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La magia de Lionel Messi no alcanzó para evitar el naufragio de un Inter Miami que fue ampliamente superado por Vancouver Whitecaps en la semifinal de la Concacaf Champions Cup. El conjunto canadiense firmó un 1-3 rotundo en Florida (global 1-5) y silenció el DRV PNK Stadium con una actuación convincente y sin concesiones.

El partido comenzó con un leve destello de esperanza para el equipo local. Jordi Alba adelantó al Inter al minuto 9 con una aparición fulgurante, y durante los primeros compases se respiró cierta ilusión de remontada. Sin embargo, fue solo un espejismo. Vancouver no perdió la compostura, y en la segunda mitad desplegó toda su eficacia.

Brian White empató al 51’, Pedro Vite dio vuelta al marcador apenas dos minutos después y Sebastian Berhalter selló la goleada al 71’, en una ráfaga que desnudó la fragilidad de un Inter Miami carente de ideas y equilibrio.

La nota más dolorosa para la afición fue la actuación apagada de Messi. El astro argentino fueneutralizado con rigor táctico, privado de espacios, y apenas pudo influir en el desarrollo del juego. Cada intento fue sofocado por una defensa canadiense bien plantada, que lo obligó a retroceder constantemente y lo dejó sin opciones en los metros finales.

Vancouver, en cambio, jugó con autoridad. Administró los tiempos, cerró líneas y golpeó con precisión. Su clasificación a la final no es casualidad, sino el reflejo de un proyecto compacto y sólido.

Inter Miami, por su parte, vuelve a quedarse a medio camino en la escena internacional. Ni la experiencia europea de Jordi Alba, ni el genio opacado de Messi bastaron para frenar a un equipo canadiense que, sin estrellas rutilantes, impuso la fuerza del colectivo.

En Miami, la noche terminó con resignación. La promesa de ver a Messi levantar un título continental en suelo americano queda, por ahora, como un sueño aplazado.

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Por AL PE

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