jorge fernandes menendez

Atrapada en la sucesión adelantada, la política nacional entró en una metamorfosis gatopardista, todo cambia para que todo siga siendo igual.

Comencemos por los cambios en el gabinete. El presidente López Obrador habló de por lo menos ocho funcionarios que dejarán su responsabilidad en su equipo. El viernes se van Claudia Sheinbaum y Adán Augusto López. Para el gobierno capitalino y para Gobernación se especuló con que llegaría Rosa Icela Rodríguez, pero ella, como ya se ha dicho, se quedará en la secretaría de Seguridad federal donde ha logrado establecer, se asegura, una muy buena relación con los mandos militares y de la GN.

A la ciudad de México, en reemplazo de Claudia, llegará Martí Batres, el actual secretario de gobierno, que tendrá que ser aprobado el viernes por el congreso local. No llega sin compromisos: Martí mantendrá a Omar García Harfuch, que será designado, además, coordinador del gabinete de seguridad capitalino. También se mantendrán las principales posiciones de Claudia en el ámbito financiero y de obras. Martí, que ya no podrá participar en la búsqueda de la candidatura (sus posibilidades eran muy bajas) ascenderá a su gente en el área de gobierno. Lo cierto es que en cuatro meses habrá candidato o candidata para el GDF y eso cambia muchas cosas.

En Gobernación se asegura que llegará la actual secretaria del Trabajo, Luisa María Alcalde, manteniendo parte del equipo de Adán Augusto. Luisa María era otra de las que aspiraban a la candidatura de la ciudad de México. Si García Harfuch, quien mejor aparece en la mayoría de las encuestas, se queda en seguridad, si ya no aspiran a ese puesto Rosa Icela, ni Martí ni tampoco Luisa María, la versión de que Ricardo Monreal se quedará con esa candidatura parece cobrar cada vez más fuerza. A eso hay que sumarle que Monreal ha logrado mantener con influencia en la cámara alta con la designación del chiapaneco Eduardo Ramírez como coordinador de la bancada y con Alejandro Armenta como presidente del senado. La ecuación parece cerrar.

En la cancillería la designación de Alicia Bárcena es un acierto. Es una diplomática con experiencia, respetada y respetable, con credenciales reconocidas y que mantiene muy buena relación con todo el mundo político. No transitó cuando fue postulada por el presidente López Obrador para el BID pero no creo que haya sido un veto personal, sino político (por eso también fracasó en el intento Gerardo Esquivel): Estados Unidos, que tiene el 30 por ciento de los votos en el BID, quería otro perfil y otra nacionalidad de origen, por eso apoyó a un economista con sólidas relaciones con el FMI y el Banco Mundial, y con el sector privado, el brasileño, ello también influyó porque tuvo el voto de casi toda Sudamérica, Ilan Goldfajn. Pero, insisto, no se descalificó a Bárcena que tuvo desde el departamento de Estado uno de los primeros beneplácitos por su designación.

Vamos con los desatinos: ¿quién le habrá dicho a Yeickol Polenvsky que podía ser candidata presidencial de Morena?¿a quién se le ocurrió?. La ex presidenta del partido, actual diputada federal, argumentó que se presentaba para que “existiera mayor representación de género”, pero la verdad es que si ese fuera el caso, nadie estaba pensando en ella.

Mario Delgado la bateó diciendo lo que tenía que decir: que las invitaciones del Consejo Nacional, tenían nombre y apellido, eran personales y que no aceptarán a nadie más que los cuatro nombres ya conocidos.

Al margen: sigo sin entender la razón y el mecanismo para involucrar en ese proceso a Gerardo Fernández Noroña y a Manuel Velasco. Según me dijo Delgado, ambos podrán participar si son “oficialmente” candidatos de sus partidos, el PT y el Verde respectivamente, pero que yo sepa, ninguno de los dos partidos los ha declarado como tales, pero incluso, en el caso del Verde, una parte de ese partido apoya públicamente a Claudia y otra a Marcelo, mientras que se dice que muchos de sus dirigentes tienen muy buena relación con Adán Augusto.

Manuel, si termina siendo candidato del Verde, podría ser una opción transitable, por sí mismo y por su matrimonio con la cantante Anahí. A Manuel y a Gerardo sin duda los beneficia estar en esa boleta, pero sigo sin entender en qué beneficia a Morena que ambos participen en el proceso interno del partido.

Los cinco de la Corte

Ayer el presidente López Obrador trató de ejemplificar sus desencuentros con la Suprema Corte contando que cuando se votó la constitucionalidad de la incorporación de la Guardia Nacional a la Sedena habló con los cinco ministros y ministras que fueron designados durante su administración y se quejó de que sólo tres apoyaron su posición. A los otros (y al resto de los ministros) los cubrió de insultos, de chuecos e hipócritas no los bajó.

En realidad, habla muy bien de los ministros que con transparencia le hayan dicho al presidente que no votarían como él les estaba exigiendo. El ejecutivo propone integrantes de la Corte y el congreso los califica, no para que hagan lo que quiera el presidente en turno, o el que los propuso, sino para ejercer su labor como un poder autónomo del propio ejecutivo, como un poder de control. Es la base de la división de poderes: los ministros no están ahí para complacer, sino para hacer que se cumpla con la ley y se respete la constitución.

No se trata siquiera de analizar la forma en que votaron los ministros, se puede discrepar o no, es tan legítimo lo que votaron unos ministros como los otros, lo que no se puede poner en discusión es la autonomía que debe tener el poder judicial respecto al ejecutivo y el legislativo.

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