La incertidumbre y división generadas desde Palacio Nacional se traduce en retiro de inversiones y da pie a un mayor desacelere de la economía, en tanto que el costo del dinero al cierre del año será más alto y seguirá así al menos durante el primer semestre de 2023. O sea, nada bueno en el horizonte.
Por ello, el desacelere de la Inversión Extranjera Directa (IED) los pronósticos de una mejoría en la economía de México que algunos previeron por el ingreso de 32 mil millones de dólares obligarán a una nueva estimación del cierre del PIB para este año y seguramente se moverá a la baja para el próximo.
El hecho es que incluso la cuarta parte de la IED registrada por Hacienda, corresponde a sustituciones de capital de empresas que cambiaron de dueño. Ese trueque de propietario incluso podría significar una disminución de la planta laboral en las empresas que se vendieron a extranjeros parcial o totalmente.
Pero más allá de que la baja, queda claro que el fenómeno se deriva de la inversión por trimestre resulta regresiva, derivada de la incertidumbre política y financiera generada por declaraciones, posiciones y reformas ordenadas desde Palacio Nacional, según expertos bancarios y empresariales.
La confrontación de “clases” entre mexicanos a que llama el ganso también es factor, máxime cuando a pesar de los comentarios del gobierno estadunidense, se insiste en modificar el sistema electoral de México, bajo un perfil a modo de la 4T, lo cual se ve como un perfil de gobierno autoritario y centralista que ya lo es en los hechos y se pretende hacer legal incluso “chicaneando” la Constitución.
Es decir que los movimientos registrados a nivel local sí afectan como lo hace la inseguridad en materia política y económica, en especial aquellos que se plantean como políticas de Estado donde se afecta no sólo el marco jurídico en diversas formas sino también las decisiones económicas respecto a Inversión Extranjera Privada.
En ese marco es obvio que la marcha y mensaje oficial de este domingo, tendrán consecuencias a nivel local y extranjero, especialmente por aquello de la insistencia del mesías de dividir y confrontar a los mexicanos.
A ello se suman otras acciones como lo de la prohibición para importar maíz transgénico cuyo fondo es más demagógico que económico o científico. Esto traerá consecuencias graves a todo el sector agropecuario dado que se importan poco más de 17 millones de grano forrajero.
Según el Consejo Nacional Agropecuario (CNA) esa postura del gobierno mexicano, eliminará el 42 por ciento del PIB sectorial. Según el presidente del organismo privado, Juan Cortina, la medida ordenada por el profeta cuatrotero afectará empleos, productividad y crecimiento económico. Debe recordarse que México es deficitario en granos forrajeros, especialmente maíz, sorgo, avena y cebada, entre otros.
No se trata aclara el CNA de importar grano para consumo humano. El maíz blanco para masa nixtamalera es otra cosa. Lo que se importa es para ganado. Por eso, para la organización se trata de una postura demagógica, política, sin fundamento científico y sí dañino para la economía de millones de hombres del campo.
Para colmo y contra las buenas intenciones de muchos, el subgobernador del Banco de México (el que si sabe), Jonathan Heath alertó que el banco central “aún no está listo para un desacople con la Fed; tasa debe seguir al alza”.
Asume la misma postura recomendada por Agustín Carstens, el reelegido gerente general del Banco de Pagos Internacionales y premio de economía Rey de España, quien advierte sobre la necesidad de una respuesta generalizada de los países ante un problema que es global.
Es decir que el dinero continuará encareciéndose en tato la espiral inflacionaria se mantenga, además de las medidas que cada país adopte para reducir no sólo la carestía general sino también la general. De otra forma los daños a mediano y largo plazos podrían resultar más graves.
Así que nada que presumir. Las cifras son negativas, la matazón continúa, el Covid repunta y la economía no mejora y propicia más pobreza. ¡Gracias señor presidente!