JIRONES DE NUESTRA HISTORIA

 

 

DESDE LO MÁS PROFUNDO, NEGRO, TRISTE Y DOLOROSO DE NUESTRA HISTORIA: EL HIERRO REAL O “HIERRO DE RESCATE”, PARA MARCAR Y HERRAR A LOS ESCLAVOS INDÍGENAS.

 

Por: José Luis Jaramillo Vela

 

La Corona Española establece la esclavitud como institución jurídica, política y social

 

En 1517, unos cuatro años antes de la conquista de México, el Rey Carlos V decreta una serie de concesiones para los colonos españoles que iban a establecerse en los nuevos territorios de las conquistas españolas; una de estas concesiones era que estos súbditos de la Corona podrían tener y utilizar esclavos, ya fuesen nativos de la región o traídos de África o de Asia, para trabajar los territorios conquistados y comenzar a rendir frutos, tanto para la Corona, como para los mismos colonizadores.

En México, la conquista del territorio se logró en 1521, y la Corona Española envió tropas, exploradores y misioneros para que, en el más corto tiempo posible, sometieran, dominaran y evangelizaran a los nativos locales. Mientras todo eso sucedía, el Rey Carlos V designó a Hernán Cortés de Monroy y Pizarro Altamirano, como encargado de que las órdenes del Rey se llevaran a cabo; para ello, nombró a Cortés como Capitán General de los Territorios de la Nueva España, que en realidad era un Virrey, pero la Corona no podía darle carácter de Virreinato hasta que no estuviese bien asentada la conquista, y ese era el encargo de Cortés.

En la medida en que Hernán Cortés iba consolidando la conquista, extendiendo los dominios, sometiendo y evangelizando a los indígenas, iban llegando colonos españoles a afincarse en la Nueva España a buscar fortuna, estableciendo grandes haciendas para la agricultura y la ganadería, así mismo, otros abriendo comercios y fábricas. Y para todo ello se requería mano de obra, y ellos la querían lo más barata posible y mejor aún, gratis; para ello, el Decreto Real de 1517, les facultaba para tener la fuerza laboral de manera

gratuita, en la figura del esclavo; en eso se convirtieron los indígenas nativos una vez que fueron sometidos por los españoles.

 

La esclavitud antes de la llegada de los españoles

 

Entre las tribus indígenas de México existía la esclavitud, aunque no de manera generalizada y tenía un carácter más bien social y como parte de la cultura de algunas tribus, ya que no todas lo practicaban; este tipo de esclavitud se daba únicamente con los prisioneros de guerra que eran capturados en las batallas y que mientras aguardaban su turno para ser sacrificados a los dioses, eran puestos a realizar trabajos sin pago alguno, en la construcción de pirámides o de edificios públicos y mejoras a las ciudades.

En cambio, en Europa, el esclavismo era una muy lucrativa actividad de intercambio comercial, avalada política y socialmente y jurídicamente legal, con fines lucrativos y de explotación comercial de los seres humanos; allá se comercializaba con esclavos africanos y asiáticos y era un gran negocio para todos los involucrados en tan inhumana actividad; además, ya puestos en tierra, los precios se incrementaban de acuerdo a la cantidad de esclavos que morían en el trayecto, debido a que viajaban encadenados y en unas condiciones de hacinamiento, insalubridad y de una pésima alimentación, de modo que muchos morían en el viaje y los esclaveros les añadían su precio a los que llegaban vivos, tenían que resarcir “las mermas”, se decía entre ellos.

El mismo Cristóbal Colón, antes de ser contratado por los Reyes Católicos, se dedicaba al comercio de esclavos, Colón tenía cuatro carabelas de su propiedad, con ellas y con su tripulación realizaba viajes a África y a Asia para traer esclavos, se sabe que Cristóbal Colón metía entre 550 a 600 esclavos por viaje en sus cuatro carabelas, y los subastaba en los mercados de los puertos del Mar Mediterráneo.

También se sabe que, a la llegada de los españoles, algunas tribus indígenas, creyendo que eran los dioses les ofrecieron algunos prisioneros de guerra capturados, para que realizaran trabajos personales a Cortés y sus generales. Los primeros esclavos africanos en México fueron traídos por los españoles en 1521; Cortés traía doce esclavos negros entre su personal y siguieron llegando más esclavos africanos durante el período de la conquista, de modo que de doce que llegaron con Cortés, para 1570 ya eran veinte mil esclavos africanos, distribuidos principalmente en las costas del Golfo de México y en las costas del Pacífico sur de México.

 

La esclavitud comienza a generalizarse en la Nueva España

 

Las tribus nativas de lo que hoy es México, nunca imaginaron, ni en sus más negras pesadillas, el sufrimiento y el dolor que les iba a causar el haber confundido a Hernán Cortés y su gente con los dioses, el haberlo recibido como dios y creer y aliarse con él; es verdad que fue el paso que con el tiempo dió forma al país que hoy tenemos, pero fue un paso muy doloroso, muy indignante e inhumano.

En tres años, Cortés ya tenía sometidos a gran parte de los pueblos indígenas del centro y sur de la Nueva España y los españoles que se estaban estableciendo en nuestro territorio, comenzaban a demandar la mano de obra de los esclavos; y los esclavos que estaban entrando eran africanos traídos desde las Islas Bahamas por los esclaveros, para ser vendidos en Veracruz.

Por cada esclavo vendido en territorio continental español o posesión de la Corona Española, el 20% de la venta era para el Rey, por lo tanto, Carlos V deseaba llevar el más estricto control y registro posible de cada esclavo vendido en sus posesiones, para no perder ni un solo centavo; el Rey pensaba que como él emitió el decreto que legalizó y facilitó la esclavitud, justo era que se llevara la quinta parte del jugoso y creciente negocio de la esclavitud.

Y para llevar tal control y registro de esclavos, al Rey Carlos V no se le pudo ocurrir un método más inhumano, indigno y cruel, que herrar y numerar a los esclavos, igual que como se hace en las ganaderías para llevar el registro y control de las reses; para tal fin, el Rey creó el Hierro Real, que era el “herraje oficial” que debían llevar los esclavos comercializados en territorio o posesión española.

 

Llega a la Nueva España el terrible y temible Hierro Real o “hierro de rescate”

 

El 14 de mayo de 1524, llega a la Nueva España el Hierro Real para marcar esclavos, principalmente indígenas mexicanos, puesto que la gran mayoría de los africanos, ya venían marcados desde las Bahamas o desde Cuba; pero el uso de este terrible instrumento estaba de alguna manera “reglamentado” por la Corona Española y por el Rey Carlos V.

Hernán Cortés le había especificado al Rey que en la Nueva España él tenía tres métodos para esclavizar a los indígenas, que eran: esclavos de “Guerra Justa”, eran los indígenas hechos prisioneros durante los sometimientos de los pueblos y los que eran hechos prisioneros por alguna sublevación; los esclavos de “Salteo”, eran los indígenas capturados en expediciones organizadas para cazar y capturar esclavos; los esclavos de “Rescate”, eran los indígenas esclavizados y comprados a otros, en la modalidad de “rescate”, se incluían también la compra de esclavos africanos que vinieran con o sin “marcar”.

En base a las especificaciones de Cortés, el Rey Carlos V le envía tres Hierros Reales, uno para cada modalidad de esclavismo: la letra “G”, para los aprehendidos en “guerra justa”; la letra “S”, para los capturados por “salteo”; la letra “R”, para los obtenidos por “rescate”; siendo éstos los más comunes.

El Reglamento para el uso del Hierro Real indicaba que a cada indígena debía ser “marcado” con la letra correspondiente a la modalidad de su esclavizaje; la “marca” podía ser en la nalga, en la pierna, en el brazo o en la mejilla, siempre del lado derecho; si el “marcaje” era en la frente, este debía estar al centro, arriba de la nariz.

Las labores de “herraje y marcaje” de esclavos indígenas debía llevarse siempre a cabo por y en presencia de un Gobernador o una autoridad superior y autoridades militares, quienes llevarían el debido registro y aplicarían el Hierro Real.

Aquellos que por su cuenta y con herrajes piratas estuvieran “marcando” indígenas, serían apresados y podrían recibir desde la pena de muerte, cadena perpetua o un tiempo en la cárcel; lo mismo aplicaba para aquellos que utilizaran esclavos sin “marcar” y sin registrar. Lo mismo podía suceder con los esclavos que huyeran de su amo, pero en tal caso, su “marcaje” siempre los delataría.

Los ingresos que se fueran recaudando por concepto de la quinta parte del precio del esclavo, debía ser guardado por Hernán Cortés y enviado al Rey Carlos V.

En la Nueva España se le dió también el nombre de “Hierro de Rescate”, por ser esta modalidad de esclavismo la más común y frecuente; también los mismos soldados le comenzaron a llamar “quintar” a la tarea de “herrar” y “marcar” esclavos, esto en relación con la quinta parte que se llevaba el Rey; de modo que el indígena al quedar “herrado”, también se le llamaba “marcado” o “quintado”. En Centroamérica y el Caribe al Hierro Real se le denominó “Carimbo”.

Según las crónicas de la época, como las de Bernal Díaz del Castillo, y otros que llevaban el registro de los acontecimientos, los mismos soldados encargados de “herrar” a los indígenas, mostraban signos de malestar por la tarea ten ignominiosa que se les asignaba; herraban a seres humanos que ya no eran sus enemigos en el campo de batalla, sino que había que marcarlos y escuchar sus lastimeras y lastimosas súplicas y lamentos por el terrible y cruel castigo y dolor infligido; el castigo por ser un ser humano diferente a ellos.

En el norte de la Nueva España, ante la situación de la brutal esclavización de los indígenas, las tribus comanches pusieron sus barbas a remojar y decidieron congraciarse con los españoles; a cambio de no ser esclavizados ni molestados, ellos mismos comenzaron a proveer indígenas de tribus rivales, para ser enviados como esclavos a las minas de Chihuahua y Durango.

 

Los esfuerzos del Vaticano por detener la barbarie

 

En el Vaticano, desde 1517 cuando se legalizó y cobró auge el negocio de la esclavitud, el Papa León X emitió una Bula Papal condenando y prohibiendo la esclavitud y el comercio de seres humanos, pero la respuesta del Rey Carlos V, fue simplemente decirle que no se metiera en los asuntos de la Corona Española, que tantos favores le había hecho al Vaticano; sin embargo, el Vaticano siguió empeñado en terminar con tan abominable actividad, pero el negocio era tan creciente y lucrativo, que era casi imposible acabar con él.

El Papa Adriano VI, inicia con una campaña de “conciencia católica”, a través de las diferentes órdenes religiosas el Vaticano comenzó a incluir mensajes en contra de la esclavitud en todas sus ceremonias religiosas, con el fin de crear una conciencia en la gente en contra del problema de la esclavitud, lo cual funcionó en cierta medida, pero no como para detener la voracidad de gobernantes y esclaveros.

En 1524, el Papa Clemente VII es informado de las brutalidades del Rey Carlos V en contra de los indígenas mexicanos, continúa con los programas de “conciencia católica” y lanza una nueva prohibición, pero tampoco funcionó y el gran negocio de la “inhumanidad” siguió viento en popa y a costa de todo, el negocio era lo primordial.

En 1535, llega oficialmente el primer Virrey a la Nueva España, Don Antonio de Mendoza y Pacheco y con él llega la Santa Inquisición y una nueva generación de clérigos un poco más conscientes del tema de la esclavitud; ese mismo año, el Papa Paulo III comienza a trabajar con los gobiernos y los países donde no había esclavitud, para tratar de forzar a los demás gobiernos a prohibir el lacerante negocio; todos estos esfuerzos del Vaticano y de los Papas avanzaban muy lento, era muy difícil hacer mella en tan enorme y jugoso negocio.

 

Los “Encomenderos”, un intento de solución al problema de la esclavitud

 

En 1544, el Papa Paulo III lanza una alerta y una advertencia de excomunión a la Corona Española ante la drástica reducción de la población indígena de la Nueva España a causa del problema de la esclavitud y la brutalidad con la que eran tratados los indígenas; el Rey Carlos V, reacciona creando la figura de los “Encomenderos”, que eran señores muy acaudalados a los que se les asignaron grandes extensiones de tierra con la “encomienda” (entre otras muchas otras), de vigilar el comportamiento de los grandes patrones y procurar la protección de los esclavos indígenas.

De tal modo que el Encomendero debía observar en el área encomendada, que los esclavos no fueran tratados con brutalidad, que fuesen debidamente evangelizados y castellanizados y que en caso contrario, los indígenas podrían acudir ante él con una queja por abuso; el Encomendero debía ser un hombre rico y poderoso, puesto que debía tener contacto directo con el Virrey y con el Gran Inquisidor y hasta con el propio Rey; el Encomendero no recibía pago por sus servicios, a cambio, la Corona Española lo recompensaba con el estatus de “Hidalgo o Hidalguía”, que es parte de la nobleza, pero a la espera de que se le asigne un título nobiliario.

Los Encomenderos dentro de su labor de “protección” a los esclavos indígenas, tenían dos métodos para ofrecer protección judicial a los esclavos:

+ Preventivo que consistía en visitas no anunciadas para verificar que no se cometieran abusos contra trabajadores y esclavos.

+ Punitivo que se aplicaba cuando los testigos o el propio esclavo denunciaban a su dueño por abusos y maltrato ante el Santo Oficio. Estos casos fueron muy raros, casi nunca denunciaron y si denunciaron, no procedieron.

 

El Vaticano ejerce su poder y su influencia

 

El 22 de abril de 1639, el Papa Urbano VIII promulga una Bula Papal que prohíbe la esclavitud en todas las colonias de España y Portugal en el mundo e inicia el proceso de excomunión de estos dos reinos; el Rey de España Felipe IV, ante la real amenaza de excomunión, acepta la medida y disuelve la esclavitud sobre los indígenas nativos en todas sus colonias, pero no así para los esclavos negros. Es importante señalar que

el Rey “disolvió” la esclavitud indígena, pero no la prohibió expresamente; fue un señuelo para que el Vaticano no excomulgara a la Corona Española.

En la Nueva España, al “disolverse” la esclavitud sobre los esclavos indígenas, los esclavos negros, conocidos como “Cimarrones”, de inmediato reclamaron su libertad y una gran cantidad de ellos se escaparon y huyeron rumbo a las montañas de Veracruz, entre Córdoba, Orizaba y Xalapa; en 1640, cerca de Córdoba, Veracruz fundaron “San Lorenzo de los Negros”, que después se convirtió en el primer municipio libre de América (actualmente es el Municipio Yanga, Veracruz).

En realidad, en la Nueva España durante el Virreinato, la esclavitud nunca se abolió ni se prohibió, los Reyes solo aparentaban darle solución al asunto para calmar a los Papas; sin embargo, la labor del Vaticano comenzó a dar frutos, cambiando la percepción de las nuevas generaciones que comenzaron a ver a la esclavitud como una pesada vergüenza social y algo realmente inhumano, pero aún así, el negocio de la esclavitud seguía dando grandes ganancias y ante la disminución de la población en África, los esclaveros se fueron al lejano oriente a traer esclavos chinos. Aunque ya la percepción de la sociedad no era de aceptación a la esclavitud.

 

Vientos de cambio, la abolición de la esclavitud en la etapa insurgente y en el México Independiente

 

Estamos ya en 1810, para estas alturas, los esclavos ya podían comprar su libertad mediante la obtención de un préstamo; también ya algunos amos y dueños les estaban otorgando su libertad absoluta en base a los nuevos vientos de cambio y libertad en el mundo y también ya era parte del testamento de los amos, que al morir ellos, todos sus esclavos obtenían si libertad inmediata.

Como parte del pensamiento ideológico del Movimiento Insurgente, estaba la abolición de la esclavitud, era uno de los temas fundamentales del programa político de la insurgencia. En octubre de 1810, Miguel Hidalgo y Costilla, José María Anzorena, Ignacio López Rayón y José María Morelos y Pavón decretan la total abolición de la esclavitud, dentro de la guerra de independencia; el manifiesto no entró en operación, puesto que no eran gobierno y carecían de poder político para poner en marcha el decreto.

Una vez consumada la Independencia de México, el Presidente Guadalupe Victoria, el 16 de septiembre de 1825 emite un decreto presidencial en donde queda abolida y prohibida la práctica de la esclavitud en toda la República Mexicana, sus territorios y sus islas. El 15 de septiembre de 1829, el Presidente Vicente Guerrero refrenda dicho decreto.

 

Increíble pero cierto, por casualidad se descubre la esclavitud en el Porfiriato, en pleno siglo XX

 

En 1908, el periodista estadounidense John Kenneth Turner, de corte socialista se entera de que en una prisión de Los Ángeles un grupo de comunistas y anarquistas mexicanos purgaban una condena por planear invadir a México, derrocar a Porfirio Díaz e instaurar una República comunista y anarquista; a Turner le

pareció una buena nota periodística entrevistar a quienes trataron de invadir a su propio país y solicita una entrevista con los prisioneros, en presencia de los abogados.

Resultó que los prisioneros eran nada menos que Ricardo Flores Magón y parte de su banda, Librado Rivera, Antonio Villarreal y Manuel Sarabia; la idea de Turner era obtener una serie de entrevistas, mismas que se publicarían una por semana en la reconocida y prestigiada revista “The American Magazine”, revista que circulaba también en Europa.

Durante las entrevistas, Flores Magón y su gente les hablaron de la persecución porfirista, de la pobreza, de la injusticia social, del boicot a la prensa, de los crímenes políticos, etc; y en una de esas, uno de los prisioneros mencionó el tema de la esclavitud en México y Turner de inmediato exclamó “¿esclavitud?, ¿cuál esclavitud?, ¡eso ya no existe en ninguna parte del mundo!” entonces Ricardo Flores Magón lo mira fijamente y le responde “¡en México sí Turner!, ¿no lo sabías?, el régimen porfirista trata seres humanos vendidos y comprados como si fueran mulas, en pleno siglo XX”.

Después de oír eso, para Turner ya no hubo más tema que el de la esclavitud, quiso venir a México a cerciorarse, sabía que, de ser cierto, esta sería la nota periodística del siglo; Ricardo Flores Magón lo contactó con uno de los suyos, Lázaro Gutiérrez de Lara, un comunista, anarquista y agitador profesional quien era buscado en México por haber incitado, iniciado y estallado la Huelga de Cananea en Sonora; Flores Magón instruyó a Gutiérrez de Lara para que sirviera como guía e intérprete de Turner en México para su investigación periodística.

En agosto de 1908, Turner y Gutiérrez de Lara ingresan por Ciudad Juárez, debidamente disfrazados y se dirigen hasta el Valle del Yaqui en Sonora, ahí se enteran de que decenas de indios Yaqui son llevados a trabajar al sur; siguen la ruta y se enteran de que se los llevan por mar y los desembarcan en un punto de la costa de Chiapas; de ahí son enviados hacia la Península de Yucatán y hacia el Valle Nacional en Oaxaca; aquí comienza Turner a ver y a darse cuenta de la triste realidad; ahora tiene que encontrar la forma de entrar ahí a los centros de explotación.

Para ello, Kenneth Turner se hizo pasar por un millonario estadounidense interesado en invertir en la zona de Oaxaca y Yucatán, por su parte, Gutiérrez de Lara se presenta como su traductor y mano derecha del magnate y son recibidos por altos funcionarios del Gobierno de Díaz, quienes les abren las puertas de aquel terrible inframundo; les ofrecieron tierras y mano de obra garantizada a un costo de 400 pesos por cada esclavo mexicano, los chinos y coreanos eran más caros; constataron las extremas y muy duras condiciones de vida y de trabajo al que eran sometidos, todos los días llegaban esclavos porque todos los días morían muchos por la brutalidad de las condiciones ahí reinantes.

Turner también logró informarse que eran 50 caciques los que controlaban todo ese imperio de terror y de esclavitud, en donde habían 8 mil esclavos yaquis de Sonora, había 4 mil esclavos chinos y coreanos y 125 mil esclavos indígenas mayas, todos en unas condiciones tan infrahumanas que tanto Kenneth Turner como Gutiérrez de Lara quedaron anímicamente abatidos; también lograron saber que en el infame negocio estaban metidos alcaldes, gobernadores, jefes de policía, jefes de puerto, altos funcionarios del gobierno de Porfirio, todos ellos dirigidos ni más ni menos que por el General Félix Díaz, sobrino de Porfirio Díaz y quien recibía una tajada por cada esclavo que ingresaba.

Turner tituló su investigación periodística bajo el nombre de “México Bárbaro” y se publicó en quince fascículos semanales en “The American Magazine”, el impacto causado en todo el mundo fue demoledor para la imágen del gobierno de Porfirio Díaz y fue el punto de inflexión que causó la debacle porfirista.

 

Fuentes Bibliográficas:

+ memoriapoliticademexico.org

+ culco bcs Facebook.com

+ annurtv.com

+ core.ac.uk

+ bibliotecadigital.ilce.edu.mx

+ cervantesvirtual.com

+ noticonquista.unam.mx

+ dbe.rah.es

+ Veracruz.gob.mx

+ piedepagina.mx

+ es.wikipedia.org

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