La estrategia de movilizar cónsules y otros funcionarios para dar el debate con sus
homólogos estadounidenses en torno a la seguridad en México y el tráfico de fentanilo,
puede tener alguna utilidad pero es una medida más para consumo interno que una que
vaya en influir en ese debate dentro de la Unión Americana. Cualquier controversia se
debilita si, al mismo tiempo, siguen muriendo al año más de cien mil personas por
sobredosis de fentanilo en ese país. Esa es una suerte de línea roja que una vez que se ha
cruzado es muy difícil volver a marcar. Y eso ya ha sucedido.
El debate podría y debería encauzarse por otros ámbitos, por el de la colaboración
(que existe en muchos espacios, pero que debería hacerse mucho más evidente y ostensible)
y el de las insuficiencias. Un ejemplo, desde diciembre del 2021, el gobierno de Estados
Unidos tiene identificado a uno de los principales proveedores de fentanilo ilegal hacia
México y la propia Unión Americana. El 16 de diciembre de ese año, el departamento del
Tesoro de Estados Unidos anunció nuevas medidas relacionadas directamente con la
persecución del tráfico de fentanilo y sus precursores. Era la primera vez que claramente no
se centraba en los cárteles, sino en la trama global que maneja ese enorme negocio y que
tiene origen en China y que en México ocupa uno de los espacios más importantes del
crimen organizado.
Además de ofrecer una recompensa, vía la DEA, de cinco millones de dólares por
información que lleve a su captura, el departamento del Tesoro incorporó a sus listas de
narcotraficantes a Chuen Fat Yip y a su empresa, Wuhan Yuancheng Gongchuang
Technology Co.Ltd.
Aquí le contábamos entonces que Chuen Fat Yip, encabeza una organización
criminal, según el departamento del Tesoro, que opera en China y Hong Kong. Trafica
fentanilo, esteroides anabólicos y otras drogas sintéticas y controla un grupo de empresas
que venden compuestos y precursores químicos de fentanilo al público y a empresas
privadas, una de las cuales es Wuhan Yuancheng Gongchuang Technology Co. Ltd. Está
asociada directamente con el Cártel de Sinaloa y son los que proveen a esa organización de
la droga para su comercialización ilegal en la Unión Americana.
Las empresas de Chuen Fat Yip reciben pedidos por Internet de precursores y
compuestos, que luego envían a todo el mundo. Chuen Fat Yip también es considerado,
dice el gobierno de Estados Unidos, como el más importante productor de esteroides
anabólicos a nivel global. Utiliza moneda virtual, como Bitcoin, y transferencias de fondos
a través de empresas de servicios monetarios y bancos para recibir sus pagos.
El caso de Chuen Fat Yip, también se relaciona con otra empresa china de
transporte de productos químicos: Shanghai Fast-Fine Chemicals Co. que desde 2019,
envía precursores químicos, a menudo etiquetados falsamente, a los grupos criminales en
México, en especial el Cártel de Sinaloa, para la producción de fentanilo. Otras empresas
sancionadas son Hebei Huanhao Biotechnology Co., y Hebei Atun Trading Co. La primera
también con sede en China, importa y exporta productos químicos y farmacéuticos
utilizados para producir opioides. También ha estado involucrada en la producción de
precursores de fentanilo. La segunda participa en la venta de precursores químicos de
fentanilo y en la falsificación de detalles de envío de productos químicos.
Esos son los principales proveedores, dice el gobierno estadounidense, de fentanilo
ilegal y de otros precursores para el cártel de Sinaloa, el más importante productor de esa
droga ilegal en México y de su introducción y distribución en los Estados Unidos. En aquel
diciembre el departamento del Tesoro, por primera vez, colocó en sus listas al cártel de los
Rojos y a Guerreros Unidos, escindidos originalemente de un grupo que está desde hace
años en ella, los Beltrán Leyva. Los Rojos, dice el Tesoro, es responsable del tráfico de
numerosas drogas ilícitas, sobre todo heroína, hacia los Estados Unidos. Guerreros Unidos,
sostiene, expandió su papel en el comercio de heroína y colabora con el Cartel Jalisco
Nueva Generación, con el que comparte las mismas redes de transporte para trasladar
drogas a Estados Unidos y lavar dinero en México.
Pero el eje es el fentanilo. Como adelantábamos en el libro La nueva guerra, del
Chapo al fentanilo, Grijalbo 2021, en el mundo postpandemia el tráfico de drogas sintéticas
como el fentanilo tendría un lugar protagónico. Este opiacio sintético, es mucho más barato
para producir; para su consumo se necesitan dosis de menos de dos miligramos, por lo que
se pueden hacer miles con apenas unos kilos; se puede producir en cualquier cocina, no
huele, su apariencia es inócua, y se vende en pequeñas pastillas imposibles de distinguir de
cualquier medicamento; las utilidades que deja son geométricamente superiores a las de
cualquier otra droga. Tiene un gran inconveniente, mata con enorme facilidad.
Muchos de nuestros criminales están en libertad y esa es nuestra responsabilidad.
Pero desde diciembre del 2021, Chuen Fat Yip y sus empresas están identificados por las
autoridades estadounidenses y desde entonces no hemos tenido noticia alguna sobre él, sus
empresas siguen traficando y la droga sigue llegando a los cárteles mexicanos y a los
consumidores de ese país. Golpear ahí, y en otros como Chuen Fat Yip, es lo que se
requiere. Esa es la principal colaboración que necesitamos en la lucha contra el fentanilo. A
México esa posibilidad lo trasciende. Pero nadie habla de ello.