Es momento de preguntarnos y preguntarles si Alejandro Encinas estuvo presente en la oficina del presidente de la República cuando se fraguó esa verdad histórica, pues lo sostiene con absoluta contundencia.
Para peor, luego nos endilga, como broche de oro, lo de crimen de Estado, con un desparpajo absoluto, porque seguramente le dictaron línea, a él sí, en la oficina de Andrés Manuel López Obrador. ¿Dónde queda la responsabilidad de José Luis Abarca, de los narcotraficantes que enviaban droga a Estados Unidos? ¿Es costumbre de los procuradores de la República, hoy fiscales, presenciar la tortura después de ordenarla o, al menos, sugerirla?
En buen momento trajo a colación ese concepto de crimen de Estado el señor Alejandro Encinas, porque considero que lo de los 43 fue, sí, un crimen entre narcos protegido por políticos, pero muy distante de lo que sucede hoy en el sector salud, determinado por una política de Estado conceptuada entre los ideólogos de la 4T y patrocinada por su líder moral, Andrés Manuel López Obrador, en funciones constitucionales de presidente de la República.
Destruyeron -con absoluto conocimiento de las consecuencias- el sistema de distribución de medicamentos, lo que ha propiciado su encarecimiento y desabasto en las clínicas y hospitales del sector salud.
Desaparecieron el seguro popular, y el Insabi se ha mostrado incapaz de igualar la eficacia del modelo “neoliberal”, lo que propicia enfermedad y muerte y, además, debido a la violencia en amplias zonas de la república, hay carencia de médicos porque no desean arriesgar sus vidas. Algunos ya fueron ejecutados.
Desaparecieron el exitoso esquema de vacunación universal para todos los niños de la república y, además, dejaron de fabricar esas vacunas tan necesarias. Regresan enfermedades como sarampión, varicela, tosferina y polio, porque efectivamente pronto tendremos un servicio médico asistencial como el de Dinamarca.
El esquema de vacunación contra el Covid-19 no es el éxito que proclaman, pues muchas vacunas desaparecieron, otras caducaron y otras más son entregadas con retraso por parte del mecanismo de la ONU.
Seamos sensatos y llamemos a las cosas por su nombre. La manera en que se diseñó la política para “reformar” el sector salud, es un auténtico, un verdadero crimen de Estado, fraguado, sí, en el despacho presidencial.
Recupero el ejemplar de Los intelectuales y el poder, las conversaciones entre Gabriel Careaga y Gastón García Cantú. Les comparto una verdadera perla, en la que refiere a una carta de Lombardo Toledano fechada en 1931… como si fuera hoy:
“… La crisis económica es fuerte, pero la crisis moral es más grave aún, nadie sabe hacia dónde camina el país, el gobierno es cada vez más ineficaz y lo que es más serio todavía, no da muestras de preocupación por hallar un camino”.
Pareciera que el mundo se detuvo, y no nos salgan conque Lombardo es neoliberal, fifí, de la mafia del poder.