero se ha convertido en un vertedero de basura y aguas negras que provienen de las colonias y fraccionamientos que, ante la indiferencia de las autoridades de Chiapa de Corzo, se han construido en la ribera del río Grijalva.
De igual manera, el caudaloso río Santo Domingo, ubicado en los límites de Tuxtla Gutiérrez y Chiapa de Corzo, que durante años fue el balneario del pueblo en las vacaciones de Semana Santa, se ha convertido en un triste arroyo debido a que, también con total impunidad, ha sufrido la extracción ilegal de arena.
En Chiapas, la protección del agua se ha abordado a través de diversas leyes y decretos. Uno de los principales es la Ley de Aguas para el Estado de Chiapas, publicada el 11 de diciembre de 2013 y el gobierno estatal, a través de la Secretaría de Protección Civil, emitió un decreto en septiembre de 2022 para la Protección del Agua en Chiapas, para que, de forma coordinada los tres órdenes de gobierno (federal, estatal y municipal) implementen las estrategias y acciones para reducir riesgos en el uso, conservación y aprovechamiento de los recursos hídricos de la entidad. En otras palabras, hay leyes, pero no se aplican ni se cumplen.
De igual manera, en Tuxtla se encuentra la Planta de Tratamiento de Aguas Residuales Tuchtlán, inaugurada en 2015, que junto con la planta de Paso Limón, son de las más grandes de Chiapas. Ambas plantas combinadas permiten enviar al río Sabinal mil 120 litros de agua tratada por segundo, equivalentes a más de 38 millones de metros cúbicos anuales, lo que podría abastecer el 70% del agua que consume todo el municipio de Tuxtla Gutiérez.
Sin embargo, de acuerdo a datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), en Chiapas sólo están operando cinco plantas de potabilización de agua y hay 51 plantas de tratamiento de aguas residuales municipales, de las cuales sólo operan trece. En otras palabras, han sido construidas plantas potabiizadoras, pero no funcionan.
Además, según se informó en el anterior gobierno, se formó una Comisión Estatal para la Prevención y Resilencia, como un órgano colegiado interinstitucional que tendrá por objeto normar, formular, establecer, desarrollar y ejecutar las estrategias, acciones y medidas de prevención necesarias para reducir los riesgos relacionados con los recursos hídricos de la entidad. En otras palabras, hay una comisión pero nunca se ha reunido y si lo ha hecho, ha sido en completo secreto.
Por el contrario, la contaminación de ríos y otros cuerpos de agua en zonas aledañas a las ciudades de Chiapas es alarmante, sobre todo en aquellas que tienen más de 500 mil habitantes, como Tuxtla Gutiérrez, Tapachula, Comitán y San Cristóbal de Las Casas.
Existen problemas de contaminación en el río Grijalva, en el tramo comprendido entre las presas La Angostura y Chicoasén, cuyos afluentes son el río Sabinal, receptor de las aguas residuales de las ciudades de Tuxtla Gutiérrez y Chiapa de Corzo; y el río Santo Domingo que recibe las aguas residuales de los municipios Villaflores, Suchiapa, San Lucas y Villacorzo.
Para los municipios de San Cristóbal de Las Casas, San Juan Chamula y Tenejapa, aproximadamente el 80 por ciento del suministro de agua proviene del macizo volcánico Huitepec – Tzontehuitz, pero en San Cristóbal los ríos Fogótico, arroyo Chamula, río Amarillo, arroyo San Felipe y arroyo Navajuelos, son usados como depósitos de aguas negras que provienen de casas y negocios en la ciudad.
Lo mismo sucede en Tapachula, los ríos Coatán y Cahoacán, así como en el río Grande en Comitán, que presentan un alto grado de contaminación que es generado por las descargas de aguas residuales de las ciudades.
En otras palabras: Los ríos y lagunas que han sido considerados como fuentes de vida y reserva estratégica del país, además de que son una de las principales atracciones turísticas de Chiapas, están agonizado. RDM