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Dos músicos colombianos conocidos como B‑King y Regio Clown fueron encontrados sin vida tras permanecer desaparecidos desde el 16 de septiembre. Se reporta que su última ubicación conocida era un gimnasio en la colonia Polanco, Ciudad de México, después de haber ofrecido un concierto dos días antes. La noticia causó gran conmoción tanto en Colombia como en México.

Familiares y seguidores de los artistas denunciaron desaparición alrededor de la tarde de ese día, tras lo cual se emitieron fichas de búsqueda exigidas por las autoridades mexicanas. Inicialmente hubo confusión sobre el estado en que desaparecieron; una versión señalaba Sonora, pero se confirmó que el evento ocurrió en la capital mexicana.

El gobierno colombiano solicitó la colaboración del gobierno mexicano para esclarecer el caso. La presidenta Claudia Sheinbaum confirmó que la Cancillería y diversas instancias estatales y federales están trabajando para encontrar responsables o esclarecer lo sucedido. Se busca determinar si hubo participación delictiva o negligencia institucional.

Se investigan cámaras de videovigilancia, registros de acceso al gimnasio, movimientos bancarios o telefónicos de los músicos y sus últimos contactos conocidos. Los familiares pidieron que se agilicen las pesquisas, pues sostienen que cada hora cuenta para preservar evidencia.

En redes sociales y medios de entretenimiento se genera presión social. Artistas, seguidores y figuras públicas han exigido transparencia en la investigación. Se han planteado hipótesis diversas: desde secuestro, accidente o participación de organizaciones criminales, pero nada confirmado hasta el momento.

La desaparición y el hallazgo sin vida golpean la percepción de seguridad en la Ciudad de México, especialmente en Polanco, zona que no se suele ver como escenario habitual de este tipo de tragedias. Esto ha abierto debate sobre vigilancia, coordinación entre autoridades locales y federales, y protocolos de búsqueda inmediata.

Autoridades de procuración de justicia locales han ofrecido recompensas o incentivos para quienes aporten datos confiables. Sin embargo, familias denuncian lentitud en algunas diligencias, como peritajes forenses o registro de evidencias en tiempo.

La dimensión diplomática no se limita a la relación bilateral; también se analiza cómo los gobiernos extranjeros pueden colaborar. Colombia ha ofrecido apoyo técnico o intercambio de información para rastrear posibles rutas de desaparición o redes criminales.

Mientras la investigación sigue abierta, la sociedad exige respuestas claras. La tragedia pone en relieve vacíos institucionales, la necesidad de protocolos más eficaces para desapariciones, y una mirada renovada sobre protección de artistas o personas públicas.